Ronco y disfónico me presento escupiendo el aire enrarecido que ya vacío de sentido dejo marchar al ambiente alegre de tanta tristeza ¡Vamos no se amedrenten! Destapen botellas de púrpura vino, toquen y desinhiban viejas y obscenas pasiones, abran las puertas de su vacío para infestarlo de disímiles pensamientos, que los puentes de sus ojos desciendan y por ellos circulen algo de nostalgia común y sapiencias particulares. ¡Hoy el mundo quiere hablarnos!
Cartas siderales para perderme y por fin encontrarte, pecados que alegran el alma y perturban la moral, mujeres de baja calaña y profundo escote al precio de una mirada y un par de mentiras, música con olor a new under, horarios que se marchan por un momento al vacío. Compañías esporádicas condimentadas con sentimientos transparentes. El irse todos juntos, acompañados o solos hacia casa, borrachos, merqueados, codeándonos con el aire, y todavía con alguna dosis terca de esperanza dando vueltas en nuestro corazón. ¿Hay necesidad de condenarse a semejante alegría perenne?