La wea es que cuando el Loco Lucho vio La Matrics se quedó como enrrolla’o, y saliendo del cine apretó raja a uno de estos ciber cafés donde dijo que el tal Nio seguramente lo encontraría. Navegó por horas el pendejo de mierda, y obviamente los resultados fueron cero. Una vez, en un pub, se le acercó una mina (rica la tonta), y le dijo que era bueno que estuviera allí, ya que lo habían estado esperando desde hace algún rato. El loco se quedó hasta que cerraron, y lo más cercano a un centinela que se le acercó, fue una “zapatilla” que se lo llevó en cana por ebriedad y disturbios. Allá antes le decíamos el Loco Lucho, ahora es el Matrics, y se enrolla con historias sobre su verdadera procedencia, de una ciudad bajo la tierra llena de personas que han logrado, o han sido despertadas. El loco tenía a la mina gordita, y la patió; el muy buche la dejó tirada después que le dijo que ella sólo era un programa de La Matrics para embolarle la perdiz, pero que era más astuto y se dio cuenta antes. El loco es medio choro, pero no es flaite, bueno, quizás un poco. Vive de las rentas de su madre que se rompe el culo trabajando para él y sus dos hermanas… Una vez me metí con una, la Flaviana. A la wueona la tenía chata. La despertaba a las tres de la madrugada y le preguntaba si ella recordaba algo de cuando era chico, porque él decía que no tenía memoria (de las quince lucas no se acordó ni wea). El mes pasado lo sacaron de la Blondi raja y como con seis papelillos de pasta base. “La Matrics no se rebaja a los flaites como vo’, loco culiao”, le decía el Morfeo, que en realidad era el amorfo, por lo negro y feo, pero que el Loco Lucho lo rebautizó en un carrete como el Morfeo. Se agarró una mina espectacular esa misma noche, y le contó la historia, y le dijo que desde ese momento se llamaba la Triniti…; la mina se lo creyó el cuento, porque la Triniti es más loca que una cabra, que cuando no está fumando pasta, se está “conectando” a la Matrics, pero con agujas de carne por la boca… jajaja… Para colmo, el profe de química era un viejo a la antigua, pero joven, que se vestía siempre con el mismo traje negro, y la misma chanta corbata negra, y se engominaba entero, y los viernes, cuando se tiraba a la Pola, la del 4° B, se ponía los lentes negros para el sol, de esos que dicen “no me pise la mercadería, por favor”.
Cuando se cagó a su mina con la plata que le daba el gobierno a través de la Fundación Acoge, lo primero que hizo, fue comprarse un celular en el persa, negro, con pantalla de fondo negro y las letras en verde. La primera llamada fue para el profe de química, obviamente: “tenis claro que a mí no me vai a llevarme”. Se quedó dos horas escondido en el baño del liceo esperando la llamada de respuesta… Pero al wea no lo pescaron ni en baja’.
Le robaba los diasepan a la mamá, y el mula los pintaba de azul y de rojo, y nos los ofrecía diciendo “queris despertar, o seguí en la durma…?”. Al principio lo mandábamos a la chucha, pera ya con el tiempo el loco hasta era simpático, y se mandaba unos rollos terrible ‘e cuaticos. Diasepan, coñac, y pasta era la mezcla fatal que lo ponía “en otra”. Un día tenia tal mierda de enre’o en la azotea, que salió corriendo de la sala gritando que el profe de química era Lord Sith (esa la sé porque la ví), y nos cagamos de la risa en el almuerzo. ¿Ya mencioné que el Loco Lucho almorzaba en el colegio?, el pobre culia’o decía que era como la avena que le dan a los “Zionanos”, que esas cosas lo mantenían cerca de su “hogar”. En realidad, la mierda del colegio da para cualquier cosa. Aunque a mi solo me daba caga’era. El loco bailaba techno, y a la vez predicaba que ese era el elixir de las máquinas, que si lograba descifrar el mensaje oculto del punchi punchi, sabria como destruirlas y reinstalar el mando de la humanidad sobre el planeta, el planeta real, el que habíamos perdido en una fecha no muy clara, ya que el presente nuestro era en realidad el futuro en el que vivían las máquinas, y que el pasado no existió never en nuestras vidas. Algo de razón tenía. A veces el olvido, así como el sueño, es la única forma de deshacerte del hambre.
Su papá los visitaba de vez en cuando, lo fines de mes por lo general, y les dejaba plata para los estudios, y un poco de chancho para el pan. El viejo trabaja en ferrocarriles hace como quince años. La historia del francés y de cómo su viejo trasladaba gente hacia “el otro lado” fue muy jevi, aunque bastante imprecisa, si me lo permiten, jaja…; es lo que siempre dice la coja de historia, la que se las sabe todas, de hecho dice que tiene una piedra lunar en su refrigerador, y que una vez, cuando joven, fue amante del Ex Presidente Fujimori, cuando el mierda solo era suche en el gobierno. Ella debería correr la misma suerte que ese tipo, por grupienta.
Al señor Smit, como corrigió, después de clases, lo tenía amenazado con mensajes anónimos al celular, y le escribía garabatos en columnas verticales en la pizarra que no entendía nadien. “El cacha”, nos decía, y nosotros le dibujábamos un pene al lado poniéndole “gentileza del El Loco Lucho”, para que al weon se cagaran de cuajo y se le quitara esa chucha’ de La Matrics que lo traía como enfermo.
Finalmente la Triniti le pego media ni que pata’ en la raja, cuando encontró “un mentor mayor”, y le cantó la wea diciéndole que esa mierda de La Matrics lo tenía más caga’o que mojón en el agua. El loco le dijo que no estaba ni ahí, porque el agua es el conductor natural, y que a ella le daba envidia porque sólo a el lo vendría a buscar Don Zata en persona… Ahí cachamos que ya estaba rayando la papa neto, y le dimos la corta’ por loco, y por flaite, al chuchesumadre. Esa misma tarde se agarró a aletazos con un tipo en la cancha aduciendo venganza por haberle hecho perder la guagua de su hermana chica, y le gritaba “¡maten a Bil, maten a Bil…!”.
La wea es que el loco lucho sí se volvió loco el muy conchesumadre, y se lo llevaron al Open Door entre cinco tipos que apenas y podían contenerlo. Yo lo visito de vez en cuando. Su mamá lo echó al olvido. A la Triniti ahora le dicen “la quinientos pesos”. Su vieja de hecho se cambió de pega y se cambió de casa (con sus hermanas). Me cuentan que pasaba pega’o en la ventana de las oficinas mirando las computadoras, que descifra claves, y que le dice a los loqueros que el juicio final está cerca, y que La Matrics tendrá una revoLUCHOn. Generalmente le llevo cigarros, y cuando puedo un resto de pasta. Yo se que el loco sufre, pero la verdad es que no sé cuánto, o si se da cuenta de cuánto. Le meten pastillas como loco al loco, y para que se las tome se las tienen que pintar de azul y rojo. Dice que yo lo traicioné, que no merezco ser un Jedi, que cuando vuelva a la tierra en carne y hueso mi castigo será letal, o sólo castigo, la wea es la misma… La última vez que lo fui a ver me pidió que le llevara su celular, que se lo había empeñado por pasta a la tía tute, y me costó recuperarlo, pero al saco ‘e wea se lo llevé. Dos días después desapareció. El comentario entre los loqueros era que La Matrics lo había liberado, y se cagaban de la risa con los otros internos. Lo buscaron con los pacos y los ratis, porque decían que era peligroso, pero no lo encontraron. Y ahora nadien sabe de él, nadien… Sólo yo…
Fin de la transmisión.
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