Asthent, a pesar de la corta distancia que lo separabe del pueblo, se había perdido entre los árboles debido a la penumbra y a su nerviosismo creciente.
Mientras tanto, a cierta distancia, la pregunta de Entpil se mantenía en el aire. Ella observaba el rostro del muchacho que, lentamente se había suavizado, su cabello oscuro, largo y desordenado que caía sobre su frente y se sacudía constantemente y sus ojos celestes, tan claros que apenas se distingía el iris.
-No tengo nombre- dijo el extraño- nadie se molestó en ponerme uno, yo tampoco.
Entpil se quedó muda, ne tenía nada que decir.
-No recuerdo nada de mi pasadio, sólo lo que me han dicho en el pueblo, cuando era muy pequeño me encontraron tirado en el camino, sin memoria, y una mujer se hizo cargo de mi...
El recuerdo más antiguo que tengo es el de la muerte de aquella mujer, sí los ojos del asesino y eran como los tuyos... Murió envuelta en llamas, gritando en medio del bosque y recuerdo el olor que despedía su cuerpo mientrs se consumía, él no me vió, si me hubiese visto habría acabado conmigo de igual forma. Esa noche me quedé observàndola hasta que el fuego se apagó y en el piso quedó una masa deforme y nauseabunda. Su imagen me persigue cada noche y me llega aquel olor, el mismo, que burla las barreras del tiempo y me rodea en la oscuridad.
"Observé al asesino por unos días... hasta que una noche me decidí y lo maté... usando este mismo arco, que hiba a matarlos hoy a tí y a tu hermano.
El silencio se extendióy Entpil tuvo un recuerdo, vió a su hermano, Ibent, una noche que llegó temblando y apensa se tenía en pie, se acercó a él y lo interrogó hasta que logró decir entrecortadamente que había tenido que matar a una mujer en el bosque, lo había visto y tuvo que matarla, la escuchó gritar de dolor al ver su cuerpo quemándose, y vió como corría e intentaba hacer de todo para apagar las llamas que lo consumían lentamente, no pudo seguir viéndola, no pudo soportarlo, corrió hasta la casa y ahora estaba ahí, tendido, sin fuerzas... a punto de estallar o enloquecer. Optó por lo último, el recuerdo de aquella mujer lo persiguió así como persiguió al Sin-Nombre. Lo escuchó llorardescontroladamente todas las noches desde el incidente, y a veces se despertaba gritando a la madrugada.
En el día Entpil tenía la impresión de que alguien los observaba desde el bosque, pero nunca le hizo caso a esa sensación.
Hasta que una noche en que Ibent dormía tranquilo por primera vez desde hace varias semanas, creyó ver una sombra pasar por la puerta de su habitación, pensó que se estaba volviendo loca e intentó dormir de nuevo. Un grito ahogado la puso en alerta y la misma sombra pasó rapidamente en sentido contrario. Entpil se levantó, y sin alcanzar a pensar en nada fué a la habitación de su hermano mayor . Lo encontrò sentado bajo la ventana con la cabeza gacha y sus cabellos anaranjados sobre el rostro, al principio no pudo ver lo que había sucedido, pero al salir una de las lunas desde unas nubes alumbró con su luz la terrible escena, una flecha le atravezaba el corazón de forma certera y su sangre se deslizaba a su lado resplandeciendo al brillo de la luna.
Ibent había muerto, Entpil cayó de rodillas con ambas manos sobre la boca, sin poder gritar, con los ojos muy abiertos sin quitar la vista de su hermano. Su cerebro ya no tenía espacio para pensar en lo ocurrido...
Por menos sentido que tuviera aquella hipótesis, la había acompañado durante cinco años. Hasta ahora. |