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Mi padre que ya murió era científico electrónico e inventor....y siempre me auguraba que algún día el hombre seria solo una cabeza.....
Dedicado a mi padre, esté en la dimensión que esté
SIL.

"CABEZAS..."

Estaba sobre un cojín de cabellos. Con los ojos firmemente cerrados. Era de forma ovoide. El cartílago de las orejas, había crecido con la forma de una vela derramada. Claro que las velas formaban parte de un pasado muy remoto. De la época de las piernas y los brazos y los ojos. Cuando todavía el doctor Artinsen era un niño que salía en los periódicos por producir fenómenos extraños con sus poderes mentales. ¡Ha! que primitivos... Entonces no se usaba mas que el 10% de la integridad del cerebro.

La boca se había convertido en un tubo cartilaginoso como el de las abejas para libar. Y es que la boca ya no se utilizaba para hablar. Se hablaba con el pensamiento. El mundo estaba dentro del cerebro.
Wilhem Artinsen fue un niño prodigioso la primera vez que salió en los periódicos, y fue porque conseguía que una fila india de hormigas caminaran por los trayectos que el quería. El decía en voz alta “subiros al promontorio”...y las hormigas obedientes al paso una detrás de otra, pasaban exactamente por donde Wilhem había sugerido.
Pero no fue hasta unos años mas tarde en que el estudioso Wilhem Artinsen se atribuyó a si mismo un desarrollo avanzado de poder mental, el cual tras muchos experimentos se manifestaba, con la comunicación mental con otros seres.
Aunque lo que realmente le hizo merecedor del premio Nobel fue que logró desarrollar conversaciones extensas mentalmente entre varias personas. Y así fue descubriendo una nueva forma de lenguaje de sensaciones y fuerzas energéticas además de un submundo ilimitado que sobrevolaba interiormente el universo.

Los hombros de esa cabeza, se habían convertido en pies opuestos, que se limitaba a sujetarla, en una postura erguida de dignidad. El cabello de la cabeza crecía interminablemente, formando un mullido manto sobre donde apoyarse, en los leves episodios de descanso. Los pelos de las cejas caían en cascadas tapando los ojos, que largo tiempo habían permanecidos sellados, porque ahora el mundo se veía desde dentro. Afuera nada existía, si no para ubicar los incómodos cerebros que habían de subsistir, y que emitían esos grandiosos pensamientos fuera de si.
Y dentro del hilo de los pensamientos, el espacio infinito descubierto por Artinsen hacia cientos de años ya, era el universo observado con los ojos de la mente en un constante vértigo de aceleración. Lo que fueron palabras ahora eran colores, sensaciones, vibraciones, zumbidos, imágenes conceptuales, matemáticas avanzadas, filosofía evolutiva, había puntos en la mente para relacionarse sexualmente sin necesidad de cuerpo. Se podía hacer música mental, y deleitar enviando mensajes musicales, parecidos a la opera, con tenores y sopranos. Se podía herir con sacudidas de potencia. Se podía amar y enviar arrullos.

Se podía mover objetos con la mente, pues este fue el siguiente descubrimiento que Artinsen dio a conocer a la humanidad, la demostración y método para la telequinesia . En su larga vida ( pues fue de los primeros en morir a los 150 años de edad y con una calidad de vejez insuperable, puesto que postrado en su cama resolvía todas sus necesidades con el poder pensado) abrió innumerables escuelas piloto con el propósito de imbuir las propias capacidades en otras personas. Y como no era ambicioso, tanto dio clases a pobres como ricos, lo cual permitió que el desarrollo de poderes mentales fuera un derecho fundamental para todo el mundo. Consiguió aglutinar al cabo del tiempo un buen numero de comunicadores mentales de orden mundial, reordenando el mundo a los nuevos conceptos de necesidades.
Se podía dominar mentes ajenas con egos menos poderosos. Había grandes guerras, donde grandes pensadores habían sucumbido, siendo disminuidos por mentes mas violentas, sagaces y rápidas llamadas las “mentes frías”. Los perdedores se habían convertido en meros vegetales de subsistencia o acorralados permanentemente por alucinaciones que los inhabilitaban del razonamiento estable. Otras veces ganaban la guerra las “mentes corazón”, más sensibles, sacrificadas, apasionadas y osadas que anteponían la justicia universal a su propio temor. Esas eran épocas de gran estabilidad para la comunidad y daban lugar a descubrimientos épicos realizados por pensadores avanzados y desaforados.

La cabeza estaba en un receptáculo cerrado. Una minúscula parte de aire entraba por una guía, la cabeza lo libaba con sus labios apéndice. No necesitaba mucho para sobrevivir, aire, agua y azúcar.
Los órganos vitales humanos que habían evolucionado, se habían reducido y acoplado dentro de la cabeza, oprimidos por el todopoderoso cerebro, incluso el inprescindible corazón.
Con la utilización de las maquinas pensantes, productoras de pensamientos planos, y con el permanente dialogo cerebral tridimensional propio, se había creado un universo que prescindía de lo físico, hasta en sus diálogos. Y el cuerpo humano con el paso de las centurias se había transformado, y perdido los apéndices de los brazos y las piernas en favor al único gran órgano indispensable, dominante, y con sentido de existencia, “el cerebro”. Así lo del interior del torso creció tímidamente dentro del cráneo, lo que hizo que con el tiempo las cabezas fueran gigantescas como huevos de dinosaurio.

El lugar donde se hallaba ubicada la cabeza era parecido a una vitrina, pero encima de ésta celdilla había otra, y encima otra, y otra. Paneles como edificios del siglo XXI, dispuestos como contenedores de innumerables celdas diminutas, para enormes cabezas como huevos gigantinos, de vida aletargada y en total oscuridad. Solo se percibía el zumbido y el movimiento de las maquinas, procurándoles los productos mínimos de la existencia.
No nacían humanos, tampoco morían. Siempre estaban los mismos cerebros, con sus pensamientos avanzando por el infinito del universo.

Habían alcanzado ya, el punto donde se produjo hacía milenios el Big Bang. Allí recientemente habían descubierto, y se habían introducido, por un túnel de gusano abierto como un foso de tiempo, que los conducía a otra dimensión.
Ahora se había producido un gran revuelo sensorial.
¡La otra dimensión estaba habitada! Había miles de millones de entes incorpóreos. Pero lo que produjo mas asombro entre los hombres Cabeza, es la sensación que les transmitían esos seres. Era éxtasis, siroco, fiebre, delirio, “era amor”.
Los hombres cabeza habían llegado a la conclusión que ésta era la morada celestial, y que habían encontrado, al legendario Dios de los humanos. En un enlace extra universal toda aquella mixtura de animas eran las millones de personalidades de un solo ser, y todos formaban parte de ser dios.

Los hombres Dios, eran los muertos de sus antecesores (los antecesores de los hombres Cabeza), cuando la muerte aún existía.
Eran los espíritus de aquellos cuerpos primitivos que existieron, que vivieron una vida, con brazos y piernas, que sudaban y sangraban, que tocaban instrumentos, que inventaban maquinas, que araban tierra, que construían palacios, que pintaban cuadros, que leían libros, que leían mapas y viajaban por su pequeño planeta que les servia de suelo, que enterraban a sus muertos, que cazaban otras bestias, que estudiaban las leyes fundamentales de la naturaleza.
Y allí estaban sus esencias fusionadas en un sentimiento profundo de locura y alegría. Su incorporeidad les concedía el beneplácito del amor infinito, simultaneo y trasgresor.
Les dieron a los hombres Cabeza una efusiva bienvenida. Y los hombres Cabeza dieron por terminadas sus incongruentes guerras, y sucumbiendo a este nuevo y potente sentimiento, y se unieron y aprendieron otro modo de expresión, la fusión del....”el amor celestial”.

El pensamiento se separó de la cabeza, reclinada sobre una mullida mata de pelo. La cabeza se fue disecando temporalmente. Todas las cabezas se disecaron en sus urnas, en sus torres y torres de urnas, y ya solo eran cáscaras vacías dispuestas a convertirse en polvo. Y un fuerte viento sobre la tierra, derribó las piedra sobre piedra, y al cabo de mucho tiempo todo fue tan bello como un paraíso, libre y salvaje y sin la macula de la humanidad.
El pensamiento de los hombres Cabeza se había convertido en sentimiento, y era totalmente amor. Todos se habían trasladado mentalmente a aquel lugar sin paredes, sin cuerpos y sin uso de razón. Así mas allá del universo, un multi-dios de multi-entes había multiplicado su tamaño retroalimentadose de su alegría, euforia y pasión.
Así todo el recontra universo dio otro giro a la tuerca de su primorosa maquinaria, orgánica e inorgánica, y el amor y la belleza convirtieron su naturaleza en arte, para ser admirada de parte a parte.

Silvia Escario
Agosto 2005

Texto agregado el 08-10-2005, y leído por 202 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
01-01-2006 Ufffffff!!!! Ufffff!!! Qué pasada Silvia!!! Es un cuento de ciencia ficción bellísimo, bestial y alucinante. NO sé ni quiero pensar lo que Assimov Chrichton o Arthur Clarke hubieran opinado de él de leerlo, pero solo te diré una cosa. Esatá a la altura de los grandes del género. Y no exagero, yo los he leído a todos ellos y esto no desmerece una pizca de sus apabullantes historias. Eres buena, muy buena en esto... Pero... ¿dónde están tus lectores del género? Tal vez en esa página en la que publicas. Ahora, ya no recuerdo como ir. Pero creo tener su dire por ahí. La encontraré!!!!! Y voy a leerte amiga esto es grande. Un saludo y muchas*S josef
11-10-2005 no. pues maravillosa la conexion amorosa del universo. yo me mantengo esperando ese dia para vivir de verdAd .chida. chida nanaxemi
 
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