Empellón
Deviene de una estirpe de rancio abolengo, con solar remoto en Castilla la vieja y un proceder prurito. Indómitas pasiones a sabido controlar, remecer los infiernos con su férrea fe y mantener incólumes sus principios; su voluntad impertérrita de hacer el bien todas las aversiones derribar… ¿pero que es esto que digo?, sino una suerte de intrincada composición de diatribas y deseos, proyección insulsa de mis anhelos, cuando más no soy, cual todo lo contrario de lo anterior -si es posible gramaticalmente decir como dije lo que acabo de enunciar-.
Ignoto, incluso para mi mismo, barroco para mi escribir, haciendo empedrado el camino de transito sobre las letras y no ameno, terso, armonioso el escribir.
Mas no es esto lo que he querido aquí plasmar -aunque si bien lo pienso, es solo parte de este todo, este ocultarme tras elubricaciones complicadas y pomposas para eludir mi sentimiento de inseguridad y de baja estima propia, contrastada con un orgullo inconmensurable, cual más claramente no podría aflorar en mi escribir- Pero he de dejar este volver sobre mi para analizarme y relatar atisbos, briznas con suerte, de mi historia:
Ser montuno soy, inmerso vivo en un mundo atiborrado de personas del que a muchas conozco, pero creo fehacientemente que ninguna me conoce –no busco crear paradojas- simplemente vivo para mis adentros, conozco a tantos y soy amigo de tan “nadie”…ya no soy yo quien habita en mi -¿Quien es mí?- Soy una imagen, una proyección, una careta, mascara, antifaz; ya ni solo, recupero mi ser. El maquillaje indeleble se ha vuelto, incrustado en mi alma, no se desprenderá ya más. ¡Que atroz! ¡Que terrible! ¿Que me queda ya por hacer?, sino aniquilarme. El camino se cierne sobre mi como un laberinto minoico en que el cordel que me ataba a la realidad se agotó mucho ha ya y la penumbra se apostó por doquier, no hay claro ni recoveco que no haya pisado; en círculos no ando, solo choco dando botes, perdido por completo, sin esperanzas, sin hilos que me aten a este mundo, ya las pocas hilachas que descubro fueron cercenadas de tajo y abrasadas por el fuego de la indiferencia del mundo exterior; ya no sueño tan siquiera con alas que de antemano se, ante febo se derretirían -¿Por qué?, ¿por qué?, por qué habré de saber tanto sobre las consecuencias de los actos, quisiera más no ser que un ignorante, ingenuo, pero feliz –Se tanto, pero tan poco de cómo vivir-.
Adiós mundo estúpido, me voy por culpa de él –¿quien?- aquel que terminó de arrobar la pizca de ingenuidad y el ensimismamiento inherente sobre el que reposaba mi existencia; destrozo el balance, transgredió la transitividad de mi devenir; me desconectó de mi rutina y alebresto los sentimientos conectores de los hechos en mi, me desarraigó, me nihilizo; violó mi mente, lo más sagrado, trastocó los cimientos básicos de las creencias en algo; el relativismo desbordó mi ego y barrió con cuanto en la mente existía como preconcebido, concretizo las abstracciones que permitían equilibrar la moral, la fantasía, la realidad, el comportamiento social. Todo por la borda fue a dar a la más profunda destrucción, dejándome un pandemonium dentro, donde todo se pudrió. Me expuso en carne viva y salí tiznado, “chamuscado”; no pude evolucionar hacia la homeostasis corporal ni mental, ni a ningún tipo de equilibrio, se término de agotar cuanto quedaba de refugio en mi ego. La cicuta he de beber, por que con tu estocada final, *******, me acabas de dar el último empellón necesario. |