Éste es el valle de la muerte,
entre música folclórica
y zumbidos de acordeón,
miradas quejumbrosas
y el sol abrasador.
El hule se funde,
el hambre se funde,
ahí, en la lejanía,
ahí donde tierra y aire
se confunden.
Montañas como accidentes
de algún desvarío de Dios
se cruzan al frente,
partiendo la calma en dos.
La brisa no se siente,
las nubes no son de agua,
no podrían serlo,
son en el cielo una fragua.
Éste es el valle de la muerte.
Yucas, arbustos,
sed y ansia,
cuellos mojados,
sudados los bustos.
Éste es el valle de la muerte.
Muerte de lo verde,
muerte de lo vivo,
muerte de los indios,
muerte de la música,
muerte del tiempo impío.
No se salva la esperanza,
no se salva la ilusión,
no se salvan los deseos,
no se salva ni el amor.
En esta tierra exprimidora
no quedan huellas,
no del dolor
o del pundonor.
Blanca colcha californiana;
infierno terrenal
eres valle de la muerte,
eres tierra con sal,
eres sol y cielo raso,
y llanura pisoteada
por matorrales, acaso.
Eres sequedad,
eres brevedad,
eres nulidad
y ruindad.
Valle amarillo,
valle impío,
valle antesala,
valle salida,
valle portada,
valle perdido
valle bravío,
valle murmullo,
valle de estío,
valle tuyo,
valle mío,
valle de la muerte. |