Noche desnuda
vestida de siluetas nocturnas,
de colinas y montes palpitantes,
abre tus alas mudas
y cierra mis ojos delirantes.

Madrugada fría
cubierta de gemidos camuflados,
de pena que chorrea entre tus muslos,
muda sus gestos extraviados
y trae la lluvia a mis desiertos desolados.

Mañana huérfana
envuelta ya en deseos sepultados,
se hunde un grito agitando tu alma,
quise llegar a los recónditos inexplorados
y desatar allí los frutos encadenados.

Tarde primaveral
despierta ya de sueños húmedos,
asume su irreparable destierro
mis miradas deambularan entre recuerdos
quizás por algún tiempo vuelvas a ser mía.

Mañana retornara la noche
con otra madrugada errante,
para despertar nuevamente
con la soledad eterna y tentadora,
con un vuelo de pájaros que atravesara la tarde
anidando una ausencia desoladora.