Conjunción no buscada
modelada por manos invisibles,
que inevitablemente nos enfrentó
al desafío infinito que nace misterioso
para encontrarnos,
sin preguntar.
El tiempo transcurría
los cuerpos en abandono,
imperceptibles latidos
se intentaban mostrar,
tantas veces cedimos al miedo
que quedaban pocas esperanzas
y sin aviso,
empezaban a escapar.
Una luz cambió el destino preescrito,
las idas y venidas
esta vez evitadas:
se estacionó el deseo por un segundo
y renacieron las ideas
escondidas en la piel.
Y abrimos los ojos.
Se encontraron las miradas,
nos hablamos con pensamientos:
mis labios,
reclamando tu boca,
mis manos
esperando por tu espalda.
Claros se mostraron los senderos
que tu cuerpo
me invitaba a recorrer,
familiares espacios desconocidos
que mis pasos
intentaban explorar.
Temblamos,
sin razón aparente.
Intuimos era el anuncio,
que desde antes esperamos,
sin esperar.
Un susurro quiebra el silencio
respiramos,
al fin los fantasmas aprendieron a escapar.
Descubrimiento,
de soledades que se encuentran;
la desnudez de dos cuerpos.
Se apaga la mente por un instante
y me sumerjo en la promesa
que tienes para mi.
Atesoras cada huella,
y mi rastro
tatuando dibujos en tu piel,
el camino
se volvería a recorrer.
Volvimos a temblar,
arrastrados por torrentes silenciosos.
Los latidos se unieron,
para transformamos en uno:
aprendimos a volar
hasta cansarnos.
Respiramos agotados,
descansamos satisfechos.
El mundo nuevamente girando,
retornamos a la espera,
sin buscar.
Hasta que se agoten los recuerdos.
|