Caminábamos por la playa en esa noche bañada de una luna enorme que hacia la noche clara, el mar estaba calmado y la brisa fresca, hacían de la velada algo romántico de muy buen buquet, al fin después de caminar unos veinte minutos por fin pudimos dar con nuestros amigos, había una enorme fogata y la música estaba a buen volumen, Andre nos recibió con cerveza y empezamos a bailar y cantar con los demás...

Comenzó a sonar nuestra canción… (Turn your lights down low, And pull your window curtains; Oh, let Jah moon come shining in Into our life again, Sayin': ooh, it's been a long, long time; I kept this message for you, girl…), la que siempre nos transporta al cielo, nos hace volar… donde nadie más parecía importar excepto nuestras dos almas.

La luna parecía nuestra única aliada, ella comprendía todas nuestras locuras pues había estado presente desde el primer día que nos conocimos. De pronto al terminar la canción caímos lentamente de ese profundo trance, la fogata ardía y los demás cocinaban la cena, nos tomamos de las manos y comenzamos a cantar, era una noche especial habían anunciado que habría un eclipse de luna y que mejor lugar que pasarlo en la playa donde el cielo se une con el mar.

Así fue pasando la noche y cada vez nos perdíamos entre nuestro ritos de pasión y locura, pasada la media noche se dio inicio al eclipse que nos robo toda la atención era el reflejo de nuestras almas tragándose entre sí, todos con el paso de las horas fueron cayendo borrachos en la playa otros preferían irse a un lugar mas privado de la playa pero nosotros nos habíamos perdido hacia mucho rato yo dentro de ti y tu me acogías en tu interior sin ni siquiera percatarnos de la mas mínima presencia viva a nuestro alrededor, la música seguía a todo dar y la fogata calentaba más nuestros cuerpos sudorosos y jadeantes mientras las olas del mar acariciaban suavemente nuestros pies dejándonos un cosquilleo aún mas excitante...

El eclipse paso y todo lo que pudimos apreciar de el fue su gran luz iluminando nuestros cuerpos y nuestras miradas cómplices una vez más de nuestra infinita alegría. La música sonaba al compás de nuestro propio baile. Al final nuestra danza es suave y segura tanto que nos lleva al punto entre lo real y lo irreal, reímos y lloramos, callamos y gritamos al sentir la emoción, nos levantamos y observamos como la noche brilla, la brisa y el viento nos hacen volar y desear que no haya sido más que un juego.


(una tarde todo pasa o puede pasar, es cuestión de soñar)