Siete dientes afilados fueron encontrados en la espalda de Josué El Moribundo. - Es que pienso demasiado - dice él. Se los entrego livianamente en su mano - ¿Qué quieres que haga con ellos? - pregunta con ojos maliciosos. - No lo sé, estoy en el mismo atolladero que tú. - ¡Quemémoslos y enviémoslos en humo a los cielos! - exclamamos al mismo tiempo. Temblando de miedo enviamos catorce dientes a los cielos. (La torpeza fue mía por desclavarle los suyos, pero si no fuese así, creo, hubiésemos engordado demasiado)
Texto agregado el 11-10-2005, y leído por 130 visitantes. (1 voto)