Sábado 27: para mi no hubo cambio de día, para mi era uno largo, que había empezado el viernes a las ocho.
No podía dormir, escuchaba todos los ritmos marcados por los relojes de la casa, estaba pensando en todo lo que había pasado.
Esa persona era otra, y yo me había quedado con sus recuerdos. Habían pasado cosas que a mi nunca me hubieran pasado. Había tomado muchísimo, y sin vomitar ni hacer cosas estúpidas. Me animé a leer mis cosas por primera vez a un publico que no eran mis amigos del barrio. Había conocido al ángel con quien quería casarme. Y había tomado sin ponerme como burro sin mecate, pero acá están las consecuencias, cuando todos en mi casa se fueron a trabajar, me levante y fui a la cocina, no tenía hambre, pero deseaba con todo el alma tomar té bien dulce, tengo frío, tengo calor.
Una y otra vez recordaba todo. Pensé en ese chabon que se había quedado con Natacha. Lo odié mucho, y después me imagine en su lugar. Encontrándome con ella después de un tiempo, ella con un chiquito que acababa de conocer, yo diciéndole: “sabés que todo me parece una mierda, que quisiera estar muerto, y ahora, te encuentro después de tanto tiempo...” me pareció totalmente probable, y odié la vida.
Al medio día (y el resto del día) tenía el estomago hecho mierda, así que tampoco comí.
A la tarde vi a mi familia. Me vieron rotísimo (de vez en cuando me daban arcadas) y les conté que había leído mis cosas en un escenario, y como que entendieron lo que significaba para mi y no me dijeron nada. Ahora tenían una leve idea de que era lo que tenía ese cuaderno de mierda que nunca me había sacado de encima... hasta ayer.
Fui a NQN a las 17 horas. Me mandé hasta la Casa Marx y de ahí nos fuimos con Metric y Gabriela ( una de las que organizaban todo) hasta el obrador del MTD. Estaban haciendo unos shows para entretener a los nenes, luego le pidieron a Metric que cantara algo, y después me dijeron si quería leer algo, dije: no. Si me voy a someter a nervios, que sea frente a mucha gente.
Estuvimos hablando largo y tendido con Metric, ya teníamos una ligera amistad.
Como 21.30, cuando ya iba terminando todo el movimiento en el local, trajeron unos sanguchitos. Que todos comían y que con Metric nos preguntábamos si eran de alguien o eran para todos. Le conté que venía hecho mierda, sin comer ni dormir, y me contó que el también, que en la Casa habían terminado tarde y se habían levantado temprano.
Nos convidaron unos sanguchitos, y los devoramos. Le comente que ya me parecía una función extraña eso de masticar, y me dijo que el también había notado lo mismo. Supuse que tampoco había ido al baño en mucho tiempo, como yo. Quedamos en que le regalaba unos fanzines mañana, cuando terminaran las actividades que estaban programadas.
Me acercaron hasta la Casa Marx en taxi. Fui al centro, no tenía nada que hacer, tampoco plata para gastar, pero vi un afiche que decía que hoy tocaba LOQUERO en el río, a las nueve. Eran las diez y media, más o menos, y al río caminando iba a llegar a las once. Me mandé igual.
No me puse a pensar en que no tenía plata para la entrada, en que tal vez ya había terminado, en que al lado del río hace más frío, en que ninguno de mis amigos me había dicho si iría... pero fui. Caminé. Caminé. Era muy largo el camino, nunca lo había hecho, pero sabía que había que caminar hasta el fondo. Eran muchas cuadras que sumarían cuando tuviera que volver a Cipo. Por suerte, o desgracia, use el tiempo que llevaba hacerlo para pensar.
Me acordé de esa chica que había conocido ayer, hace mil años, que creo se llamaba Natacha o Natasha, y a su amiga, lindísima y muy simpática.
Me puse a pensar en eso que hacían los de la Casa Marx, apoyaban a los obreros de Zanon, pero todo lo demás me parecía muy político, aunque no quisieran era algo muy a reaccionar contra los políticos, y yo pensaba, que si son anarquistas o están en contra del sistema de políticos y todo eso, no tendrían que pelearlos, sino concentrarse en vivir sus vidas de forma libre, y si sus hijos crecen en eso, lo van a copiar y sus hijos también. En tres generaciones, va a haber mucha gente viviendo en un estilo de vida propio. Alguien vio a esas colonias de gente con su propia religión, o a los Menonitas? Alguien los jode? No! Ellos hacen la suya y viven como quieren. Entonces esta gente debe estar buscando algo más, y eso era algo que me daba por las bolas, querés que tu estilo de vida domine? Mira a los ermitaños, alguien los jode? No! Ellos hacen la suya y viven como quieren.
Luego me puse a pensar que estaba muy solo, la calle estaba vacía, anoche la gente que me saludaba era muy poco real, salvo por lo de estos días, toda mi vida era una mierda, estaba cansado de enamorarme y llorar a oscuras en el baño por las cosas que no me animaba a encarar. El mundo esta lleno de intereses, y hasta hay gente piola o buena que forma parte de eso, pero yo no me quiero convertir en eso, no quiero llegar a ser viejo, tampoco quiero ser mayor de edad, tengo 16 años. En realidad... no sé. Bueno, dejé de pensar porque un grupo de pendejos venía desde el río. Creí que ya se volvían. Entre ellos venía un compañero del colegio, el Páez. Le pregunto si ya había terminado el recital y me dijo que no, que se iban a comprar un vino y volvían. Me dijo que el recital era en un bar que se llamaba ciclo 2.
Llegué y me tire en el pasto al lado de la entrada, hacía mucho frío, había mucho punk artificial, la misma gente que va a todos los recitales, pero ahora los comparaba con las malabaristas. Esta gente no le llegaba ni a los talones. No conocía a nadie, salvo al Páez, pero lo conocía del colegio, y yo había empezado hace solo una semana, no lo conocía mucho. En la puerta había mucha seguridad, así que supe que no iba a entrar, encima estaba muerto de sed, y todos tomaban cerveza y jugos con vodka. Mierda, me re cagué de asco.
Al ratito llegaron Maylén (con un chico), el rasta y Natacha (de la mano).
Maylén dijo: Que bueno encontrarnos! No nos tenemos que dejar de ver, yo le respondí que era inevitable, el lunes volveríamos a ser desconocidos y “comunes”. Para mi, el rasta, Natacha, Maylén y yo, éramos rockstars, lo somos aún.
El chico que venía con Maylén, Fer, era el único que no tenía un look roñoso, él tenía pinta de 22 años. Pegamos onda enseguida, cuando me convido galletitas de un paquete que encontró por ahí.
Pasó el Páez con un vino, así que lo llamé, intercambio de cosas y chau.
Con Natacha no hablé, se estaba besando con el rasta, no me molestaba tanto. Era diferente a que se besara con el chabón del viernes.
En un momento todos se van adentro, habían empezado a tocar las bandas soportes. Afuera quedamos yo, el rasta (muy borracho y durmiendo) y todos los borrachos o sin entrada.
Al rato sale un pibe de mi edad, destruidísimo, busca un lugar y se deja caer. Atrás salió un amigo a hacerle el aguante. Nos pusimos a charlar y al rato me dice que se me había escapado mi borracho, lo voy a buscar y estaba molestando a unos pendejos, fui, y una chica me dice: “Hey! Vos sos el chico que leyó ese coso el jueves!” si, dije.
Le leí un poco de lo que había leído, me hubiera encantado leerle las cosas que había perdido con el cuaderno. Le di mi mail. Al tiempo escribió.
Marina Llamosas se llama. Después de leer le había empezado a contar el origen del apodo Nasdaq, pero no pude, se fue adentro, habían anunciado que ya llegaba LOQUERO.
Yo me quedé devuelta abandonado, abrazado al rasta, tomando la gaseosa de pomelo con vodka de unos pibes que querían sacarle el pin chalón y no paraban de flashear con las dreadlocks (en verdad inmensas) del malabarista.
LOQUERO había empezado a tocar.
Natacha salió de no se donde, y levantó una lona de las que tapaban las ventanas. Enseguida fui tras ella. Estaba mirando el recital por la ventana, estábamos al lado del escenario, viéndolos de costado. Ella estaba gritando que la dejen entrar, con furia, con bronca, los dos golpeábamos el vidrio, era nuestra fiesta, no nos podían dejar afuera.
En un segundo ella estaba gritando desesperadamente enojada, y al otro se puso a llorar... esos cambios de animo solo los vi en locos, guau! Yo también sentía por dentro unos cambios parecidos. Era increíble que estuviéramos ahí afuera. Nos tenían que dejar entrar. Por esas cosas de la vida, me toco el bolsillo, y tenía un cigarrillo, lo prendí y se lo alcancé a Natacha, y como que recién ahí se dio cuenta de que estaba yo.
Me volvió a mirar de esa forma indefinible, me encantaba. Pero no podía saber si ella era consciente de que la hacía, porque parecía en trance. O tal vez era consciente, y esperaba que yo hiciera algo (siempre esta esa posibilidad). Lo más probable era que halla sido una cara más en ella y no halla necesitado un porque para ser.
Seguimos golpeando la ventana y cuando terminaron un tema, nos escucharon y el guitarrista intento abrirnos la ventana pero no pudo, y nos hizo señas de que fuéramos por la puerta.
Lo fui a buscar al rasta, que estaba tirado, y fuimos a la puerta, no nos querían dejar entrar, así que Natacha le dio unos tres pesos para que pudiéramos entrar los tres, después de joder un poco, nos dejaron pasar.
Entro, y alguien me dice: “Hey, Nasdaq! Que bueno, te dejaron entrar!” era Marina. Guau. Se había acordado más de mi que yo de ella. Me sentí mal, casi siempre es al revés.
Fui al baño, y estaba el pibe que estaba afuera, con la cabeza entre las rodillas. Volví un par de veces más, para saber como estaba. En una lo ayude a vomitar, pero yo también tenía mi carga de alcohol y terminamos los dos sostenidos por otro flaco. En otra vez que lo fui a ver, y estaba llamando a sus amigos, y para no dejarlo tan pavote, a ellos les dije que le estaban robando las cosas.
Caminando por el bar, me empecé a encontrar con mucha gente, con Yoanna (una ex compañera del colegio), Manolo (un pibe que organiza la mayoría de los recitales en Cipo), Cele (una amiga del Seba), y otras pequeñas personas. La mayoría de las charlas eran así:
- Eh! Cómo andas?
- Bien, y vos como est... ?
- Uh! Ese tema me gusta!- y me iba corriendo al pogo.
Analizando la situación (había escuchado que las chicas eran de El Bolsón o Bariloche), deduje que era muy probable que no las volviera a ver nunca más en mi vida, y me iba a quedar con las ganas de decirle algo a Natacha. Para colmo no la veía en ningún lugar. Me la encontré a Maylén, y le dije que su amiga me partía la cabeza. Y ella me dijo que yo me la merecía más que el rasta... GUAU!! Le pregunte si la había visto, me respondió que no, que tal vez seguía en el pogo. Me fui a fijar y no estaba, no estaba en ningún lado.
Terminó el recital y me volví charlando con Fer hasta la Sarmiento. Hablamos sobre Aikido, de fotografía, de hippies, y de minas...
En un momento, no sé porque, me dijo que me tenía que juntar con gente buena, que tal vez te divertís menos, pero cuando los necesitara, van a estar, seguro.
Todo el mundo se había dedicado a darme consejos ese fin de semana, y este fue el “menos pior”.
Olascoaga y Sarmiento, nos despedimos y empecé a caminar hasta Cipo.
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