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Sara había nacido en el seno de una familia humilde. vivía en un piso de l'Eixample.
El típico piso antiguo, grande, con un pasillo muy largo, los techos altos, las puertas anchas.
Los muebles eran centenarios, de madera maciza, grandes cortinas, viejos cuadros.
Aunque el tiempo fuera pasando, no cambiaba nada, era como si aquel piso hubiera quedado atrapado en el tiempo. La sensación de frialdad que daba, era terrrible.
Si a todo esto le añadimos que su padre era un ogro, y su madre una bruja malvada, se podría entender la triste mirada de Sara, a pesar de su belleza y su juventud.
Cuántas noches se despertaba de madrugada, escuchando los traspiés del ogro al llegar borracho a casa. Por la mañana temprano, era a la bruja a quien escuchaba haciendo maldiciones sobre él, y descargando su amargura con ella.
Nunca recibió una caricia, un mimo, un beso de buenas noches, un gesto de cariño, ni siquiera recuerda una conversación.
Intentaba pasar el menor tiempo posible en casa, y desde muy pequeña siempre buscaba con quien quedar el fin de semana. Se iba a casa de cualquier amiga, vecinos, familiares...
Su mayor ilusión, era encontrar un Principe Azul. A veces soñaba que él llegaba en su caballo blanco, la llevaba a Palacio y se convertía en Princesa, y entonces adquiria poderes para convertir al ogro y la bruja en un padre y una madre como el de sus amigas. No quería nada malo para ellos, tan sólo que fueran normales.
Cuando apens había cumplido los veinte años, conoció a Carlos. La primera vez que lo vió, ya tubo claro que era su Principe Azul, aquél con el que tanto había soñado, y que por fin había llegado el momento.
Carlos no tenía un caballo blanco, tenía una scoopy, pero se enamoraron locamente, y apesar de su corta edad, se casaron.
No fueron a vivir a Palacio, sino a un pisito modesto en El Guinardó, yno había adquirido poderes para cambiar al ogro y a la bruja, pero por lo menos ya no tenía que aguantarlos en aquel piso infernal.
Al poco de casarse, Sara se quedó embarazada, y pensó que por fin había obtenido la felicidad completa, que aquellos tiempos de amargura, tristeza y sufrimiento habían acabado. Ya tenía su Príncipe, y pronto tendría su Principito o Princesita.
Un día, discutió con Carlos por una tontería, y de repente sin saber cómo, él, le soltó una bofetada. Ella no podía creerlo, se quedó helada, no supo reaccionar.
Se encerró un rato a solas a pensar, y luego entró él y le pidió perdón, y ella lo aceptó, creía en su Príncipe, y estaba convencida de que no volvería a ocurrir.
Pero hubo otra discusión, y otra bofetada, y otro perdón, y otra aceptación.
El Príncipe Azul, resultó ser un maltratador, y la Princesa, una mujer maltratada.
Un día nació Joan. Sara volvió a sonrreir, pero las bofetadas, cada vez iban a más, y ella se armó de valor, cogió a Joan, y se fué.
Ahora su único Príncipe es Joan, que le llena de felicidad.
No ha perdido la esperanza, sigue creyendo en el amor, pero ha dejado de creer en los cuentos maravillosos.

Texto agregado el 09-10-2005, y leído por 127 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
10-10-2005 Este es un cuento de la vida. Me ha gustado leerlo. Un saludo de SOL-O-LUNA
 
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