Anoche creía todavía en mí.
Me desperté sudando temores
y humillado por tí.
No soy, no quise, seré
hipócrita,
falso, careta de amnistía.
Bastón de los impostores,
ladrillo del muro de lamentaciones
o espalda gris del imperio.
Porque mi boca y pluma,
¿insensatas? renuentes,
se deshacen en improperios
mientras mis manos cuentan papelitos
ganados con sudor fehaciente.
Soy dos, hoy,
como hace no mucho lo fui,
los fui, lo son, somos,
un géminis mestizo son origen ni destino,
asustado de mi propio accionar,
enhorquetado a la "y" de este lugar,
la que les da nombre a su gente,
la que organiza terrores frecuentes.
Hoy he dejado de creerme.
Es ya de mi conocimiento
que las verdades siempre mienten
lo que las verdades verifican.
El sol es amarillo,
y las estrellas ya no brillan
esta noche. |