III. El carácter efímero de la realidad
Era un mercader de píldoras perfeccionadas que aplacan la sed. Se toma una por semana y no se tiene más la necesidad de beber. - ¿Por qué vendes eso? Dijo el Principito. Es una gran economía de tiempo. dijo el mercader los expertos han hecho cálculos. Se ahorran cincuenta y tres minutos por semana. Y ¿Qué se hace con esos cincuenta y tres minutos? Se hace lo que se quiere. `Yo, se dijo el Principito, si tuviera cincuenta y tres minutos para gastar, caminaría muy suavemente hacia una fuente...
Es la fábula de Saint-Exúpery , un magnífico ejemplo de que el hombre occidental, obsesionado con la meta u objetivo, llega a olvidar que lo importante es el camino. No debe representar la vida, bajo esta filosofía, una consecución o una cadena de consecuciones de un reto. Sino que la preparación y ejecución de los mismos, es tan importante y esencial como el alcance.
Este artículo, sin embargo, pretende ir más allá. Bajo una conducta tutelada bajo la primera persona, en busca en la satisfacción del individuo autor como abordamos en el artículo anterior ésta no tiene porque ser referida siempre a un tiempo presente. La satisfacción en ocasiones puede estar representada en la planificación y no en la ejecución de un objetivo. Asimismo el recuerdo de una acción puede suponer también un origen de satisfacción. Por ello, el concepto hedonista no parece estar sujeto al presente.
Bajo el prisma de Sartre y otros existencialistas, la existencia antecede a la esencia. Esto es, no hacemos lo que hacemos por como somos. Sino que somos quienes somos, por lo que hacemos. No dejamos de hablar a desconocidos por ser introvertidos. El hecho de no hablar con desconocidos, nos hace etiquetar de introvertidos. La etiqueta llega después. Son nuestros actos los que nos definen. Si asumimos que es al contrario, el hombre no evoluciona. Permanece en un estado constante, sin oportunidad de transformación, y desaparece la libertad de acción en ningún planteamiento es completa, pero si asumimos que es la esencia la que antecede a la existencia, rozamos el predeterminismo, que poco tiene que ver con un determinismo evolutivo y dinámico que constantemente se reescribe a sí mismo en una ecuación de infinitas variables y factores.
Es asumible en esta tesis, que el ser está unívocamente ligado a la existencia presente, y que las categorías o adjetivos alrededor de un objeto son una etiqueta puramente estadística en muchas ocasiones naïf.
Retomando entonces el punto inicial, tenemos que asumir que toda persona puede solo estar ubicada en el tiempo presente. Una persona no es. Una persona hace, se comporta de un modo u otro. Asumiendo el planteamiento del pasado mes todo acto va encaminado a la satisfacción personal y añadiendo que cualquier conducta está encaminada a satisfacer un objetivo presente, podemos concluir que todo acto humano está encaminado a cubrir la satisfacción inmediata del sujeto. Se da la paradoja de que un ser humano pueda buscar la satisfacción personal inmediata, a través de rememorar el pasado de una felicidad ajena o planeando una conducta futura que no le afecte directamente. Pero siempre destinado a ese Yo, Ahora.
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