Una tarde como cualquier otra, caminando de salida del trabajo, de repente tu mirada topándose con la mía y de nuevo el destino, cómplice amigo, cruzando nuestros destinos.
Charla superflua, salpicada de vino tinto, tan solo para ponerse al día. Y después, como suele ocurrir en estos casos, una cosa que lleva a la otra y al final solo tu y yo en la intimidad. Besos suaves profundos que van alterando nuestros sentidos, las manos que cobran vida y en deseperado frenesí recorren los cuerpos con avidez. Dedos ágiles que desabotonan y bajan cremalleras hasta lograr su propósito, y así al fin tu cuerpo y el mío compartiendo su desnudez. Tu piel morena, la mía mas clara, exótico contraste que siempre consigue exitarme. Tu lengua de fuego que acaricia, que quema, que recorre de palmo a palmo, encogiendo y estirando mi cuerpo de placer. Tu lengua en mis labios, los de abajo, capullo que encierra preciado botón, punto clave que de manera experta consigues hacer reventar de placer. Mis labios, los de arriba, de donde brota entre gemidos tu nombre, mis dedos que se entretejen con tu cabello. Mi cuerpo, arco que se curva y se tensa a tus designios y tú, la flecha que quiero que me penetre cuando el placer llega al límite, cuando la ansiedad me inunda y solo tu puedes saciarme. Te quiero dentro, te quiero duro, te quiero invadiéndome. Y así te siento y comienza la danza donde brazos y piernas se confunden, donde se forman extrañas figuras y no se sabe donde comienzas tu y donde termino yo, ritmo disonante que se acopla paso a paso hasta bailar al mismo son. Calor que sube, el corazón que quiere explotar, la respiración agitada, maraña de suspiros, gritos y gemidos, las uñas que se clavan en la carne y aumentan el placer. Y de pronto nada, se pierden los sentidos, elevándonos hasta la cima, corrientes electricas que nos recorren, explosión cósmica, miles de estrellas cayendo sobre nosotros; y comienza el descenso, lento, pausado, el corazón que poco a poco recupera su ritmo y la respiración que se va calmando. Me estiro y los últimos vestigios de éxtasis me recorren, me acomodo en el espacio que tu cuerpo me guarda, la mirada adormilada y una enorme sonrisa de gozo en el rostro. Te respiro y me inundas, me siento llena de tí y entonces tus dedos comienzan de nuevo la traviesa exploración, el fuego se enciende de nuevo y el ansia por comerte renace entre mis ávidos labios que sin verguenza te lamen, te besan, te muerden. Y volvemos a ser bosque en llamas, flamas que crepitas arriba y abajo, que oscilan de lado a lado, volcán en erupción, hasta que la calma regresa. Una danza que sin haber terminado comienza de nuevo hasta dejar los cuerpos saciados y el alma plena.....tan solo hasta la próxima vez. |