Había una vez, en un lugar muy lejano de nuestra imaginación, un pueblo donde vivía un señor. Le llamaban Luis "el aventurero".

Luis, con sus 29 años, había viajado muchísimo y no había habitante del pueblo que no lo supiera. Siempre que llegaba de algún viaje, reunía a todo el pueblo y les contaba sus grandes hazañas. La gente lo escuchaban fascinados. Y no pasaba mucho tiempo y Luis "el aventurero" ya estaba preparando a la gente para otro viaje. Toda la gente empezaba a hablar de su gran hazaña futura y lo admiraban por su gran osadía. Todos... menos uno: Genaro.

Genaro, a sus 33 años, tenía un huerto y repartía sus verduras a la gente del pueblo. Hacía 5 años que llegó al pueblo y se adaptó rápidamente. Era una persona tranquila, y le gustaba mucho caminar por la montaña. La gente siempre le decía: -"Tendrías que viajar como Luis, y así aprenderías cosas sobre el mundo!"- A lo que Genaro sonreía amablemente.

El pueblo era de montaña lleno de jardines, casas todas rústicas.. menos una. La casa de Luis tenía toda la fachada renovada y llena objetos de cada viaje que hacía. Siempre colgaba un recuerdo en su fachada para decorarla. Todo el pueblo quedaba fascinado y se paraban a comentar de dónde habría sacado cada cosa y de los riesgos que habría pasado. Todos menos uno... Genaro. Los vecinos le decían: -"Mira cuantas cosas ha hecho Luis!"- Y Genaro sonreía amablemente afirmando.

Llegó la hora de partir hacia la próxima aventura y todo el pueblo fue a despedir a Luis "el aventurero" (si alguien tiene dudas, Genaro también).

Pasaron los días, las semanas, un mes, algunos días más y Luis "el aventurero" no volvía. La gente del pueblo, acostumbrada a que siempre volvía a los 20 días empezó a preocuparse y nadie sabía nada de él.
Todos se temían que le habría pasado algo en alguna de sus hazañas de tanto riesgo.

Un día, después de 1 mes y 13 días de la salida de Luís, Genaro regresaba de su huerto tranquilamente, y cuando abrió la puerta de su casa, alguien lo empujó por detrás entrando con él y cerrando la puerta apresuradamente. Genaro se incorporó de golpe y cual fue su sorpresa al ver que el hombre que lo había empujado era Luis "el aventurero"! Luis estaba desconsolado, hacía muy mala cara. Genaro le invitó a acomodarse en una silla, a la que Luís se sentó y se echó a llorar. Lloró desconsoladamente un buen rato mientras Genaro aguardaba. Cuando se recuperó un poco, Genaro le preguntó que qué le pasaba, y Luis contestó: -"No podía regresar al pueblo Genaro. Se me perdieron todos los objetos por el camino y no tengo nada, nada para enseñar! lo entiendes? Por favor... sé que sólo tu puedes entenderme. Todos esperan mis objetos y no tengo valor para aparecer con las manos vacías!"-
Genaro se quedo un largo rato pensando en silencio.. mientras Luís se fue tranquilizando. Finalmente, Genaro sacó unas de sus sonrisas ambles que alegró a Luis, y le pidió que lo acompañara. Luís lo siguió por la habitación, subieron unas escaleras, hasta llegar a un cuarto un poco oscuro. Genaro le dijo: -"Mira."- Apartó unos manteles y aparecieron múltiples figuras, estatuas, y diversos objetos. Luis que ya se estaba acostumbrando a la poca luz, quedó fascinado. No podía creer lo que veían sus ojos. Era impresionante ver la cantidad de viajes que tendría que haber hecho para tantos recuerdos. Genaro abrió un baul y le dijo: "-Coge lo que quieras, que veo que a mi no me hace tanta falta. Sólo te pido un favor... Que cuando hayas enseñado los objetos a la gente, quites todos los objetos de tu fachada, y decores tu casa por dentro."- Luis asintió avergonzado.

Pasaron los días y Genaro pasó por delante de la casa de Luis. Vio que todos sus objetos estaban colgados en la fachada. Corrió rápidamente hacia la plaza y encontró a Luis "el aventurero" rodeado de gente hablando de su próxima aventura. Los dos se miraron y comprendieron que... aquello sería su secreto.