Un día regresé y ya no estaba, ni su voz, ni su sonrisa, ni su aroma…mil imágenes comenzaron a suceder por mi mente, como intentando captar la esencia de lo que ya había perdido, pero lo único que sentí, fue una fuerte sensación de angustia y soledad.
De pronto un ¿por qué? dentro de mi que se difuminaba con el eco en mi mente…no hubo respuesta. Eso era todo lo que yo podía esperar, el silencio. Un silencio que sin darme cuenta se había apoderado de mi vida, que sin pretenderlo había echado todo por la borda.
Cuando estás dentro de la rutina, no sabes que es lo que estás viviendo realmente. Muchas veces no apreciamos los momentos que ella nos ofrece y la dejamos pasar sin más. Y ahora, ya todo terminó. Todo aquello que debí disfrutar en su momento se perdió en el olvido, tan solo me espera el silencio. Un silencio que llena y ahoga mi vida, un silencio que no admite a nadie más.
Cuando pensaba en él, un cúmulo de sensaciones se apoderaban de mi estómago, mi voz se bloqueaba y mis ojos se nublaban. Cuando pensaba en él, me desesperaba y me preguntaba por qué…
La tristeza nos inunda cuando no se tienen esperanzas, y lo que uno no sabe es, que es la propia tristeza quien nos niega las esperanzas, pues sólo de esa forma se apodera de nosotros sin darnos más oportunidad. ¿Habéis oído alguna vez eso de que la esperanza es lo último que se pierde? Pues eso es lo último que se debe perder pues sin eso no nos queda nada, y en la vida nos queda todo, tan sólo es menester nuestro averiguar como buscarlo.
Sin saber cómo, desperté de ese "mi mundo" y me di cuenta del tremendo error que estaba cometiendo. Mi mente se aclaró ya mi vinieron imágenes que a penas recordaba, imágenes que tornaron ese conjunto de sensaciones en un escalofrío agradable lleno de amor. ¿Amor?...había olvidado lo que nos hace sentir. Descubrí, que todo lo que estaba sintiendo en ese instante lo había guardado tan dentro de mi que no era capaz de sentirlo.
La rutina había estado jugando conmigo y yo me deje poseer y manejar por mis inseguridades, todo lo había transformado, en indiferencia, en silencio…, no sólo me había perjudicado a mi misma sino que también a la persona a quién amo.
Nunca os dejéis llevar por la rutina, disfrutad de cada instante de vuestra vida y mantened siempre presente lo que sentís. La vida nos brinda esa oportunidad, no la desperdiciemos o nos arrepentiremos.
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