Nací cuando el viento
con sus dedos invisibles
juguetea entre las hojas amarillas
arrastrándolas en torbellinos enloquecidos.

Cuando la tarde del temprano otoño
deja de ser dorado verano
para tornar oloroso y frutal
como manzanas a punto de caer.

Donde nace cantarín y fresco
el río que será mi cuna de agua,
mi juguete líquido y fantástico
en el que construir transparentes palacios.

En las laderas crecemos juntos
y rodamos juguetones hasta el mar,
donde nuestros latidos se confunden
entre espumas blanquísimas.

Subimos en altas olas hasta las cimas,
batimos con furia las rocas hasta horadarlas
para dormir exhaustos sobre la arena
en plácidos ocasos y amaneceres.

El río, el mar, el agua, reflejos de luna
paralelos a mi vida, a mis primeros besos,
amaneceres ebrios de promesas
como veleros que surcan mis venas.

Danza mística bajo el cielo esplendoroso
entre lluvia de luna dormida
que me diluye reconfortado
en el líquido del que un otoño emergía.

Controversia
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