Yo se disuelve - mil veces le he echado la culpa a otro.
En la esquina cóncava unos chicos esperan aburridos a que alguien tenga una buena idea, luego, cuando esta surge, la manosean y se la devoran, fuman marihuana, yo ya pasé por esa mierda; no es que sea exactamente lo que se dice “un graduado”, pero los años cambian las células, estas se vuelven más sedientas, más exigentes, se feminizan, y si se cumple, acaban por destrozarlo a uno. No tuve más remedio, lo juro por Dios, que hacer un pacto con el Diablo.
Cruzo la calle, nuestro ambiente ha sido robado, no quedan más que latas viejas arrojadas por los mutilados de la última guerra, y los que se mueven con el viento... Un chico me pide una limosna, “Lo siento, pequeño, ya lo he dado todo”. Penetro en el parque, el veredicto lo ha dado mi corazón: “ya no queda nada”, y le cierro los ojos a los árboles... pasa un perro cadáver, pasa un carro- última-chiripa, siempre atacan con sonidos ultrasónicos, como el chillido de los autos de policía, como el grito desesperado de las ambulancias, el sonido penetra a través de los oídos y penetra en el corazón, allí se instala... y allí se queda. Miríadas de cadáveres instalados en sus casas, adictos a la vibración de su televisor, dictámenes de a quién odiar, a quién amar... dictámenes mediante el viejo juego de asociación de imagen y sonido... pensé que todo era una mentira de Huxley, pero he comprobado que era verdad: dos veces he visto el viejo truco de “el mundo se acabará mañana, aprovechen y salgan a comprar”, de pequeño leía cuentos de Bradbury, ahora la ola lo ha arrasado todo y no he tenido más remedio que empujar a los héroes de mi juventud al ridículo, sólo para poder sobrevivir... “lo sabemos chico, ¿y ahora qué?”... en la esquina cóncava... se manosean las ideas y luego se devoran... las células de mi cuerpo dictaminan otra cosa.
La puta blanca me cierra la salida del parque, saco la larga espada, ¿por qué debo dar explicaciones del último latido de mi corazón?, la puta blanca está buena, tiene una casa grandotota en la zona parque de la capital, donde esperan, donde todos esperan y se destrozan en las noches, ni un solo asumido ha salido nunca de ahí, mandan a sus hijas a las calles con la vagina húmeda en procura de alimento, de alguien más de quién hablar mal, para subir un escalón más a costa de otro, mil veces he visto el viejo juego de la burguesía, del “divertimento” burgués... saco la espada y se la clavo en el corazón, la puta blanca cae al suelo muerta, ni un chillido, solo una pequeña lágrima que se evapora al tocar el suelo “lo siento chica hermosa, puta blanca, no era tu culpa, pero estabas esclavizada”.
Mis testículos están guardados bajo siete sellos, de mi esperma no saldrá ni un solo hijo, me quedo, de esta vez, con toda la energía para mi. “Kundalini”, las pequeñas posibilidades espermatozoicas se convierten en pequeñas vocecitas que preguntan “¿por qué papá?” y a medida que se les responde se van subiendo a la sangre, vaciado de eyaculaciones voluntarias e involuntarias, el organismo entero se convierte en una sola nota constante de LSD, lo mismo pasa con el hambre: todo basurero es un manantial de alimento para el que tiene ojos para comer, como una calculadora los ojos sondean las posibilidades y proporciones de proteínas y carbohidratos de los alimentos, no te estoy diciendo que comas comida podrida, pero chico-chica, al menos come los gusanos.
Ya no hay nada que hacer aquí, solo, lentamente, aplacar las risas, sí, te perseguirán, pero, lentamente, poco a poco, irán cayendo en la persecución, y tú chica hermosa, la que habla con dulce voz, hazme de tu vestido, un puentecito para Júpiter.
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