Poética
Fíjate y la mujer, después de tantos siglos,
caminando sin alma, como un perro.
Libre de no morder, igual que el perro.
Con el igloo a cuestas, caseta en el jardín de Alá
si Alá lo quiere. Amputado su clítoris
por un veterinario original,
endémico, muy sano.
Fíjate y tantos siglos sin más filosofía,
tanta la ceguedad, tanto lo otro.
Dios mío, qué dolor
encima de la raja de la historia.
Menos mal que podemos
escribir los poemas con las manos.
Persecución
Viene detrás de mí, me persigue a diario,
parece oler las cosas que dejo tras mi paso,
cuando hojeo algún libro estoy segura
de que ha de notarlo. No hay un sitio
donde pueda guardar mis intenciones,
dejar mis pensamientos a cobijo,
almacenar deseos, siempre a punto,
depositar las cartas que te mando,
esconder nuestros nombres.
Viene detrás de mí, es como un perro
entrenado por alguien. Si me escondo,
siempre tiene ganada la partida
y el caso es que ya estoy acostumbrándome
y no pregunto nunca dónde vive,
dónde duerme, si duerme, dónde come, si come,
dónde alberga su sed, si es que la tiene
esa zorra incansable: la poesía.
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