¡Oh, Dios! ¿Qué esta pasando? Necesito huir de aquí.
Cuando la gente me preguntaba por qué era embalsamador, no sabía que responderles. En broma les contestaba que era un trabajo sucio pero alguien tenía que hacerlo. En el fondo sabía cual era la principal razón.
Necrofilia. Sé que soy un pervertido pero es la verdad. Paso tanto tiempo solo y entre tantos cuerpos, no todos me atraen claro, pero cuando llega alguna mujer joven y bonita que además este completa, mi corazón se acelera, siento esa sensación en el fondo del estómago que no puedo describir.
Hoy hubo un accidente de tránsito, un autobús lleno de jóvenes universitarias, se precipitó al vacío, todas murieron.
De todas las infortunadas mujeres, sólo una está completa. A las demás les faltan partes de sus cuerpos. La mayoría están decapitadas, les faltan extremidades o quedaron calcinadas. Me espera una larga jornada, pero al final tendré mi premio.
Después de colocar brazos, cabezas, piernas en su lugar, pongo la crema facial para quitar la rigidez, les tapono la nariz, les cierro los ojos, algunas tienen una mirada que matarían de solo verla, lentamente aplico a su sistema vascular el líquido embalsamador, el proceso de descomposición de esta forma será retardado. Ahora es hora de succionar las vísceras y taponar los orificios con sellador, esto evitará que los fluidos y gases salgan.
La parte que más me gusta es maquillarlas y peinarlas, por último les pongo su ropa de color blanco como la nieve. Ahora sus familiares tendrán un lindo recuerdo de ellas y no la horripilante imagen de sus cuerpos mutilados y deshechos.
Por fin, he terminado, ahora mi premio. La he dejado en el cuarto de a lado, uno más frío, para evitar que se descompusiera.
¿Pero dónde está el cadáver? Juraría que lo había puesto aquí, reviso la plancha, el contorno de su cuerpo esta dibujado sobre la plancha de metal, pero no veo el cuerpo.
Se apaga la luz, un frío indescriptible se apodera de mi cuerpo, desesperado busco el interruptor, tropiezo y me golpeo la cabeza, el eco del golpe se escucha por todo el cuarto, encuentro la puerta, salgo al otro cuarto que está inexplicablemente más frío de lo normal, corro desesperado.
No sé de quién estoy huyendo, pero oigo pasos de pies descalzos que me siguen por el cuarto. ¡Oh, Dios! ¿Qué esta pasando? Necesito huir de aquí.
Una mano en mi espalda, fría como el hielo. Me paralizo, luego recorre mi cuello y lentamente aprieta. Lucho pero lentamente caigo inconsciente.
Creo que debió de ser un sueño, pero esto debe ser una pesadilla. Estoy atado, rodeado de mujeres con los ojos cerrados, cabello peinado, vestidas de blanco y maquilladas. Una chica, la más bella, se acerca para inyectarme lentamente un líquido que me deja rígido como piedra, luego otra acerca la succionadora, de un golpe atraviesa mi abdomen y lentamente me succiona hacia el infierno.
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