El miedo le impedía empezar cualquier tarea. Era primera vez que estaba solo luego del infarto que casi lo enviara a la muerte. Recordaba aquel instante: estaba seguro que se moría, el frío hería sus manos, sus pies, luego subía por todo su cuerpo; un dolor que quemaba se agolpaba atravesando su pecho, lo inmovilizaba, lo dejaba sin poder hablar… toda su vida se le presentó en un segundo, con estupor recordó detalles que le avergonzarían delante del más avezado de los hombres… Y de pronto el pánico, alguien le pediría cuentas por su pasado, estaba seguro…no podría volver a decir lo mucho que amaba a su mujer y su hijo, no podría acariciarlos… sus últimos pensamientos eran para ellos…
Tuvo suerte, alguien le encontró en el instante que perdía el conocimiento... Ahora se encontraba en su casa, solo, y aunque era de día y el sol centelleaba luminoso en el firmamento, no podía estar tranquilo. El miedo le hacía temblar. Miedo a morir. Salió al patio, cruzaba y descruzaba las manos, buscaba a sus vecinos con la mirada, alguien, alguna presencia que le diera seguridad. Temblaba entero, se sentía absolutamente desamparado… Se sentó en la puerta de su casa y trató de calmarse. No podía estar dentro, sólo, desesperado… Recordó el celular en su bolsillo y lo apretó con más fuerza, cualquier cosa que pasara le bastaría con apretar la tecla de seguridad, su mujer lo había dejado dispuesto. Se relajó un tanto, miró el firmamento y apreció las flores que empezaban a brotar en el jardín. Nunca antes las había apreciado como ahora…
Se dio ánimo y siempre con el celular cerca de su mano entró a la casa. Sintió hambre y se sirvió un jugo. Encendió el televisor, era mejor que estar en silencio. En la mesa encontró un álbum de fotos que abrió casi distraídamente… Entre todas las fotos había unas que no había visto; se reconoció en ellas demacrado, angustiado. Eran las fotos del hospital. De pronto el miedo volvió a apoderarse de él y desesperadamente se quiso incorporar. No pudo, el frío empezaba de nuevo a atormentarlo, el dolor en el pecho lo inmovilizaba… recordó el celular y apretó la tecla de seguridad. Una voz demasiado conocida le contestó: “Tu saldo es insuficiente para realizar la llamada…aprovecha y recarga ahora con tu tarjeta de luca… podrás hablar quince minutos…”
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