Llevo casi un mes en esta ciudad que parece el paso obligado a una nueva aventura, un lugar donde los hechos solo se alimentan con la calidez de las personas.
El calor del tibio sol acompaña estas palabras que se esmeran por encontar una frase adecuada.
Estar aquí, me hace viajar en el tiempo, y a recordar tiempos en que la infancia se apodera de mis días de verano, la brisa del viento golpea mi cara y llena de momentos que son parte del recuerdo.
Dificil poder olvidar esos bellos momentos, que ocurrieron hace ya mucho tiempo, pero que se encuentran vivos en lo más profundo de mis pensamientos.
La ciudad duerme cuando yo estoy despierto, y las horas pasan y todo el mundo esta saliendo; han sonado las campanasy la gente aparece de la nada, esta comenzando el día en esta ciudad enmudecida.
La tranquilidad es parte de este día, en que me lleno de melancolia, y comienza una nueva etapa para mi vida.
Me encuentro en la plaza, que de a poco se llena de vida familiar, los niños corren y juegan por diferentes rincones llenos de alegria.
las parejas caminan con gracia y algarabia, y disfrutan juntos de un hermoso día.
La plaza a cada minuto se va llenando de más vida, que hermosa manera de vivir este día, aunque se estraña la mirada de mi niña, que me anima en estos días, en que la soledad es mi unica compañia.
he llegado al rincon permitido en este día, en que continua mi vida y comienzo con un almuerzo de camadereria.
La mes a esta puesta a la espera de disfrutar de una grata compañia, que junto a la señora Lidia, se me alimenta el cuerpo, el alma y la cultura ante la tarde que se me avecina.
Disfruto de una carne hecha a la parrilla, que acompaña el hambre de este poeta que escribe por estos días.