Cuando el tedio se arrastra
del suroeste de los sueños
hacia el este-noreste
de la fiel desesperanza,
a la mohosa cueva
donde suelen refugiarse
las agrias coordenadas
del espanto cotidiano.
Cuando se asustan las luces
por la noche o por nada.
Cuando la calle se evapora
y las horas son puñales.
Cuando ya no hay rincón,
no hay esquina ni caverna
donde quede alguna voz,
una risa a gritos o un llanto.
Cuando el aire dormido
mata al cielo a dentelladas
y el cielo calla,
y el cielo reza,
y el cielo muere
sin saberlo ni decirlo.
Cuando el mundo estalla
entre orgías de dolor
y onanismo de principios.
Cuando veo a algún Dios
bendiciendo sin pudor
una daga o un cañón,
un misil o un marine.
Cuando todo se coagula
porque huyeron los abrazos,
porque la vida se distrajo
recordando una quimera.
Cuando veo lo que veo,
cuando siento lo que siento,
se que he muerto un poco más.