Prendo el televisor. Nada qué ver realmente, pero necesito ver algo, necesito tocar algo de normalidad otra vez. Están las Tortugas ninjas, Dora la Exploradora y nada más. Me decido por las tortugas ninjas, me divierte que haya una que se llame igual que él. Entonces lo miro, está durmiendo, a mi lado, tiene el sueño pesado, es bueno, siempre quise dormir con alguien que tuviera el sueño pesado. Tal vez porque no me gusta ser la única incapaz de despertar. Él duerme, yo lo miro. Es lindo, pienso, pero preferiría haber despertado en mi cama, sola. Sigo viendo la tele, Miguel Ángel es derribado por Destructor. Yace ahora en el suelo, inconsciente, mientras las demás tortugas intentan reanimarlo. Vuelvo a mirarlo, sigue durmiendo, sigue ausente mientras yo comienzo a odiarme lentamente, mientras las imágenes me trauman, me atacan y me hieren inclementes, me derriban a ratos, como a Miguel Ángel, se cambian los papeles, soy yo la atacada por Destructor, soy la tortuga herida en el suelo, soy la culpa y el miedo descubiertos al amanecer.
Despierta, dime algo, cualquier cosa, dime que soñamos, que te quedarás conmigo viendo las Tortugas Ninjas, que fue la noche, tú y yo víctimas de algo más grande, no sé, inventa cosas, no me dejes sola, el sol colándose por la ventana me está acusando, se está burlando de mí, me dice que soy una pobre idiota inventando ser algo más, dile que se calle, abre los ojos y abrásame.
Me paro, cambio de canal, Dora la exploradora me recuerda menos a él, entonces me dedico a ver esos silencios infinitos que me aburren al máximo, que me desesperan un poco, es insoportable, dedico mi tiempo a pensar quién cresta es capaz de resistirlo demasiado tiempo. Voy por un vaso de agua, me lo tomo al seco, vuelvo a la pieza, él sigue allí, recordándome cosas, algunas buenas, otras bastante malas. Quiero salir, quiero ver la mañana, quiero terminar de desaparecer. Él sigue durmiendo infinitamente, el sol en la ventana sigue culpándome, y yo sigo maldiciéndome.
|