Nota: Esta es una historia totalmente verídica. Los nombres han sido cambiados para proteger la privacidad de las personas involucradas. Esta historia esta en proceso. Habrán modificaciones conforme le voy dando revisiones y conforme viva nuevas experiencias.
Alguien una vez dijo que la vida es la mejor escuela. No parece haber un solo día en el que se pierda una lección. Eso es muy cierto. Las experiencias adquiridas en la vida, por duras que sean, son una forma de purificarnos y hacernos mas sabios y prudentes. Aprendemos a ser pacientes y a tener fe en Dios. Como persona cristiana siempre he puesto mi fe en Dios. Pero a veces las circunstancias hacen que pierda la fe. Eso me pasó a mí a principios de año. Por cinco largos meses estuve descarriado. Me sentí solo, sin amigos, olvidado y en deseperación. Pero ahora miro hacia atrás y veo que Dios cuidó de mi durante ese tiempo. El tenia un plan perfecto para mi vida. Era cuestion de esperar a que El actuara.
Hace dos años, justo un mes antes de que las Torres Gemelas del World Trade Center se derribaran por los viciosos ataques terroristas, me mudé a la ciudad de Nueva York procedente de Puerto Rico. Atrás dejé un buen número de amigos así como un buen trabajo. Llegué a esta ciudad esperanzado de encontrar una mejor calidad de vida y mejores oportunidades de desarrollo profesional y personal. No fuí a aventurar pues ya tenía un empleo en el Departamento de Educación de la ciudad. Sin embargo, las cosas no fueron como yo esperaba y dejé el trabajo. Como yo no había completado el grado de Maestría en Puerto Rico, pensé que esta sería una buena oprtunidad para dedicarme en cuerpo y alma a terminarlo. Inmediatamente solicité en varias universidades y fuí admitido en una de ellas.
No hay lugar a dudas, Nueva York es una ciudad de oportunidades. Yo me encontraba muy felíz por esta puerta que se estaba abriendo. Sin embargo, no me encontraba satisfecho del todo. Como dije antes, en Puerto Rico dejé muy buenos amigos. Ahora me encontraba en una ciudad diferente, rodeado de personas de diferentes países y culturas. ¿Podré encontrar amigos aquí? Eso no era todo lo que me estaba faltando. Cuando estaba en Puerto Rico, yo fuí voluntario en "Big Brothers/Big Sisters of Puerto Rico". Esta es una institución de orígen americano en la que adultos responsables son pareados con niños y adolecentes desaventajados, mayormente de hogares en la que la figura paterna está ausente. El adulto se convierte en lo que se conoce como un mentor (o mentora) para ese niño o adolescente. Yo tuve la oportunidad de ser un mentor para un niño de 11 años. Fue una de las experiencias más enriquecedoras y extraordinarias que yo haya podido tener.
Mientras proseguía con mis estudios, solicité en una de las agencias locales de esta entidad. Esta no fue la única ya que habían otras organizaciones similares que ayudan a la niñez y juventud de esta ciudad. Habiendo tenido la experiencia de Puerto Rico, pensé que, siendo esta ciudad tan rica en oportunidades, yo iba a ser muy exitoso en esta tarea. Nada más lejos de la realidad. Fuí rechazado por una de ellas. Y aunque fuí aceptado en otras dos, mis éxitos no pasaron de ser muy relativos.
Esto me llenó de mucha tristeza y desilución. Como si esta frustación fuese poca, me encontré en la situación de que estaba completamente solo (a parte de mi hermana, cuñado y sobrina que viven en esta ciudad). No tenía amigos, excepto por una joven polaca que estuvo casada con un puertorriqueño y quien domina muy bien el español. Me sentía desorientado, desilucionado, vacío. Había perdido completa fe en Dios aún cuando asistía a la Iglesia. Llegué a hacer cosas de las cuales hoy me averguenzo.
Pero Dios estaba conmigo y el no me abandonó ni un instante. Durante la primera sesión de verano en la universidad, yo me encontraba trabajando como asistente de cátedra en el Departamento de Química de dicha institución. Un día, despues de terminada mi tarea en la mañana, me dirigía hacia la oficina de los asistentes de cátedra. En la oficina se encontraban dos estudiantes: Karina y Giovanni. Ambos estaban buscando una persona que les diera tutoría de Química. Karina estaba negociando con una asistente de cátedra pero no así Giovanni. Estando yo en una situación económica un poco crítica, me ofrecí a ser el tutor de Giovanni. Acordamos comenzar la primera sesión esa misma semana.
Cuando decidí darle tutorías a Giovanni, lo único que pensé fue en el dinero que podría ganar. Pero también vi la oportunidad de hacer amistad con el. Estaba tan necesitado de amigos que cualquier oportunidad que se me presentase tenía que aprovecharla. Pero, ¿cómo podría yo comenzar una amistad con un joven que tan solo tenía 19 años mientras que yo tenía 36? La tarea no iba a ser fácil. Así que pensé que lo ideal sería convertirme en una especie de mentor. Esto me parecía absurdo en un principio. En Puerto Rico, había sido mentor de un niño de 11 años. Siempre pensé que solo niños y adolescentes necesitaban de un mentor. Sin embargo, en Giovanni encontré un joven adulto que necesitaba de otro adulto que lo guiara y motivara en el aspecto académico. Mirando hacia atrás, yo tambien estuve rodeado de personas adultas que fueron mis mentores y mentoras aún cuando yo era adulto. La verdad es que la edad no importa.
Cuando comenzé a darle tutorías a Giovanni, pude darme cuenta del potencial que había de ganarmelo com un amigo. Al transcurrir las semanas, comenzé a realizar que no solo estabamos construyendo una amistad pero también yo estaba haciendo una diferencia en la vida de este joven. En la primera sesión de verano, Giovanni obtuvo una nota de A en su clase. Eso me llenó de alegría y satisfacción. Sin lugar a duda, yo hice la diferencia e impacté su vida. En otras palabras, me convertí en su mentor. Lo que no había logrado en estas agencias de mentoría lo estaba logrando con Giovanni.
No solo eso estaba logrando. Estaba ganado un amigo. Un amigo muy especial. El mismo me ha dicho que el encontrarnos aquella mañana en la oficina no fue una casualidad sino la voluntad de Dios. Yo estoy totalmente de acuerdo con esa aseveración. Realmente fue Dios quien hizo que nos encontrásemos. Giovanni ha logrado mejorar en un 100% sus notas y yo he logrado recuperar mi fe en Dios. Ahora no solo tengo un amigo, tengo una persona a quien impactar en su vida. Varias veces Giovanni me ha dicho que yo he hecho mucho por él, que he cambiado su vida. Pero lo que no sabe es que él también ha cambiado la mía.
La primera sesión de tutorías con Giovanni se dió un Viernes temprano en la tarde y se extendió por casi dos horas. Al final, Giovanni quedó tan complacido con mis servicios que me pidió por más horas de tutoría. Acordamos reunirnos en mi hogar el siguiente Domingo ya que el es Israelita y observaba el Sabath. Como el no tenía mucho dinero, le ofrecí un precio especial por mis servicios el cual era accesible a su presupuesto. Ese primer Domingo yo pude darme cuenta de que había potencial para desarrollar una amistad. Sin embargo, el hecho de que el era judío y yo puertorriqueño no me daba muchas esperanzas. Después de vivir casi dos años en esta ciudad, había llegado a la conclusión de que la diferencia cultural era un obstáculo para tener amigos. Giovanni me demostró que yo estaba equivocado.
Coincidiendo con esa primera semana, recibí una llamada del Centro de Tutorías de la universidad para una entrevista de empleo. Yo había solicitado trabajo en dicho centro hacía un par de meses atras pero no había sido llamado. Fuí entrevistado y reclutado esa semana. Un par de días después recibí una llamada del centro informandome que un estudiante se había registrado conmigo. Cuando me dieron el nombre y la información de mi estudiante, sonreí con disimulada sorpresa. Mi primer estudiante no era otro que Giovanni. Tanto el como Karina estaban recibiendo tutorías en el centro con un tutor. Pero ninguno de los dos estaban satisfechos con el servicio. Esa fue la razón por la cual ambos estaban buscando tutorías aquella mañana. Tan pronto Giovanni supo que yo había sido reclutado, pidió cambiarse conmigo. Karina trató de cambiarse pero no tuvo suerte. Sin embargo, yo me ofrecí a darle tutorías extras. A pesar de que Giovanni estaba ya registrado conmigo en el Centro de Tutorías, el siguió asistiendo los Domingos para sesiones extras que yo le cobraba a un precio razonable.
Al terminar la primera sesión de verano, recibí una llamada de Giovanni. Su voz, quebrada por la emoción, se apresuró a informarme de que había recibido una calificación de A en el curso. No encontraba como agradecerme el tiempo que yo le dediqué a él. Esto fue algo que me embargó de emoción. Realmente hice la diferencia. Fuí una influencia para el superarse. Cuando comenzamos la segunda sesión de verano, decidí que no iba a cobrale por las tutorías de los Domingos. Giovanni insistió en pagarme pero yo le dije que el Centro de Tutorías me pagaba muy bien. Además, el número de estudiantes en el centro había aumentado grandemente, dandome la oportunidad de trabajar muchas horas a la semana.
Durante esa segunda sesión de verano hubo un progreso notable en Giovanni. Cuando yo me ofrecí a darle tutorías, el se encontraba un poco renuente a aceptar mi oferta. El mismo me confesó que cuando ingresó a la universidad su concentración era Programación en Computadoras. Pero no se sintió a gusto y después de un semestre, decidió cambiarse a pre-farmacia. Sin embargo, el no tenía mucho entusiasmo ya que su trasfondo en Ciencias en la secundaria era muy pobre. Nunca antes había cursado una clase de Química y los clases de Ciencias que cursó no fueron lo suficientemente interesante para motivarlo. Aun así, decidió tomar las tutorías conmigo, segun él, para darse una oportunidad. Tras la primera sesión de verano, Giovanni había cambiado su actitud. Ahora se encontraba más motivado, interesado y dispuesto a aprender. En el último examen que tomó esa segunda sesión, obtuvo 100/100.
Pero el progreso de Giovanni no se limitó al aspecto académico. Su relación conmigo fue también creciendo y estrechandose. Ya no era solo su tutor; ahora era su amigo, confidente y mentor. Todos los Domingos tomabamos un receso para ir a la pizzería de la esquina a conversar mientras saboreabamos de una deliciosa pizza. No solo eso, en varias ocasiones salimos al cine y a caminar por la ciudad. La última vez que salimos al cine dos semanas atras, vimos una película titulada "Seabuiscuit". La misma esta basada en un hecho verídico ocurrido durante la gran depresión. La película nos presenta como la vida de tres hombres fue cambiada por un caballo de carreras con defectos físicos llamado "Seabuscuit" y aún por ellos mismos. El dueño del caballo, quien había perdido a su pequeño hijo tragicamente, ganó en el joven jinete un hijo. En cambio, el jinete ganó en él y su esposa a los padres que lo abandonaron cuando tenía 16 años. El entrenador del jinete, quien no tenía a nadie a su avanzada edad, ganó una familia en ellos. Al final del filme, el jinete comenta: "Las personas creen que 'Seabiscuit' es un caballo que nosotros restauramos, pero estan equivocados. Fue él quien nos restauró". El tema de la película no podía ser mas apropiado. Giovanni piensa que yo impacté su vida. Y es muy cierto. Lo que no sabe es que fue él quien me impactó.
Como bien dije anteriormente, la vida es una escuela. Al final de estas dos sesiones de verano, yo había recuperado el ánimo y la fe en Dios. Decidí que si había logrado un impacto en la vida de Giovanni, aun tenía la oportunidad de hacer la diferencia en la vida de un niño o adolescente a traves de otras organizaciones de mentoría. Recientemente fuí a una oficina en Manhattan para informarme del proceso para convertirse en mentor voluntario. El manejador de casos resultó ser Latino. El y yo tenemos el mismo sentir con respecto a ayudar a la juventud latina que se abre pasos en un ambiente hostil y lleno de prejuicios en esta ciudad. Una de las personas que tuve en mente como referencia era Giovanni. Tras obtener una solicitud de parte de la agencia, le dejé saber a Giovanni mis intensiones de incluirlo a el como referencia. Su gratitud hacia mi es tal que no titubió en aceptar mi pedido.
Ahora entiendo todo el plan de Dios. Es como si todo lo que viví durante este año fuese un complejo rompecabezas que Dios sabiamente estaba armando. Ahora veo como las piezas van cayendo en su lugar. Era el plan de Dios ser rechazado anteriormente por otra agencia. Estaba en el plan de Dios que Giovanni cruzara mi camino. Dios lo puso en mi camino para que yo hiciera la diferencia en su vida y aportar un granito de arena. Ahora Giovanni se convertiría en una excelente referencia. Yo he sido un mentor para el. He hecho la diferencia en su vida. Ahora él me puede ayudar a hacer la diferencia en un niño. Ciertamente Dios obra de manera misteriosa e incomprensible.
Un nuevo semestre está por comenzar. Giovanni y yo nos hemos mantenido en comunicación en estos días. Al igual que en la sesión de verano, yo voy a ser su tutor tanto en el Centro de Tutorías como en mi hogar los Domingos. Apenas puedo esperar comenzar estas sesiones. Es realmente un placer ayudar a las personas sin esperar nada. Sin embargo, Giovanni me ha dado algo en cambio: su amistad. En una ciudad con gente fría como lo es Nueva York, es un verdadero milagro encontrar personas que brindan su amistad. Sin lugar a dudas, Giovanni es un milagro. Me ha demostrado que la amistad fluye mas espesa que la sangre.
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