De día vivo. De noche sueño. Mi vida es una esponja seca, y se mojaría, se llenaría de sangre. Nunca pasa nada. Casa, trabajo, casa y soledad. Pero me reservo las noches. Esas son mías. Ese es el momento donde realmente me siento vivo. Cuando duermo, cuando sueño. No se como empezó todo esto. Pero sé cuando.

Era chico, de entre 7 o 11 años. No sé bien que me pasaba en ese momento, solo sé que lo que viví en mi sueño. Vi una flor. Sola en el medio del campo. La flor rodeada de pasto, plantada y con sus pétalos brillando hacia el sol. El sol no lo vi, lo debo haber imaginado después. De repente la flor desaparece. Y ya no quedo nada. Solo el pasto. Me desperté y llore. Esa noche me orine en la cama. Cuando mi madre se dio cuenta me humillo durante semanas delante de mis amigos.

Cada día me estaba quedando mas solo. Cuando crecía mis sueños se iban apoderando de mi cada día más. Ya de adolescente soñé con la escuela secundaria. Era un buen alumno en ese momento. Siempre callado, en la mitad del aula. Era un espectro que estudiaba por obligación. Ni siquiera sabia el nombre de mi compañero de banco. Una noche soñé con mis compañeros. Yo estaba sentado en el medio del aula. Todos estaban alrededor mío. Se reían. Yo no los soportaba. Me agarraba la cabeza con desesperación. Cada vez era mas y más fuerte. De repente gritaba. De mi boca salían palabras mudas. En mi mano, un cuchillo. Lo use para silenciarlos. Sentí como la hoja del cuchillo se hundía en la garganta de una chica rubia. La sangre se escurría por mi brazo y la sentía caliente. Me gustaba sentirla caliente. Seguían riéndose. Grite devuelta. Mate devuelta. Uno por uno. El la sangre de uno se mezclaba con la de otro. Mas adentro y arriba. De tan bruto que era le arranque la cabeza a uno y la patee como una pelota de fútbol. Con los cuerpos forme un fuerte alrededor mío. Me desperté asustado. Por adentro, sonreía.

Mis problemas para comunicarme con el exterior siguieron. Un año mas tarde conocí a Selene. Apenas la vi me enamore de ella. Sentí que con ella podría vivir para siempre feliz. Pero ella ni siquiera sabia de mí. Me conocía como "el mudo". Para ella yo era ese. Hasta que soñé con ella. La vi en el agua. Nadando como un pez en el mar. Sus ojos cerrados, su sonrisa pétrea. De repente me miro y me beso. Y se fue nadando. Esa noche comencé mi relación con ella. Selene en mis sueños era todo para mi y yo era todo para ella. Solo en mis sueños, porque yo era "el mudo" en la vida. Nos amábamos, nos besábamos, nos acariciamos y hasta tuve mi primera relación sexual con ella. Pasábamos horas y horas juntos. Toda la noche. Todo el tiempo que duraba mi sueño. Cuando me iba a despertar lo presentía y lloraba dormido. La despedía y ella a mi. El "hasta mañana mi amor" se hizo clásico. Todas las noches ella me esperaba sentada, en una piedra junto a un mar rojo.

A Selene en persona no la vi más. Terminó el secundario y ella siguió su camino. Seguramente se seguiría viendo con algunos de sus compañeros de clase. Pero no con "el mudo", quien para todos, era un misterio. Estudié y me recibí. Conseguí trabajo y gané dinero como para comprarme una casa y vivir solo. Dormía muchísimo todo el tiempo. Sólo para seguir estando con ella en mis sueños. Siempre joven, siempre como la recordaba. Pero yo envejecía. Tuvimos un hijo. Había conseguido una familia. Pero despertarme era un castigo que aumentaba siempre. No me quería despedir, quería dormir y estar con ella, con el.

Un día me dormí y no desperté. Pero a ella no la vi. Soñé con un campo. Con una flor plantada y sus pétalos mirando al sol. Corrí hacia la flor y no la alcance. Cuando estire la mano, la flor desapareció. Y yo me planté en su lugar. Para siempre y sin Selene.