Las letras absorbieron todo el color,
Las escribí anoche
Para verlas bailar
En el dialogo rotundo.
Se sentían intimidadas,
Las luces encandilaban.
Estaban corriendo libremente,
sin reglas ortográficas,
sin la limitación de formar el diptongo,
ni tildes,
ni acentos,
Libres como el mar.
Sobre el sillón de terciopelo,
Empolvado por las pisadas del elefante,
Y la sinagoga de fondo flameaba,
No es la primera vez, claro que no,
Si no se vería la sorpresa en los ojos del alcón.