- Queremos todos a Tomás; nunca nos falla - Teníamos música. Habían llegado cinco invitados. Sólo nos faltaba el alcohol y recoger a Sara, Alejandro y Susana. No había Metro a esa hora y Verónica tenía razón: Tomás nunca nos fallaba.
- Nunca falla - Corregí educadamente - Tomás no falla.
Pasaron cinco minutos, arribó el alcohol, la música parecía una mezcla de Pink Floyd con Moby con saxos de Tuxedomoon y poesía de Poe, de vez en cuando en el fondo unos tambores como de jungla. En casa de Verónica todos siempre se sienten cómodos. Susana siempre tan hermosa - era el alma invisible de todas las fiestas - cordialmente ensimismada -. Apuré la copa - siempre apuro las copas hasta llegar al punto a partir del cual puedo disfrutar lentamente. Cuentos de oficina a la izquierda - añoranzas universitarias a la derecha - Sin participar sólo apuro la copa.
Dibujo las notas musicales en el aire colocando toda mi atención en ello, siempre creo que descubriré un mapa. Tomás y Verónica vienen hacia mí - “Tomás” - digo; y aprieto su mano cariñosamente - “Martín” - dice Tomás. Nos sentimos cómodos en la compañía uno del otro y Verónica se ve espeluznantemente hermosa como se ve cualquier chica que encuentra una fuerte y fresca amistad entre los dos hombres que más les gusta. Sonrío por esto a Tomás y estamos listos para observar el ambiente de la fiesta.
Siempre hay algo paternal en estos hombres grandes, algo que inspira confianza quietud y tranquilidad; como la amistad incondicional entre antiguos héroes. De vez en cuando necesito sentirme niño.
En la fila del vater Verónica nos observa y baila con ojos cerrados de pena como un fantasma. Los dos la observamos extasiados.
A pesar de ser yo la pareja “oficial” de Verónica, siempre es interesante observar cómo algo que se cree que se tiene, de pronto se pierde y se mueve y respira por cuenta propia, anulando con su propio baile todos los momentos anteriores. Un irresistible “No Pertenezco”. La complicidad, la belleza y la excitación del momento resulta del hecho de que eso es algo que tanto Tomás como Verónica y yo sabemos.
Me siento encantado y honrado por esas fuerzas extrañas que otorga la sinceridad entre las personas y los hechos. “Un Recreo” - pienso y tomo mi disfraz de niño y salgo de la fiesta.
En la calle hay tinieblas, nada se discierne a más de cinco metros. Pienso dar un pequeño paseo de inspección a ver qué me dice esa noche el mundo. Por esta vez - que no excepcional - ni brujos ni adivinos sentados en las puertas de algunos edificios me dirigen la palabra - permiten mi paso libre en señal de que todo está bien.
Creo que nací para ciego, mis instintos me lo dicen: Lo único que tomo en cuenta es la suavidad de los movimientos y los sonidos a mi alrededor. El paseo me da fuerzas y paso a un nivel intuitivo; aquí sonidos y movimientos remiten a intenciones - es posible conocer directamente las intenciones de una persona por el sonido que dan sus pasos. Entonces se me pinta un mundo de intenciones que me hace sentir que hay momentos en los que no es incorrecto decir que Van Gogh es realista - Todo emana - y, por supuesto, las Tinieblas ayudan. ¿Por qué tan pocos se dan cuenta? - Bueno, mejor así. Todos buscan - eso es correcto.
Sigo pasos que me llevan a algo, a alguien - presiento - que me escucha, me excita la idea de que algo me espera. Siento miedo, pero el temor también puede ser visualizado como pequeñas partículas subatómicas que poco a poco van impregnando el cuerpo - es la clase de miedo que siento: de afuera hacia adentro.
Tomo por la calle Morgue.
En la fiesta suena el teléfono. Verónica no contesta. Tiene miedo. De una manera extraña, tarde o temprano, no importa dónde esté, dónde estemos, le llegan las sensaciones que yo siento - Una vez rompimos todas las barreras que impone el aprendizaje formal y hablamos de esto.
Tomás coge el teléfono, pero de pronto lo suelta pegando un grito de susto. Días después cuando lo interrogó la policía; afirmó algo confundido que sintió el auricular “caliente como un hierro en rojo”. Verónica nada comentaba y Susana estaba hermosa como un alma ensimismada.
I
Las clases fueron increíblemente aburridas. Comprendí porqué de pequeño solía mirar tanto hacia fuera de la ventana: ¡Para entretenerme, claro!. Se lo comenté a Adrián y su masa de ciento cincuenta kilos de peso contestó que en esos injustos momentos de aburrimiento extremo él llegaba a considerar el asesinato como un medio de salvación.
- No sólo te salvarías a ti mismo - le contesté - si no que nos salvarías a todos los demás.
A Clara la habían encerrado por dos días en el escusado de los Caballeros sólo por haber bostezado en clase. Ahora, si un varón quería hacer sus necesidades, de una manera u otra, tenía que romper las reglas y ¿A la Administración eso qué le importaba?.
- Lo importante es que tomemos el castigo como algo bien merecido y que nos acostumbremos a él - comentó Adrián antes de alejarse con el puño cerrado de pura rabia.
Me senté en los escalones de la entrada del Instituto a esperar a los demás y procedí a comer mamones que había tomado de un árbol próximo. Es curioso, ¡y bien curioso!, ver cómo en cualquier sistema opresivo, como éste; surgen entre los oprimidos aquellos cuya naturaleza los empuja a fungir de policías. Era el caso de María que en sus discursos justificaba toda la agresión hacia los estudiantes. ¿Qué quería? ¿Obtener un cargo administrativo?.
Salieron juntos María, José y David. Este último trataba de comprender lo que le habían hecho a Clara.
- ¿Pero es que tú no viste cómo bostezó? ¿Quién se cree ella? ¿Es que tú no lo viste?
- No, yo ni me di cuenta - le contestó David a María.
- ¡Porque tú nunca te fijas en nada!. ¡Tonto! - contestó - Además, tenlo por seguro que el próximo en ser castigado será Adrián ¿Tú no veías la cara de... de... de... Estúpido que tenía?
- Y ¿Qué harán? - pregunté - ¿Encerrarlo en el escusado de damas? - irónicamente
- ¡Ajá, sí! - respondió José, y luego dirigiéndose a María: - ¿Y dónde irás a orinar tú? ¡Quiero saber eso! ¿Adónde irás a orinar tú?.
María se largó de allí muy ofendida, no sin antes decirnos que todos no éramos más que “Una cuerda de estúpidos”.
El resto de los alumnos salió de allí. Por sus conversaciones era fácil distinguir entre los que a toda costa querían quedar bien a los ojos del Instituto y aquellos otros que se guardaban su opinión y solamente deseaban pasar desapercibidos.
Esperé por la salida del profesor - Al menos, en cierto sentido, Adrián y yo compartimos una visión parecida. Como soy un individuo que a todo lo que veo y experimento lo coloco a grande escala, suelo ser acosado por el terror.
El profesor salió, yo estaba sentado en al acera de enfrente para poder observarlo a profundidad sin que hubiese intercambio de palabras entre los dos.
Lo primero que observé fue esto: Tenía un fuerte rubor en su rostro y observaba hacia un lado y hacia el otro, como para comprobar... ausencia - pensé. Mientras se arreglaba el nudo de la corbata, observé una fuerte erección en su entrepierna y un resto de mojado - humedad - en la misma zona. Curiosamente el profesor aún no había notado mi presencia estudiándolo con discreción - no soy de aquellos que suelen quedarse con la boca abierta mientras observa -. A continuación tomó un pañuelo para restregárselo en la entrepierna y mientras comenzaba a secarse la mancha fue allí cuando me vio. Me tumbé hacia un lado pretendiendo leer. Como no tenía un libro a la mano pretendí guardar algo en el morral, alcé la vista y saludé al profesor con un gesto de la mano y permanecí allí, esta vez abiertamente observándolo.
- ¿Qué haces aquí? - preguntó cuando se acercó
- Esperando a Adrián, profesor.
- ¿Esperas a Adrián?
- Sí.
- Adrián hace rato que se largó.
- Bueno - contesté y di por finalizada la conversación.
Permanecí en silencio un rato, molesto. Como es habitual, no pudo retirarse sin proferir una amenaza, en cuanto a que actúo como si fuera una persona muy tranquila pero qué sabe Dios que clase de fuerzas y peligros se me mueven por dentro y que me tendrá bajo observación.
- Bueno - dije, y esta vez sí se dio por finalizada la conversación. Sin embargo, resultaba extremadamente incómodo sentir su mirada sobre mí, amenazante y escudriñadora, mientras se alejaba.
“Malditos” - pensé - “Malditos todos” - y un temor obtuvo cabida en mi estómago. Las puertas del Instituto continuaban abiertas. Había clases en el 7-B, siempre que podían prolongaban el martirio para un grupo de estudiantes.
Entré en el Instituto. La puerta del escusado de caballeros estaba cerrada, tras ella se oían sollozos.
- ¿Qué te dijeron Clara? - Pregunté en un claro susurro.
Los sollozos se detuvieron.
- Clara, ¿Qué te dijeron?
- ¡Ohh!, ¿Martín?
- Sí Clara ¿Qué te dijeron?
Reanudaron los sollozos, algunas palabras intentando salirse de entre los hipos. Comprendí. Me levanté. Le pregunté a Clara si podía hacer algo por ella pero sólo contestó con una intensificación de sollozos que no tardó en traspasar la barrera del llanto.
- Ciao Clara - coloqué mi mano sobre la puerta y me largué.
¿Qué hacer? ¿Planificar un atentado? ¿Organizar una manifestación?. No, nadie nos creería. De alguna manera el Instituto se las arreglaba para que los alumnos que... “piensan” sean catalogados como los menos “creíbles”, los menos “confiables”, y los más irresponsables. Los métodos de descrédito del Instituto eran implacables y... efectivos. De “delirio” se le acusa a todo aquél que atestigua algo que va más allá de la pantalla que montan y a todo aquél que se le acusa de “delirante” se le somete a un “tratamiento” - cosa extraña que, infelizmente, todos terminan aceptando como justo.
La mejor manera era permanecer callado. Y sentí terror cuando me pregunté que si llamaba a Adrián este ¿Me creería?. Recapacité, supe que me creería, pero si él comentaba algo y tomaba alguna acción al respecto, pronto estaríamos bajo tratamiento y Clara viviría bajo la amenaza de castigos aún peores si no declaraba frente a todo el Instituto y frente a toda la ciudadanía que Adrián y yo mentíamos. No me importa, de verdad que no me importa. Pero no me agradaría que Clara sufriese más amenazas y castigos por... una causa mal organizada. Bueno, no llamé a Adrián, de todas formas las líneas están constantemente intervenidas.
Pasó una semana. Adrián es más inteligente que yo, se lo conté y no abrió la boca. Nadie preguntaba en clases por Clara. Una razón sencilla: Nadie debía preguntar por Clara, era el Instituto el que decidía.
El dolor que guardo por dentro es inhumano, así que tomé medidas. Lo que me hizo decidirme fue el hecho de que Adrián abrió la boca hoy: La abrió para dar un bostezo descarado. Aproveché la confusión para bajar las escaleras y pasar una hojilla de afeitar a Clara bajo la puerta del escusado de caballeros - siete chicos con talento habían sido expulsados por orinar en lugares indebidos; otros tantos fueron perdonados bajo condiciones injustas; y a otros tantos ni los vieron - fungidores de policías presumiblemente, o tal vez no; tal vez la idea sea el crear debilidad en el alumnado mediante la desconfianza mutua y la confusión. No caeré en ello.
Lo cierto es que pocos minutos después de la hora de salida se escuchó un grito terrible y el profesor salió del Instituto con una enorme mancha de sangre en la entrepierna de su pantalón. La mancha aumentaba y dejó restos en el suelo. Hubo testigos de esto último. Me las había ingeniado para aguantar a un grupo de alumnos en las puertas del Instituto haciendo bromas descaradas a María de que ahora las mujeres no tendrían dónde hacer sus necesidades ya que lo más probable fuese que castigasen a Adrián encerrándolo en el escusado de las damas.
Adrián no fue castigado, fue expulsado, sin posibilidad de ser aceptado por ninguna otra Universidad del país.
El profesor no apareció, tenemos entendido que le dieron un alto cargo en otro Estado - que todos ignoran - de la Nación.
Clara salió del castigo, se le concedió la libertad, entre los alumnos todos la miraban como una amenaza; tres días después un terrible escándalo contra la Nación surgió de la familia de Clara. Al día siguiente toda su familia fue arrestada por “alevosía contra la Nación”, incluida Clara, claro está, a quién nunca más vi y de quién nunca más se hablo sobre el asunto.
Observo el reloj. Faltan diez minutos para el comienzo de las clases. Sé.
II
A Clara le cerraron su mantra y ha quedado condenada al vampirismo por el resto de sus días. Tomaron una muestra de su ADN y le informaron que harían con ella exactamente lo que les diera en gana.
- Bueno. - respondió ella y no tardó ni una semana viva. Irónico: Las ciencias genéticas no habían evolucionado aún hasta el punto de permitirles hacer “exactamente lo que querrían” (A veces tengo la paranoia de que la mezcla de alto tecnicismo y mercantilismo dará origen a una permisividad en la cual será posible la adquisición de muñecas inflables de carne y hueso. Bastará con que la Iglesia o la Ley del momento firme un convenio en donde se diga que los clones no tienen alma y por lo tanto pueden ser patentados). De todas formas la muestra de ADN de Clara está guardada en una especie de Banco.
A Adrián - cosa rara - le aplicaron la Ley de vagos y maleantes y guerrilleros potenciales. De hecho, efectivamente, esta Ley es aplicable a todos aquellos a quienes se les niega la entrada a todas las Universidades e Institutos del país. Como el castigo penal único es el trabajo forzado; las libertades que se dan los Institutos de expulsiones a diestra y siniestra es... digamos: socialmente aceptable: La Arquitectura de la Nación es Laboriosa.
He llegado a entender, como ciudadano, que todo se justifica, y, si no se justifica, que, al menos todo es “Justificable”. Como ciudadano (porque cumplí con todos los requisitos exigidos por el Instituto) mi labor social consiste en hallar lo justificable en todo aquello que por si solo no se puede justificar - Una labor bastante creativa, debo confesar. Las normas son sencillas: Cualquier “acción” por parte de una autoridad es de por sí y sin mediaciones, justificable. En este caso el “abuso” no existe; ya que aplicar dicho término a una acción ejercida por una autoridad sólo apunta a una falta de entendimiento de parte del denunciante, y por lo tanto a una “falta de compromiso social”. Fácil ¿Verdad?.
Segundo: Toda “acción” por parte de un ciudadano ( y sepan que yo soy un ciudadano) es, “Cuestionable”. Por lo tanto, siempre y en todos los casos a la hora de querer o necesitar tomar una acción todo ciudadano debe remitirse a las autoridades.
Y Tercero: Toda “acción” por parte de un no-ciudadano (y debo decir que hay muchos, no es fácil cumplir con todos los requisitos exigidos por el Instituto) es “Condenable”. Y, por lo tanto, todo ciudadano debe denunciarla a las autoridades. Es ahí cuando se aplica la Ley de vagos y maleantes y guerrilleros potenciales con todo su rigor.
Para hablaros claramente de mi trabajo debo aclararos lo que significa “acción”, en términos legales:
“Acción es todo movimiento capaz de alterar el equilibrio natural del mundo” - En esto estamos claros, continúo: “Cómo para haber evolución tiene que haber “acción” ésta sólo debe ser ejercida por individuos “responsables” - Continúo: “Toda acción ejercida por un individuo irresponsable es de facto una “Irresponsabilidad”.
Continúo: Sólo las mentes excepcionales (es decir: las autoridades) son capaces de tomar en cuenta el efecto de una acción sobre el devenir y “ Toda acción responsable debe tomar en cuenta el Devenir”.
(Las Ciencias Holísticas confirmaron ya en la antigüedad - o, estadio humano anterior - que toda acción presente actúa sobre el devenir)
Una idea expresada, un comportamiento inusual que repercute o afecte el comportamiento de otros es de facto, una acción.
Un no-ciudadano, es decir, un individuo incapaz de cumplir con el rigor de la Institución debe, a toda costa, limitarse a los límites impuestos para estos casos por la Nación.
La Nación funciona también sobre la base del Tiempo. Es decir: Físicamente la Nación es Tiempo. Se rige por la responsabilidad ante el devenir. Sólo las autoridades son capaces de Discernir el efecto de las acciones humanas (sociales) en el devenir - Creo que este punto no necesito aclararlo más.
Preguntarán Ustedes (pasajeros del pasado) ¿Cómo se eligen las autoridades? Señores: Ni Monárquicamente, ni Democráticamente (un ser irresponsable no debe elegir) Las autoridades, como vuestra antigua concepción del Génesis, se denota a sí misma. Mas, superando vuestro Génesis: Las autoridades se denotan a sí mismas MEDIANTE, Señores: Mediante el Pre-venir. Es decir: Mediante la acción presente, producto heredado de la acción pretérita, que produjo la efectividad de nuestras Instituciones. Es decir: Las Autoridades se denotan a sí mismas mediante nuestras Instituciones.
Toda autoridad está consagrada a la Institución que lo trajo al mundo, que le confirió la forma de Autoridad.
Asimismo, la Autoridad es la única “comisión” capacitada de tomar todas las acciones requeridas para el bienestar de la Institución, es decir: Para su solidez en el Tiempo.
El fracaso de vuestras Instituciones pasadas se debió al esfuerzo concebido hacia el fortalecimiento de las instituciones en un tiempo paralizado. Como el tiempo - y esto debo explicároslo - se mueve, como un río - la imagen es antigua - Como el Tiempo es cambio y alteración, lenta, sí, pero constante; Vuestro esfuerzo absurdo había consistido en proteger (Proteger, sí) a vuestras instituciones de los embates del Tiempo. Y el resultado final, obviamente fue el resquebrajamiento de vuestras instituciones y, lógicamente, de vuestras Democracias.
La Institución es un ente que se regula a sí mismo a través del Tiempo, mediante los pocos individuos que, para decirlo a través de una metáfora, pasaron por todos sus requerimientos y salieron intactos por su “pico”. Todo ser incapacitado de salir intacto por el “pico” de la Institución queda irrevocablemente asimilado por la misma. Será un obrero formal de la Institución en un plano temporal dado (y dado por sus propias capacidades en la institución) y será capaz de ejercer su función de manera cabal en cuanto a la sociedad (os hablo de mí) mas no será un individuo capacitado para elegir una acción responsable que mantenga el sostenimiento y evolución de la Institución en el Devenir. Por lo tanto: Las Autoridades se denotan a sí mismos mediante la Institución (Las Autoridades son todos aquellos que salen inmunes del ente de la Institución = son el cuerpo viviente de la Institución y la Institución es Su Organismo a través del cual son elegidas vuestras mentes, para volveros nuevas copias de...)
Y - preguntarán Ustedes, habitantes del pasado - ¿Sobre qué base se denota la Institución? Y os respondo: Sobre la base del Bienestar social que igualmente es devenir. En el pasado se cometió - y más de una vez - el error de construir diques al bienestar social mediante una autoridad irresponsable que ejercían vuestras caducas instituciones sobre vuestras sociedades y su negada capacidad devenitiva. Por supuesto, vuestros diques cayeron estrepitosamente. Habíais sido educados a negar constantemente las fuerzas devenitivas y transformadoras de vuestros prójimos. Y la Naturaleza y la Historia muestran que todo dique construido en pro del propósito de refrenar, sostener y controlar una fuerza cualquiera, está irremisiblemente condenado a ceder tarde o temprano, y si no cede, alimentará a una fuerza capaz de destruirlo. Por lo tanto: Todo dique, incluso construido para contener fuerzas sociales, es una fuerza negativa condenada a no ser más que un factor temporal destinada a ser arrasada por el Devenir (Vosotros Humanos tenéis Devenir dentro de vosotros mismos). - Sabio aquél que dijo que todo dique cumple la irónica función de permitir a la Humanidad oprimida ponerse en contacto con sus propias fuerzas superiores - yo diría: Interiores. Por lo tanto: no juzgo vuestra historia, sólo la describo. Sólo Os describo.
Descanso
Es irónico que las autoridades no hagan comentario en cuanto a mi labor social; A veces intuyo que a las autoridades poco les gusta los individuos que quedaron asimilados por la institución; pero tienen la libertad y el derecho de guardarse su opinión al respecto.
No sé quién hizo al mundo, no lo sé; sólo sé que camino por la calle cumpliendo mi función de ir como un sucio perro constantemente oliendo vuestros culos.
III
- ¿Qué quería José?
- José quería follarse a la hermana mayor de la chica que trabaja para la prima del Barón - afirmé seguro y convencido.
- ¿Estás seguro de que era eso lo que quería?
- ¡Te lo juro por el Barón!
- ¿Y no será que tú te quieres follar al Barón?
- No, ¿Por qué? - respondí.
- Porque pareciera que para ti el Mundo entero gira en torno al Barón ¿No será que tú te lo quieres follar a él?
Odio a las mujeres, y, más que nada, a las mujeres impertinentes. Algún día me la llevaré a mi casa y pondré en su bebida dos pastillitas de tú sabes qué y me la follaré para que se deje de impertinencias y aprenda a respetarme, me río de antemano de la cara que pondrá cuando recuerde.
- ¡¿Y tú?! - le dije - ¿No te quieres follar al Barón? - le espeté.
- ¡Tonto! - me respondió - Sólo por el hecho de que sea el hombre más rico, ¡infinitamente más rico!, de todo el Estado, no significa siquiera que sea atractivo.
- ¡Ahhh!, pero lo dijiste, ¡Hipócrita!, lo dijiste: “Es el hombre más rico de todo el Estado” - me burlé y me reí de ella, y con una patada le dije que se fuera.
En estas circunstancias y en estos tiempos es increíble cómo una mujer muy bonita se puede convertir en una rival y - lo sé - aunque lo niegue, hay que tratarla como a una tal. ¡Pobre José!, preso de por vida por haberse querido follar a la hermana mayor de la chica que trabaja para la prima del Barón. ¡Vaya poder ejemplificante que tiene el Barón! ¡Vaya poder ejemplificante! - pensé, pero después no supe si era “ejemplificante” o “ejemplificador”, no importa - pensé, se lo preguntaré al Barón. Pero luego recordé que el Barón no me conoce a mí, no sabe nada de mí ¡Pero ni siquiera sabe que existo! - me comenté sorprendido, como si me hubiese caído encima la plasta de mierda de una revelación.
Hoy es día de parada, el Barón pasa con su carroza abierta para que todos le veamos. Le arrojaré unos granitos de arroz - como hacen en las bodas - para ver qué hace.
Hoy es al día siguiente y me duele un poco el cuerpo y además por los porrazos. Ojalá que la guillotina no esté muy afilada.
IV
Bandini. Me llamo Bandini; así, como bandido, pero de otra manera. No es mi nombre, es sólo mi apellido, el cual cumplo -por cuestiones de la especie - con toda cabalidad. Mi nombre no dice nada, mi nombre no me dice mucho, debo aclarar. Roger, Roger Bandini. Si la vida fuese sólo la realidad me lo hubiese cambiado. No sé a Qué, pero sí me lo hubiese cambiado. Escuchen: Roger, Roger Bandini; suena - en lenguaje de susurros de sueño - de los cuales tengo muchos - a: “¡Escoge!, ¡Escoge Bandini!”. Y, por lo tanto: Escoge a Bandido, como profesión.
Lo bueno, y lo grato del lenguaje de susurros de sueños es que te dan siempre una orden que tú completas con tu propia intuición. - ¡Ahhh, ¿Qué tú no?! ¿Qué quieres? ¿Qué te folle? ¿Qué te mate? ¿Qué te viole?... ¿Qué te asesine?. Sí, soy Roger Bandini; y, no tuve más opción.
Lo bueno de una buena violación y posterior asesinato es que el miedo hace que la víctima ceda todo aquello que anteriormente ella misma reprimía y que negaba. Ante la muerte... todo cede. Si te niegas a ti misma, no mereces existir y entonces... ¡Hola! Soy Roger Bandini, a sus servicios, al servicio de su existencia... Señora.
Una vez me tocó una carajita: Oró. Sí, así como lo digo: Oró. Bueno, y oró bien: Murió creyendo. Me río siempre cuando me provoca decir: “Murió sintiéndolo bien”. Pero suena muy cruel y no conozco a quién decírselo. Es por eso que escribo.
A veces pongo una piedrita y poco antes de morirse la agarran llorando y pidiendo perdón - “Es tu alma” - les digo en esos momentos, y entienden. Al menos mueren comprendiendo: No se me puede reprochar nada.
Tengo un sentido del olfato excelente. Algunos dirán que estoy completamente loco, pero cuando mueren, muchas veces, me prestan su espíritu que me sirve como un radar de olfato para obtener, en beneficio de la causa, otras tantas soledades, otras solas existencias. ¿Por qué? O, ¿Para qué? : Ya se los dije: Porque mueren comprendiendo y - cosa que Ustedes no comprenderán ni podrán aceptar - ¡me perdonan!
El perdón dado por un ser comprendido muerto es mejor que la hipócrita, vacía, estúpida y estéril aceptación de los que como muertos, están vivos. Irónico ¿No?. Lo sé y por eso soy quién soy y por eso me tocó tener este nombre. ¡Hola! Soy Roger Bandini, a sus servicios.
Con los hombres no me meto: Ellos tienen la culpa; y yo no soy yo quién para redimirlos. Así como yo hay uno. Así, como alguien más, habrá una.
¡Tiene que haberla porque no me provoca redimir hombres!
¡Cuidado Señora si piensa acaso que soy una especie de vulgar violador!
¡Soy Nato! - De Nacimiento y Merecimiento, Atribuido, Contemplado y Apto. Cabal y Efectivo: ¡Soy Nato!.
Poco me importa que la sociedad no reconozca mis esfuerzos: Sé que algo lo hará.
El olfato de Espíritus prestados de las mujeres que mato, funciona mediante un procedimiento abstracto, en el cual soy un genio: Se trata del Vacío descubierto, que consiste en que a veces - Tal vez tarde: no os dije que no soy un individuo hambriento (a veces he tenido un año entero sin ningún redimiento) - Bueno, consiste en que a veces se forja un vacío a mí alrededor; un vacío seco, que consiste en que de repente todo calla, nadie pasa por la calle y es cómo si por un instante todo quedase en silencio. Entonces, me paro en seco y aparece una mujer; - Sí, siempre una mujer. Y por esto siempre digo lo que digo - aparece mientras el vacío seco continúa y entonces mi cuerpo se altera, y es cómo si en segundos mi cuerpo leyese todo lo concerniente a esa mujer y - ¡importante! - cuando acepto y sólo cuando acepto, el vacío da lugar a lo que es normal todo el tiempo por las calles: Movimiento. Entonces digo: ¡Hola! Soy Roger Bandini, a su merced.
Las vidas vacías poseen la característica de que de una tratan de imponerse sobre uno y constantemente en sus diálogos tienden a concederse más importancia que los demás. Yo observo y sé, Y sonrío y afirmo y consiento. Soy Roger Bandini, Patrón no consagrado de los asesinos.
No lo digo y me preparo y mi cuerpo sólo obedece, cuando llega el momento que mi cuerpo siente, invito. Invito a mí casa que no es lujosa ni indecente. Al cerrar la puerta, el cuerpo de ella siente; y consiente y sabe que no hay decencia ni moral que impida que yo haga lo que su alma pida... y frecuentemente mueren. Permitiéndoles huir así, de un letargo infinito y, carente de sentido.
Buenas Noches. ¡Hola!. Soy Roger Bandini.
V
A pesar de ello soy un no-ciudadano. Existe una gran diferencia entre ser expulsado y... hacer todo lo posible por ser expulsado... media la voluntad. Y mi voluntad logró lo que buscaba: ¡Ser expulsado!
Lo que asusta, lo que a mí me asusta es el hecho de que sé que las autoridades “olfatearon” el dictamen de mi voluntad pero no interfirieron.
Nos habían enseñado, es decir: se decía, que las autoridades son entes libres salidos de la Institución, por la Institución. ¿Eso significa que sólo se puede ser libre mediante la Institución? Eso, es precisamente lo que todos los seres, especialmente los profesores creen y dan por hecho. Y, por lo tanto se dan el lujo de comportarse de la manera más altanera y grotesca que quepa imaginarse hacia todos los alumnos, en nombre de la Institución.
Si hice todo lo posible por ser expulsado, fue para evitar que el Asco invadiera mi espíritu. Los seres que trabajan para la Institución no podían intuir que mi comportamiento era premeditado y que su finalidad era ser expulsado porque equivaldría a ver en mí a un individuo que se lanza de un balcón afirmando que puede volar.
Repito: Las autoridades intuían cabalmente la razón de mi comportamiento. Mi falta de interés en la Institución (“La meta de todos” - como reza el slogan) podía ser vista por parte de las autoridades como un signo de rebeldía y de inteligencia; como un rechazo en pro de lo humano y, en tal caso - creí yo - harían todo lo posible por mantenerme dentro de la Institución a pesar de mi comportamiento. Pero no movieron ni un dedo. Hecho que no deja de sorprenderme ni... de asustarme.
Repito: Poco me interesan los profesores: son individuos cuya limitada capacidad les obligó - así, literalmente - a ser asimilados por la institución. ¡Fueron tragados por ella!. No son libres ni supieron nunca liberarse pero fungen de verdugos... Ohhh, y ellos mismos lo saben.
Por su lado, las autoridades son la autoridad fuera de la Institución, dentro de la misma sólo funge como autoridad aquellos individuos que son asimilados por la misma. Desde mi punto de vista: Aquellos individuos que perdieron.
¡Yo no perdí! Malditos perros pavlovianos ¡Yo no perdí!. Pero la ironía que me entristece y que me empuja a una especie de soledad absurda con respecto al resto de la humanidad social de este tiempo es que los únicos que saben que yo no perdí ¡son las mismas autoridades! Y, en este momento histórico-social son mis únicos cómplices.
No soy ciudadano: no trabajo en pro de la Institución de la que fui expulsado. No soy autoridad: no cumplí con todos los requisitos (dialécticos) que requiere la Institución para liberarse a través de ella. Y, finalmente: no soy completamente un no-ciudadano, ya que lo que medió para recibir dicha catalogación social no fue mi incapacidad, mas sí mi voluntad. Odio los slogans y odio las creencias sociales, los hechos dados por verdades absolutas. Odio todo tipo de adoraciones absurdas ¿Necesarias para algunos? Tal vez ¿Necesarias para todos? No, y, definitivamente no. ¡Perros que se prohíben entre sí y a sí mismos comer si no suena la campana! Entonces: ¿Qué - en términos sociales - soy yo?. ¿La excepción que confirma la regla? - en el mejor de los casos. O, ¿Un cochinillo de indias de un sistema que aborrezco?. Bueno, sí, esperaré, ya que sólo las autoridades tienen la respuesta.
¡Y yo soy la respuesta!.
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La “Dialéctica” - término que los profesores me hicieron aborrecer hasta la mierda - posee el don de poder negarse a sí misma.
El cuerpo de la Institución es dialéctico, es decir: El efecto se crea, para poder así, a través del efecto mismo, alcanzar su propia anulación.
“La Dialéctica se crea a sí misma, para a través de sí misma, negarse a sí misma” - Nos hicieron repetir veinte mil veces toda esa mierda para vaciarla de sentido.
Una vez me harté de las repeticiones mecánicas y dije: “El Efecto sólo se anula cuando ya no es necesario”. Me castigaron por haber dicho que el efecto no es necesario. Adivinen qué: Cuatro días en el baño de las mujeres.
Es como decir (y sé que es un hecho): Una afirmación se pronuncia - hablo en términos psicológicos - para que a través de su pronunciamiento, surja, una segunda afirmación que niegue a su vez la validez de la primera. ¡Por supuesto! : ¡Se niega cuando ya cumplió su objetivo! ¿Y qué cuál era su objetivo? : ¡El dar espacio al pronunciamiento de otra afirmación que a su vez anule a la primera!. Lo tomaron como si yo estuviese negando la efectividad de las enseñanzas del profesor “y, por consiguiente, al profesor mismo”. Les dije (creyéndome victorioso) que así era, les dije que asimismo “no negaba por ello la existencia del profesor”. Argumenté asimismo que no se anula una afirmación mediante su contradicción (mediante su negación); ya que la contradicción, en cuanto a una afirmación, no la anula, sólo la reafirma dialécticamente ¡Sólo la reafirma! Y al reafirmarla queda abierto el propósito de la afirmación que es, efectivamente “invocar” la posibilidad de otra proposición que anule la primera y si es posible que se anule a sí misma - ¿Entonces qué? - Me preguntó el jefe de los profesores. Yo estaba en éxtasis y me di cuenta de cuanto aborrezco todo eso, quedé claro en cuanto a lo que quiero y lo que no quiero - ¿Y entonces qué? - interrumpió el jefe de los profesores, y, en un gesto desesperado por salvar mi propia vida...
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MORALEJA DIALÉCTICA:
- Aborrecer no es no poder
- Eso es lo que los que no pudieron dicen
- Correcto, pero no es lo que los que no pudieron hacen
- ¿Qué es lo que los que aborrecen hacen?
- Crean otro rumbo
Moraleja: El que aborrece puede, pero puede de otra manera. De otra manera... que está aún por ser creada.
Moraleja anti-dialéctica: Toda afirmación verdadera comienza por ser negada.
Lo que no existe: todo aquello que no hace parte de lo conocido, de lo que estamos acostumbrados lo tomamos por inexistente porque no es posible. Es decir - psicológicamente - sólo existe sólo aquello que es posible. Y, sólo es posible sólo aquello que es producto de lo conocido.
Por lo tanto: Sólo es posible lo previsible y lo que no es previsible no existe.
Nota: Tenemos castigos reservados para las manifestaciones de todo aquello que no existe.
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Nota: Si nace otra Institución - mediante un fenómeno dialéctico - Pronto habrá el dilema de cuál de las dos es válida, de cuál de las dos es la verdadera. La tendencia actual dicta - herencia Hegeliana - que dónde existen dos, existirá sólo una. ¿Puede ser esto correcto? - Sólo si, mediante la fuerza del conflicto entre las dos Instituciones, mediante la lucha por la supervivencia de una sola, aparece una tercera Institución que en su seno haya resuelto el conflicto de la contradicción de la existencia de las otras dos. Es decir: que su Cuerpo esté constituido de la sublimación de la contradicción aparente suscitada en el Estadio anterior.
Dicha Institución que a su vez se volverá única, habrá resuelto en sí el conflicto de las contradicciones. Hasta que a su vez, esta misma se vuelva un ente conflictivo - el conflicto aparece cuando aparecen las contradicciones entre Ser y Mundo (Otorgado siempre por los cambios Naturales en el devenir del tiempo = Tiempo). Entre la palabra y el ejemplo, entre creencia y efectividad, entre teoría y praxis. Entonces aparecerá la respuesta a los conflictos que otorga el tiempo mediante la aparición - siempre consecuente - de un rival (el rival siempre aparece debido a un “accidente” por parte de la temporalmente única institución). El rival es el comienzo de una nueva institución que suple los movimientos inexistentes a los ojos de la anteriormente única institución. Debido a la validez histórica y dialéctica de ambas instituciones, la fuerza generada por la mutua rivalidad dará origen a una respuesta que albergue ambos puntos de vista en apariencia y en forma, contradictorios. Dicha respuesta será un comportamiento, válido, que, por su validez y legitimidad, será dado, finalmente y, a través del tiempo, como un comportamiento natural, es decir: existente.
Con esto justifico todo aborrecimiento de origen Martiniano, catalogado socialmente por la única Institución para aquellos momentos existente como un no-ciudadano. Categoría que, debido al transcurso del Tiempo observamos como un ultraje del ser humano por el ser humano. Como una auto discriminación hacia la esencia de la propia especie y que sin embargo, sin la actuación de las autoridades de ese tiempo, la autosincracia de dicha época que, actualmente observamos como caduca; el devenir de ese pasado no hubiese golpeado nuestro presente.
La Institución como tal ha sobrevivido en su concepto básico como un ser que se destruye y se re-hace a sí mismo. Hemos descubierto que ese es su movimiento intrínseco y los fenómenos de destrucción sólo suceden mediante fenómenos Martinianos y todos sus aliados portadores del auténtico aborrecimiento posteriormente reconocido como efectivo.
Con esto cierro mi discurso y la justificación de todo acto de rebeldía y vandalismo incomprendido e inexistente en todo momento dado.
Firma X (Autoridad) 30/05/3100
VI
“Y, a lo lejos, a lo lejos, arden, arden los hornos. Porque: ya lo sabemos, ya lo sabemos, ya lo sabemos”
Aprendí esta canción a los cinco años después de que me enseñaron a repetirla veinte mil veces junto a veinte mil compañeros más de la Humanidad Única. Sí. El compositor, sí, de la música, sí. Sí murió en los hornos, porque no le gustó la letra que pusieron a su música, sí. Fue así. La tuvimos que aprender sin música y cantarla con la misma pasión que se le pone a una bonita canción. Pero sin música. Sé que se dice “murió”, pero en realidad fue acabado; ya que de los que mueren en los hornos “lo único que nos debe quedar es el ejemplo” (para que no terminemos como él). En su honor, y porque fue borrada totalmente toda su música de la existencia, canto la letra que, a pesar de que a él no le gustaba, es lo único que a él me acerca: “Y, a lo lejos, a lo lejos, arden, arden los hornos. Porque, porque ya lo sabemos, ya lo sabemos, ya lo sabemos”.
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Existía otra canción que a mí me gustaba mucho pero era sólo permitida a aquellas personas que tuvieran hijos pequeños, decía: “¿Qué quería el cabroncillo? ¿Qué quería? ¿Qué quería? / ¿Qué quería el cabroncillo? ¿Qué quería? ¿Qué quería?” Luego se nombraban en lista todas las cosas que el cabroncillo quería. La estrofa se repetía tres veces y terminaba con palmas cantando y aplaudiendo alegremente cómo el cabroncillo terminaba en los hornos por tantas cosas que quería.
Bueno, hasta aquí es todo lo que recuerdo. Por cierto: nunca más volví a ver a Verónica.
HACE TIEMPO
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