Siendo X otra cosa que la suma de sus actos y sus dichos, no me propuse averiguarlo y simplemente me quedé dormido.



Creo que parte de la desesperación existencial válida en cuanto a otras personas consiste en la incapacidad de conocerlas a fondo sin caer en autoengaños.

Otra parte de la desesperación existencial válida en cuanto a otras personas consiste en la capacidad de conocerlas a fondo (de sentirlas, de "saberlas") sin caer en autoengaños y, sin embargo, toparse con la desesperante imposibilidad de fusionarse en un solo ser con ellas.



Loco - Loco se alzó sobre un púlpito y declaró a cuerpo una violación. No arguyó nada debido a lo furioso que estaba; pero sí dijo que la solidez material del cuerpo era un acto de supremo egoísmo y de profunda alienación, después de eso se suicidó.



En otra parte del mundo constituido igualmente de gente como en todas partes se supo de un tipo que no podía enamorarse sin matar. Matando, argüía, se liberaba de la separación y de la recaída en la mentira. Sentía lástima de sí, del hecho de que no hallaba a nadie con la suficiente imaginación como para matarlo a él.

Acabó en la silla eléctrica, carbonizado.



El problema consiste en que efectivamente X es más que la suma de sus actos y de sus dichos. Podemos sintetizar a X, sin caer en engaños, en un instante único y a la vez constante capaz de innumerables actos y dichos y silencios en cada momento dado. X es un instante impalpable, inaprensible, imposible de robar; y, sin embargo, ese instante único y constante que X es sufre cambios de intensidad y de profundidades.



Chingui Mingui la tenía "agarrada" y se la zarandeó completa, luego se supo que ese había sido el primer baile, en pareja.



Ella se transformó, no recuerdo mucho más. No recuerdo si perdió el cuerpo o no. Pero lo cierto es que se transformó. Si hubiese perdido el cuerpo o no, me hubiese sido completamente indiferente.

Es más: para acercarse verdaderamente, en el cuerpo no hay más que un solo hueco (para acercarse).