Guernica.
Me quedé quieta, paralizada.
Sin esperarlo, sin pensar,
entre paredes violentamente blancas.
Entonces, lo vi; Te vi...
El mundo, lo que me rodeaba desapareció.
Solo una tela enorme.
Solo figuras superpuestas
Creando algo que traspasó
tiempo y espacio,
Algo, que Me traspasó...
Más allá de mi comprensión,
Más allá de mis sentidos.
Directo a quien sabe qué lugar,
Dentro de Mi,
Salteando como un rayo,
Cualquier filtro consciente.
No sé cuanto estuve parada,
Ni en que momento me senté en el suelo,
Sin dejar de mirarte, como en un trance.
Reinaba el más absoluto silencio,
Desde el muro, imponente,
La mirada de un momento terrible del pasado,
Vibraba con más fuerza en el presente.
Violenta y fascinante, invocaba,
Recuerdos imposibles de una guerra.
Bombas, gritos, el olor de la pólvora y la sangre,
El horror y la estupidez humana.
A la vez que el genio del autor, y más allá....
La imagen, fija en apariencia, pero viva.
Traspasando la imposible barrera de la realidad,
Para crear una conexión instantánea y profunda.
Madrid, Febrero de 2000.
PS: cuando “volví” a la realidad,
ignoro cuanto tiempo después, ni cómo; me impactó ver que, en aquella sala blanca, había por lo menos, 20 personas más (sin contar al guardia que dormitaba en una esquina), algunas de pié, muchas sentadas en el piso. Todos, absolutamente inmóviles y mudos, con la vista clavada en la tela.
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