. Yo soy Carlos Kraimer y vivo de un ser intangible al cual he colocado mi segundo nombre. Me gusta la música fuerte que existe en las cosas y me gustan por lo tanto los violentos cambios climáticos que se dan en cualquier zona del mundo en la cual me encuentre.
Tiendo, y de manera desesperada, a lo que vosotros llamáis esquizofrenia; ello no me hace ser un individuo no apto para mantenerme por mis propios medios y según mis propias reglas. Nunca he tenido problemas para vivir. Nunca he contraído deudas. Nunca he matado, herido o violado a persona alguna. Pero sí tengo problemas para vivir como los demás y según sus reglas. Es por ello que digo que tengo propensión a la esquizofrenia; prefiero decirlo yo antes de que lo digan los demás; además que el decirlo posee una ventaja: me aleja de la gente que no deseo.
Viví en un pequeño ático que he alquilado a cambio de nada en una de las zonas más pobres de Amsterdam, por lo tanto más baratas, pero con la ventaja de hallarse relativamente cerca del centro de la ciudad. No poseo luz eléctrica ni calefacción, me alimento de lo que encuentro en la calle, me he acostumbrado al agua fría. He adaptado mi organismo a las condiciones que os he descrito y solamente puedo decir que la adaptación ha sido un éxito. Tengo la fuerza de tres hombres y la paciencia de mil.
Durante las noches veo seres que traspasan las paredes, muchos de ellos me dejan los alimentos que al día siguiente encontraré. Sé que los seres a los que veo son, en su mayoría, espíritus de personas vivas (ello no implica que no haya tenido contacto con espíritus de personas muertas) y a la vez son proyecciones prismáticas de la esencia de algunas estrellas. he descubierto que el espíritu de los seres humanos que poseen espíritu están en un plano intermedio entre la materia de carne y hueso y la fusión estelar. En mi casa entran.
Para habitar el mundo al cual fui predestinado he debido deshacerme de absolutamente cualquier resto de vida normal. Lo normal me mata, me retira mi oxígeno. En cambio, lo anormal, constituye mi única posibilidad de vivir.
Todo aquello que no sea el silencio y la soledad a través de la cual Veo, constituye en mí una actuación.
Se me puede preguntar muchas cosas y ninguna las sabré; deportes, entretenimientos, cosas del mundo...
De aquello de lo que no sois capaces de preguntar es de lo que sé.
Si poseo una necesidad para la cual amerite de dinero, puedo cuidar mi aspecto y actuar por un tiempo determinado, encontrar un empleo nunca ha sido dificultad para mí, y en las contadas ocasiones que lo he necesitado lo he hecho bien.
Cambio de ciudad y busco nuevos espíritus. Nuevas formas del conocimiento. Nuevos trabajos en Dios a los que acceder.
He descubierto igualmente que cualquier adaptación de mi cuerpo a cualquier nueva circunstancia posee sus ventajas en cuanto a las transformaciones de mis formas de energía. Se quema una posibilidad completamente y se cambia de circunstancia. Esto último para mí es Ley. Es por ello que penetran en mi casa. Y nos cargamos mutuamente.
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