Hola, me llamo Pedro y quiero contar un suceso que me abordó cierto y recordado día. No quiero añadir mucho. Solamente escribirlo y quedar más libre. Soy de pueblo, y en una de mis aventuras de noche por el monte me encontré con un hombre tirado en el suelo, del que no pude huir de sus ganas de hablarme. Yo no sé como contarlo. Y menos sé como transmitir lo que sentí. Me gustaría pensar que estaba loco, mas sólo sé que me arrancó de mi lógica y lo vi todo a través de su serenidad y fuerza. Me sumergí en un mundo fantasioso de sombras y luces, sin formas. Donde su voz resonaba con un eco lejano. No sé por qué fui yo. Pero fui su último espejo. Él, simplemente me habló. Aún recuerdo sus palabras...

"Bajaron todos juntos para decirme lo que yo ya sabía.
No dije nada.. No hacía falta.
Me miraban con caras angustiosas, oscureciendo mi luz. Eso los hacía débiles y les amé más para que no desaparecieran. Me callé y me giré. Sentía las ramas crujir detrás de mi. Mi camino era recto y para una sola alma.
Pero les hablé: -Sois huracanes silenciosos que se convierten en mi conciencia. Por eso os amo, porqué yo os creé y nos necesitamos.. Vayamos, pues, de donde vinimos. Que ahora ya estamos juntos y nos esperan...-
Convertí mis dudas en sangre y la compartí con las urracas. Desde las sensaciones mas vacías de todo y llenas de mi, nacieron todas mis partes. Compartimos el amor verdadero, que por serlo tienes que olvidarlo.
Yo un día nací y hoy moriré. Por favor.... sólo necesito sangre en mi corazón."

Nunca vi muerte mas verdadera. Su llanto se convirtió en su vida. Su sinceridad quemo su ego. Y con ese vacío inmenso, lo acogió el universo.