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DESPEDIDA


Había tanta gente que no fue difícil colarme en medio del tumulto. Estaba todo el mundo elegante así que tuve que buscar lo mejor que había en mi casa para que después mi informalidad no llamara la atención. La gente hablaba y sonreía, se podía sentir el ambiente de celebración que rondaba el lugar… y aunque el frío era tan fuerte que helaba los labios, dentro de la multitud no se sentía tanto.

La cita había tenido gran aceptación al parecer, pues parecía que había mas gente afuera que adentro. Las puertas estaban abiertas, pero era tanta gente agolpada que solo se distinguía el eco de quien hablaba adentro

– Adentro están solo las familias! -Dijo una viejecilla que miraba con ganas de iniciar una conversación para matar el frío
Yo solo sonreí y volví la mirada para seguir tratando de ver algo. La verdad, no tenia ganas de hablar… solo de observar.

Luego de un rato se acentuó el bullicio, al parecer ya venían… por que la gente se abrió cual mar ante moisés y se dejo percibir una gran alfombra roja con bordados escarlata. El momento ya era una realidad.

Poco a poco comenzó a salir gente por las grandes e iluminadas puertas adornadas de blanco. Cada vez las caras se hacían mas conocidas y el pasado volvía tan claro como el coro que cantaba caminando hacia el exterior. Ahí fue cuando vi a José, su hermano, que vestía elegantemente y sonreía como muchas otras veces, como cuando nos juntábamos a conversar de la vida, o cuando jugábamos hasta tarde en algún olvidado lugar. Sonreía y avanzaba por el gentío que lo saludaba y no dejaba de mirar hacia la puerta. De pronto y mientras detenía el caminar me vio y su cara cambio de aspecto; miro había abajo un tanto incomodo y siguió como si no pasara nada… fue duro pero no alcanzó a importar tanto pues el aplauso de la gente interrumpió mis pensamientos… pero no mis nervios.

El momento había llegado y apareció ella en la puerta, apareció blanca, hermosa, tan hermosa como siempre, como en aquellos días, pero sonriente y segura como nunca antes.

En un instante todo se borró ante mi y mis ojos disfrutaron a aquel ángel, tal como en esas noches de mar, como cuando dormimos juntos, cuando conversábamos hasta mas no poder por que los momentos eran tan furtivos y escasos que aprendimos a alargar un segundo para que durara horas; sentía nuevamente todo lo lindo, lo maravilloso que fue compartirme con ella, y al mismo tiempo venían a mi todos esos momentos que nunca había querido repetir en mi mente… recordé su cara en el vidrio mientras se alejaba por el camino, recordé lo mucho que me costaba verla, los momentos incompletos, recordé mi espera y mi amor incondicional, el que me hizo hacer tantas cosas… como el día de su graduación, cuando me vestí de traje para brindar por ella en la soledad de mi casa, mirando la luna, mientras estaba de fiesta en su hogar, cuando miraba su casa desde lejos y la veía disfrutar sus metas y mirar por su teléfono aquel saludo que le enviaba desde lejos. También recordé aquel día, cuando me pidió que la fuera a buscar a la universidad, estaba feliz por la invitación, hasta que la vi y su cara me pareció otra… estaba apoyada en un pilar esperándome mientras a unos metros un hombre sostenía sus libros, los mismos que fuimos a comprar juntos a esas picadas que se me ocurría llevarla. – no eres tu es la situación, -no puedo seguir así! –¡es necesario!.

Cuanto lloré ese día al saber lo que había decidido, cuanto tiempo me encerré sin querer saber del mundo. Fueron tiempos difíciles que hoy cobraban vida nuevamente.

- Braaaaaaaaavo! –Gritó la gente y desperté de la ensoñación en que me habían sumido los recuerdos.

- Vivan!! -Gritó una señora mientras las manos de todos se elevaban hacia el cielo para hacer llover arroz como la mas hermosa nieve que cae en las montañas… Ante mi… ellos… felices.

Tomados de la mano descendían por la alfombra recibiendo el aplauso de los presentes, saludaban y posaban juntos para los flashes de luz que emanaban de todos lados. De atrás salía junto con el sacerdote su padre que luego la abrazaba mientras su madre abrazaba al novio. En sus ojos se notaba esa aprobación que nunca hubo antes, y en el estrecho apretón de manos de suegro y yerno, la confianza que se presentaba por primera vez con vida.

Escondido tras un grupo de señoras la vi pasar frente a mi, con un bello anillo de oro blanco en su mano, no se si fue mi imaginación pero creo haber sentido su aroma desde lejos, ese aroma que siempre me gustó tanto, y que aun suelo sentir al recostarme en mi cama.

- el beso, el beso! –coreaba la multitud entusiasmada. Pensé en mirar pero mis ojos se nublaron tanto que cuando me pasé la mano ya no estaban. La gente comenzaba a marcharse, yo así lo hice también.

Caminaba a pasos lentos, como tratando de exhalar a bocanadas mi destino, como tratando de digerir mi amargura y mi llanto de cristal. Las cuadras duraban kilómetros pero poco a poco fui alejándome del lugar, sin poder alejarme de mis sentimientos. Miré al cielo y la luna se había ido por entre las nubes.

Al llegar a una esquina pasó ante mí un hermoso auto adornado con cintas blancas que tocaba fuerte sus bocinas… Levante mi mano para saludar… mientras con la otra apretaba su foto a mi pecho.

Faltaba aun para llegar a casa… seguí caminando por la noche fría que se haría mas fría mas adelante.

Texto agregado el 12-10-2003, y leído por 249 visitantes. (0 votos)


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