Comenzamos con cuentos para niños, adultos en su mayoría, y nos repondían bien; abrian la boca, surgían los dientes, vibraban por el ombligo, miraban alrededor...
Sandra se acercaba al río y sabía que no podía desvestirse, no era por la cantidad de ojos que podrían mirarla, era por la falta de naturalidad.
Así que continuamos con cuentos para niños, (adultos en su mayoría), Sandra volvía del río con un pescado en la boca y una sonrisa ¿Cómo tocar las zonas porno sin que algo se les reviente por dentro y se vuelvan locos?
- ¡Que se vuelvan locos! - respondía Sandra.
Así que decidimos abandonar la vida de cuenta cuentos y abrimos un circo. "La chica salchica" y cosas por el estilo; "Los perros lúbricos de Satán" y otras cosas más - todo para que Sandra se pudiera desvestir con naturalidad y meterse en el río.
Aparecieron intentos de hombres, pero Dios los destrozó.
Las mujeres, por otra parte, reivindicaban su derecho a bañarse desnudas en el río, pero lo hacían de a tropel y mutuamente se arrancaban los intestinos con las uñas - (lo convirtieron en una esclavitud).
Hubimos de mudar nuestro circo a otra parte, estragos por doquier.
Me gusta Sandra, pero no me gusta este mundo y si no me gusta es porque no lo entiendo. A solas Sandra y yo es otro mundo; con el resto de la gente, me atormentan vuestros ojos. Sandra aprendió a verlos con profundidad, hizo una lista del nombre de los arquetipos y aprendió a calmar sus deseos, se le aparecían manzanas rojas en las manos y cosas por el estilo que los Otros pronto tomaban, guardaban, devoraban o rechazaban de un golpe a la manzana.
Sandra obtuvo un "No" inmenso en su frente, por cuánto tiempo no lo sé.
Han pasado cinco mil años desde el cuento que les cuento. Las cosas no están peor ni mejor, pero definitivamente están más raras. Los hombres se matan por una teta y estoy temiendo incluso por la vida de Sandra. Ella dice que soy un tonto y eso ya lo sé.
(Preferí tomarlo como una órden)
Así que la teta se carga de leche y yo comienzo mi actuación. "Más allá, más allá" - gritan muchos, observo las espadas y observo las peleas, el mismo peo de troya narrado por Homero. Exactamente el mismo peo, la misma teta "Más allá", aparecen los valientes, se construyen las murallas, todos luchan por el mismo engaño, clavan las espadas, ruedan las cabezas; otros y otras odian la malignidad de la teta.
Sandra, desde el ventanal de la torre del castrillo, ondea un pañuelito lindo, en señal de que todo anda bien y yo me vuelvo verde.
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