I
Hoy amanecí teniendo diecisiete.
Los diecisiete que tuve ayer,
Los diecisiete que tendré por algun tiempo más.
Y ya desde ahora, se susurran en mi oido,
dulces promesas de muerte.
Mas ¿Qué he hcho yo en mi vida,
Qué he hecho yo para merecer,
del descanzo, el placer?
II
Las gotas han caido en mi ventana,
Golpearon el vidrio y murieron en el acto.
Inhabiles y frias,
por el cristal se arrastraron,
Como si todavia quisieran apegarse a su fugaz vida,
Como si su existencia ya no fuese mas que simulacro.
He ahí la muerte:Querer y no anhelar mas.
III
Veo a la tristeza escurrirse en mi ventana,
¿Mas quíen dijo que la lluvia era triste?
Solo un ciego con su pecho destrozado pudo,
Solo un ciego que bajo la lluvia esperaba su muerte.
Pero que ciegos son los ciegos
y que ciegos los hombres que esperan,
si el sueño nos sonrie ante la sorpresa.
IV
(No afanes pues las gotas,muchacho,
No afanes a la lluvia que sola cesa,
Ve y lavate los ojos
y humedese bien los brazos que aun se requieren.
Ve que la lluvia es corta,
ve que desde la ventana los corazones no se enrojecen)
V
Sigue lloviendo y no he muerto.
Sigue lloviendo y a mis diecisiete no he nacido.
Ha parado de llover y resuelvo levantarme de mi cama.
Afuera hay un mundo,
Y por hoy ya no lloverá más.
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