Comenzó a dar vueltas en ese momento. Curioso, el comenzó el movimiento pero a la vez no podía detenerse. De vez en cuando una mano lo agarraba y detenía su mareadora marcha.
Ahora comenzaba a dar vueltas nuevamente. La mano, esta vez mas segura, lo volvía a detener.
En un tercer momento en el futuro, el hombre volverá a dar vueltas sin cesar, continuando su ciclo indefinidamente hasta su muerte.
Por suerte la mano es tan incesante como el hombre, y volverá a detenerlo a menos de que se canse.
Lo bueno es que el hombre no depende de la mano, ni la mano del hombre... Simplemente están el uno con el otro como aliados no reconocidos de batallas giratorias.

Para la Vale, que sin sus consejos seguiría dando vueltas.