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Cuento Rápido

Parecía un día común. Me despertaba después de muchas horas de sueño, nunca he tenido noción del tiempo y es que con una vida como la mía difícilmente sé que hora del día o de la noche es. Recuerdo que hacía frío y Eric no estaba en la casa. Por lo que escuché supe que se había ido a trabajar y que ya no regresaría. ¿Por qué ya no iba a regresar? Esta es su casa y aquí está ella, Fabiola. Ella me cae bien, no es como las otras que se han venido a vivir con Eric. Ella me cuida, aunque también me regaña, pero en el fondo sé que es buena persona. De una cosa estoy seguro, quiere mucho a Eric y lo cuida.

Me levanté confundido, con la boca seca. La señora que hacía el aseo me ofreció de comer, pero no tenía hambre. Me regresé a la habitación y la ropa del armario estaba en cajas. Llegó la noche y otro día. Fabiola dormía y me acerqué despacito para no despertarla. Abrió los ojos y me acarició la frente, me dijo que ella tampoco quería irse. Ese día me la pasé en la sala, mirando hacia la puerta en espera de que entrara Eric pero no apareció. Esa misma noche estaba en la terraza y de pronto se cerró la puerta. Me acerqué a la ventana de la sala y miré como unos extraños entraban a la casa y se llevaban todo. ¿Por qué se lo llevan? ¡Dejen ahí el sofá! ¿Qué esta pasando? ¡Déjenme entrar!

Después de que la casa quedó desierta, la puerta de la terraza se abrió y corrí desesperado, salté a la ventana y un camión se llevaba mis cosas. Corrí hacia la habitación, ahí estaba Fabiola que notó la confusión y la desesperación en mi rostro. Me dio un fuerte abrazo y me dijo que ella también tenía mucho miedo. ¿Entonces por qué se llevan las cosas? ¡Que las regresen! ¿Dónde está Eric?

Esa noche tuve sueños horribles. Me veía abandonado en un pasillo muy largo y una puerta al final y corría y corría y no alcanzaba la puerta. A la mañana siguiente me levanté y fui a la habitación. Fabiola no estaba. La busqué por toda la casa, fue cuando me di cuenta de que estaba solo. Tiempo después llegó el chofer. Me subió al carro y me llevó a casa de unos desconocidos. Ahí permanecí una semana, nadie me decía nada, no me explicaban nada.

Debo confesar que jamás he hecho viajes tan largos y el que tomé se me hizo eterno, sobretodo porque viajaba en la parte de atrás del carro, que aunque es espaciosa es muy claustrofóbica. Como el viaje no terminaba, me dormí por no sé cuanto tiempo. El carro se detuvo y escuché una voz familiar decir: “Aquí están” ¡Franco! Me llamaba Eric, ese es mi nombre, salté por la ventana, llegué hasta donde estaban Eric y Fabiola y casi los noqueo, ladraba fuerte, estaba feliz de estar otra vez con mis amos.

Me gustaba mucho el departamento donde vivíamos y aunque no tuviera patio, había una gran terraza donde me la pasaba feliz tomando el sol. Extraño mucho el ruido de los camiones, los fríos largos, las lluvias intensas. Pero ahora con la novia que me han traído, creo que me va a gustar mucho estar aquí.

Texto agregado el 13-10-2005, y leído por 296 visitantes. (0 votos)


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