En realidad no recuerdo mucho de acerca de cómo pasó. Sólo sé que de repente desperté como una mañana cualquiera, (aunque algo sorprendida por la ausencia del despertador), en una cama que no era la mía y en un lugar para mí nada familiar. Cerca una mujer sentada pensando en sus asuntos. Y yo, viendo en ella la respuesta a mi inquietud, me dirigí a ella.
- Disculpe... Podría decirme en dónde estoy y cómo llegué aquí...?
La mujer sonrió dulcemente, casi compadeciéndose.
- Veo que eres nueva aquí. Al igual que yo, tú estás muerta... Por eso has venido aquí junto con el resto.
Intenté comprender lo que me decía y un miedo me invadió. De seguro aquella mujer estaba loca, completamente loca.
- ¡Muerta! ¡Ja! Es imposible. No puedo haber muerto. ¡Mírame! Soy corpórea, y no floto. Si estuviese muerta sería un fantasma o algo así...
- ¡Fantasma! Si, si, recuerdo aquellas fantasías... Pero no. No existen los fantasmas. Sólo están los vivos y los que ya no lo están.
- No, no... no estoy muerta. Si lo estuviese...- se empezó a sobar el abdomen que rugía probablemente extrañando su desayuno. – Si lo estuviese no tendría hambre... ¿lo ves?.
- ¡Ah!, claro, eso suele suceder...
- ¿Qué?
- Es que recién moriste. Aún tienes la sensación de hambre pero ya no te sirve de nada. – y dijo agregando con una gran sonrisa- Si no comes no sucederá nada pues ya no puedes morir otra vez...
- Pero... – Intentaba buscar excusas. Lo que decía era descabellado pero aún así esa mujer me había dejado muy inquieta por lo que busque argumentos que a mí me parecían obvios- y este frío... tengo mucho frío. Nunca he sabido que un muerto pueda a sentir frío.
- ¡Oh! El frío... ya casi he olvidado de cómo se siente... Bueno, verás, es casi como lo mismo. Tu cuerpo aún recuerda esa sensación. No te preocupes, no tardará en marcharse...
Negué con la cabeza con frenesí. No le quería creer. Sin embargo, con cada palabra, me sentía tan ajena y lejana a la vida.
- Y el brazo... – recordé mirándolo. Aún tenía un color morado- Me duele, recuerdo haberme golpeado muy fuerte días anteriores al caer.
- Debió doler...- dijo observándolo tan cerca que casi rozaba su ganchuda nariz- Bien, con los dolores es peor. He visto a quienes han muerto atropellados. Los dolores suelen durar mucho, pero a ellos les agrada. Les ayuda a recordar que estuvieron vivos. Entiéndelo. Ahora ya no vives, y es mas... - dijo haciendo una mueca de burla.- hace unos 10 minutos que no respiras... – me sorprendí y cubrí mi boca con las manos. Era verdad. No había necesitado respirar. - Eres un ente. A tu cuerpo le gustará recordar ciertas sensaciones de cuando estabas viva. Tomará tiempo pero pronto te acostumbrarás.
Sentí un escalofrío recorrer mi espalda. Sentí miedo, tristeza, me sentí tan sola. Y me puse a llorar. En realidad, la sensación de llorar porque como me explicó después la mujer, los muertos tampoco lloran.
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