Viernes 26: Falte al colegio, fui temprano a Nqn. Estuve paseando por el centro hasta las ocho, me gusta Neuquen. Es más ruidosa que Cipolletti. Me senté en uno de los banquitos enfrente del cine teatro español y me puse a escribir el cuaderno por última vez, puse algo así como: son las 8, así que saquen la cuenta de cuanto pasó hasta que me maté. Lo último que quiero escribir es sobre mi última desilusión. Pensé que los hippies ( englobo a todos los que la gente considera hippie), eran como duendes. Con alma de niño, solidarios y toda la bola, pero me di cuenta que dentro de los ghettos que existen, también se encuentran personas pendejas e idiotas. “Asociándote” a algún grupo de estos no ganas nada que no tengas afuera.
Me quiero matar. Si no pasa nada emocionante hoy, me mato.
Escribí eso y me fui hasta la esquina de Alberdi y la avenida Argentina. Me senté en medio de la vereda, mirando a un malabarista rasta que estaba en el semáforo. Sus malabares no tenían nada de especial, obviamente porque no estaba en medio de un parque, pero igual me llamaban la atención, como a un niño viendo a alguien con zancos. Me despertaba una pequeña felicidad que me ponía incomodo. Sentía que me desviaba de mi camino de suicida.
Yo estaba en una plazoleta de la avenida, y en la esquina del restaurant, haciéndole el aguante al rasta, habían dos chicas guapas, chulas, guapas. Me puse a hacerle unos dibujos a la tapa del cuaderno y ellas cruzaron. Yo miraba para abajo y vi que sus pies se pararon frente a mi. Levanto la vista y una de ellas (con cresta, ropa negra y ojos celestes. Maylén) toca mi mochila con el pie y dice: Fun People es mejor que Boom Boom Kid. Le respondí: puede ser, igual, me gustan los dos. La otra chica (pelo freak, ropa ancha y colorida, ojos grises. Natacha.) me dice: Vos sos el chico que se subió ayer a leer ese coso?. Sí, dije. Agarré el cuaderno que estaba en el piso y se lo alcancé. Te lo regalo, le dije.
- Huy!! Mató la onda, y que es?
- Mmun cuaderno mío, con cosas como la que leí y con cuentos y canciones mías.
- Pero... no, es tuyo. Toma.
- Te lo regalo, no lo quiero más.
- Bueno, mato tu onda. Vas a ir hoy a la fiesta de la Casa Marx?
- Sí. Ah, pasame el cuaderno que saco unas hojitas que van a ser lo que voy a leer hoy, si me dejan.
- Huy! Espero que te dejen leer, estaría re bueno que leas. Esta re bueno lo que lees.- dijo Maylén.
- Nos vemos allá, entonces?
- Dale, dale. – me fui y se fueron.
Di otras vueltas por Neuquen y a las 21.30 caigo a la Casa Marx. Me ubiqué hacia el lado izquierdo. El escenario estaba frente a la Casa, sobre la plazoleta de la diagonal, en la calle no había nadie, todos se sentaban en la vereda.
Prueba de sonido y arrancó Gato Negro, que era: voz a lo El Otro Yo + Guitarras de Interpol + ruiditos. Re grosso!! En un temita muy trance, aparece Maylén y se pone a hacer una performance con sus banderitas en medio de la calle, no se como mierda se llama esa disciplina, pero la cosa fue más hipnótica que la canción.
Cuando la banda dejo de tocar, me fui a caminar por la diagonal. Me incomodaba estar en la Casa porque todos se pusieron a hablar y yo no tenía a nadie con quien conversar. Caminaba y de pronto escucho: eh! El del cuaderno!!
My mada faka cuaderno. Miro y veo a las chicas en una esquina. Camine hasta donde estaban ellas:
- Hola.
- Hola, querés tomar un vino con nosotras?
- Dale, yo tengo un peso nada más.
- Cómo te llamas?
- Andy.
- Tu mama te puso Andy o...
- Me dicen Andy, soy Andrés. Y vos como te llamas?
- Maylén.
- Y vos?
- Natacha.
- Que edad tenés?
- 16.
- Y vos Maylén?
- Yo tengo 18, y vos?
- 16
- Y acá estas parando en la calle?
- No, después me vuelvo a Cipo, a pata nomás,
Volvimos a la fiesta y enseguida me embobé con Los De Fruta, rock acústico, también muy mántrico, como Gato Negro, pero con una chica en la voz. Natacha me alcanzó un vasito de vino, tibio.
Me apoyé en la pared de la Casa, cerca de la puerta. Me termine mi vasito de vino y seguí con uno que estaba abandonado en el suelo. Salió un tipo, el que me había invitado el jueves, re loko. Me saluda y le muestro lo que había traído para leer. Se caga de risa y me hace pasar. Estábamos hablando en un pasillo y yo pensaba “este no será puto, no?”. Apareció Maylén, buscando un baño, le pregunto el nombre de su amiga. No sé, preguntale a ella, me dice. Y tu nombre? Maylén, responde.
El flaco me dice que cuando terminen Los De Fruta yo me suba y lea todo lo que quiera. Le pedí si no me daba un poco de vino para sacarme la careta, y me dio un porrito, que me hice el nabo y no se lo devolví.
Terminó de tocar la banda y me subí con el mismo miedo del jueves. Se lo dedique “ a Maylén y a Natacha, dos chicas que conocí recién. Y si las tienen cerca, abrácenlas” bajé y bocha de gente me felicitaba, muchas personas se interesaban por lo que hacía. Me sentía muy bien. Seguía desviándome de mi camino.
El fasito empezó a hacer efecto y me sentía amigo de toda esa gente, ya era parte de la fiesta. Pero uno de los chicos, que me hablaba de que hacía un fanzine donde eran ocho los que escribían, se dio cuenta de que estaba un poco loko y se alejo de una forma que me avergonzó. En realidad le estaba prestando atención, pero el dijo “mejor hablamos en otro momento”.
Me apoye en la misma pared que me había apoyado antes, y miro para el costado.
Había un tipito que, si fuera un dibujo animado, sería el típico jorobado que se ríe de las cosas macabras que hace su amo. Tenía un vaso de cerveza del que le pedí que me convidara y nunca se lo devolví. Me llevó a hablar con un tipo que no sé que mierda, era alguien “importante” puesto que estaba en un sector con sillas que había dispuesto la Casa.
El tipo se parecía a Robert De Niro, mezclado con Richard Gere. Quería hablar conmigo. Le conté que todo me parecía re loco, que justo estaba en un momento re jodido, que quería morir, y me devolvió esa mierda de “No podes, vos no servís muerto. Gente como vos, que escribe esas cosas, son las que hacen falta”. Yo pensé, no hace falta gente que escriba cosas así, hace falta gente que las haga. Pero no tenía ganas de avivar giles. Me quede hablando con él y otra gente, toda joven y con pinta de “bohemio-con-plata”. Algo que me rompe las pelotas tremendamente, porque seguro hicieron esa guita cagando gente, o se visten así porque Manu Chao les parece cool. Pero como dije antes, aunque no tengan guita, todos cagan a todos.
Me puse a hablar de pintores que no conozco, con un acento estúpido, y a todos les parecí alguien piola, yo no soy piola. Todo lo hacía para regodearme en mi mierda, y aparte, para seguir garroneando cerveza.
Me estaba aburriendo de estar ahí, y empecé a mirar para todos lados. De pronto veo a las chicas. Me estaban esperando. Me llevé un vaso con cerveza para convidarles. Iba caminando con el corazón transpirando alegría y sensación de “Ellas. El resto no existe, son todos grandes”. Me felicitaron por lo que leí y por la dedicatoria. Yo les dije: “araca, que somos el futuro de la nación!!”. Me invitaron al cumpleaños de un malabarista. Eran recién las 12.30 de la noche. Contaba con tiempo para joder un rato más y luego caminar hasta Cipolletti.
Nos fuimos cantando por el medio de la calle San Martín hasta la avenida Argentina. Caminamos hasta el quiosco de la Sarmiento, donde mientras Natacha le pedía por favor un cigarrillo al quiosquero, Maylén le escribía con aerosol en la pared “acá chupan pijas”. Íbamos hacía la ruta y 50 metros antes se nos pone a la par un grupo de chicos y chicas que iban a TICKET, los empezamos a joder: que ellos tienen LA guita; que sus padres los malcrían; que ellos no sufren por nada; que son como robots que solo consumen, y cosas y cosas.
En la ruta, mientras esperábamos que el semáforo se pusiera en rojo, nos pusimos a mear. Hicimos un par de cuadras más y encontramos a un chabón que estaba re tranqui tomándose una cervecita. Le preguntamos si sabía donde había una fiesta por ahí cerca y nos dijo que a la vuelta, sacamos unos puchitos, unos traguitos de cerveza, gracias, chaus y nos fuimos.
Llegamos, saludamos al del cumple, entramos, nos sentamos, creo que salude a alguien y me senté por ahí, más cerveza. Habían dos bebes caminando por ahí que me dieron la impresión de estar en TRAINSPOTTING, casa rota y gente pa´tras incluida. Me sentía muy cómodo en esa situación, con gente que parecía inofensiva y copada.
Abrí la mochila para guardar el pulóver y saqué la billetera, estaba vacía y doña ebriedad me dijo que ya no la necesitaba, le saqué las entradas de Las Manos De Filippi, de Boom Boom Kid, y de Kasalamanca.com, y la dejé tirada por ahí. Maylén vio mi fotito blanco y negro, de bebé, con la cabeza llena de rulos, si, llevala.
Al rato vino un chabón dueño de la casa y dijo que había venido la vecina a quejarse de que alguien le había escrito la pared con aerosol y que nos dejáramos de joder, que la pasemos tranqui. Natacha no estaba a la vista y Maylén se había ido a otra habitación. Me sentía muy solo y desubicado. Ya no me sentía tan bien. Ya había creado una dependencia hacía ellas.
Me metí en una pieza donde había mucha gente acostada en colchones en el suelo, otro dueño de la casa le dijo a alguien que si no daba para que me llevara. Después me mira y me dice: no da para que te vayas?. Le respondí: si, pero espera a que se me pase un poco el pedo. No, dale, andate ahora, dijo, de una forma amable que sonaba re chistosa.
Me despedí de alguna gente y en la puerta estaba el mismo chabón esperándome, me revisó la mochila porque a alguien le habían robado el celular.
Me fui pero quede ahí nomás, en un paredón, a 20 metros. Solo tenía la sensación de oír y la sensación de ver. Trataba de no dormirme, muy pocas veces me había dormido en la calle y no me parecía nada cool. Por lo general hubiera empezado a caminar para Cipolletti, en la hora y media de viaje a pata se me iba a pasar el pedo. Pero no, me quedé ahí, de colgado, o de reventado que estaba.
Cinco minutos después empecé a sentir que escuchaba un griterío, después de un rato de sensación, volví hacía la casa. Que? Iba a defender a alguien?? No conocía muchas personas allá adentro. Pero de colgado, me mandé y estaban echando a Natacha: “yo no me robé ningún celular!!! Entendees???” decía. Puteada para acá, puteada para allá, nos fuimos, ella, yo y una minita en bicicleta. Maylén se quedó.
Llegamos a la Olascoaga y nos sentamos en la esquina.
- Tranquilizate. No llores.- le decía- Ya pasó. Ya fue.
- Pero son unos hijos de puta!! Todo por un celular de mierda!! Y yo para que mierda quiero un celular!! Entendees???
- Descargate, pegame si querés.
- No te quiero pegar... HIJOS DE PUTA!!!!! YA VAN A VER, CONCHAS DE SU MADRE!!!
- No llores.
Cruzamos la Olascoaga y nos metimos en el otro barrio, ella seguía mal, seguía llorando. Y me empezaba a gustar.
Pocas veces estuve en una situación que necesitara un abrazo. Esta era una situación tremenda, un hito en mi historia, la quería abrazar, pero tenía miedo de no saber como hacerlo, y de pronto mi cuerpo se pegó al de ella sin avisarme, la estaba abrazando, muy tímido al principio, y casi sin tocarla. Después apreté mis brazos apenas un poquito y ella me respondió haciendo más fuerza, entonces la apreté con mucho calor y le repetí: no llores.
Que imagen! Dos chicos devorados. Somos nenes abandonados en un shopping que no entendemos, con dedos ajenos metidos en el recto. Siento que llegué vivo a los 16 tan solo para esto, para enterarme de que la persona que necesitas nunca va a estar a tu lado cuando sea necesario. Tal vez este enfrente, llorando entre tus brazos. Y aunque deje que la contengas, sabes que nunca vas a poder ver a través de sus ojos. Como duele, la concha de la lora.
“Che, la piba de la bici desapareció” dije.
Nos sentamos en una esquina y pasaban viejos con pinta de Cacho Castaña que nos miraban. Sí, que hay, esta mal, y tu hijo donde esta? ¿Y mis amigos? En KIMIKA, felices de ser parte de esa gente superflua.
Al rato le dije que nos vayamos de ahí. Pasaban muchos tipos y a mi la gente mayor me da asco, no confío en nadie 10 años mayor que yo.
Nos paramos y me dice “donde estamos? En la calle Río Negro hay un bar”, en un segundo pensé en buscar el bar y emborracharnos hasta confundir sentimientos, pero al otro segundo pensé que no tenía ganas de que se muriera antes que yo. Fuimos devuelta hasta Olascoaga, yendo para el centro.
En un susurro, para si misma, dijo: “mis padres me cagaron... que mierda voy a esperar de estos”. Quede fascinado. Una chica-golpeada-injustamente-por-la-vida, elegantemente sucia, a mi lado.
- Y es que a su modo también son caretas.- dije.
- Sí... a su modo son caretas.
Lo que yo le había querido decir era: en tu mundo también hay caretas, y gente buena y gente que no. Supongo que la idea igual le llegó.
Luego dije: “muchas veces deseo ser uno de esos negros villeros, que no se dan cuenta de lo mal que están. Uy! Mira.”
Los vidrios de un local vacío estaban rotos. Nos metimos y Natacha prende la luz. “que haces zarpada?! Mira si pasa la policía?”. No me respondió. Abrió una puerta y saco un papel higiénico que se guardó en su bolsito cruzado. Esa luz la hacía ver espectacular. Ella en verdad me gustaba, la quería a mi lado para siempre. Esa situación era algo irreal, a pesar de no serlo para nada. Todo parecía armado especialmente para filmarnos. Pateó una caja vacía, apagó la luz, y nos fuimos.
Íbamos caminando por las plazoletitas y yo la iba agarrando “no te vas a chocar un árbol”; “no, dejame, voy bien, no estoy en pedo”. La solté y me di cuenta de que el que seguía en pedo era yo. Yo me estaba sosteniendo de ella.
Olascoaga y ruta 22. Natacha se pone a hacer giladas en el semáforo para sacar unas monedas. Yo, miraba el semáforo y cuando se ponía en amarillo, la sacaba del medio de la calle.
Lo que para los demás es común o choto, para mi es genial. Quiero una vida de mierda, y que sea corta, con un final trágico, que es diferente de triste.
Verla a Natacha bailar con sus banderitas, con ese efecto de cámara lenta que proporcionaba la borrachera, hacía que me dieran ganas de... mierda, sí, ser novios. Y morir drogados y abrazados en un baño de la terminal de ómnibus.
El semáforo en amarillo. La agarro y me quedo sin la agilidad necesaria para volver a la vereda. Nos quedamos en el medio de la calle, yo abrazándola por atrás, y los autos pasándonos por los lados, como si fuera una manada de veloces animales. Algo hermoso.
De uno de los autos alguien me grita: “eh! Vo´ te la quere´ violá!!”. Supongo que cualquiera se hubiera aprovechado de la situación, una chica borracha siempre es victima de algún abuso.
Semáforo en rojo. Frena un patrullero y se le acerca un oficial a Natacha, le dice algo y después viene hacía mí: “flaco, andas con ella? Bueno, llévatela o sino los levantamos a los dos, ´ta claro?”
Era jodidamente chistoso verme intentando parecer responsable y sobrio. Je. Nos fuimos.
Llegamos de vuelta a Sarmiento y avenida. Nos sentamos en la plazoleta, ella me dejó el bolso y se cruzó a comprar un pancho.
Yo la miraba y veo que por atrás pasa Maylén y todos los demás, cruzo y la digo a Natacha quien había pasado. Corro para alcanzar a Maylén y avisarle que estábamos ahí (no se para que), y cuando vuelvo, Natacha ya no estaba. Fuck! Regrese a lo de Maylén.
- Que, te gusta la chabona?
- Nah, pasa que tengo su bolso.
Je. Que iba a pensar si le decía “si, es la mina que quiero tener al lado, es la parte que le falto a mi alma todo el tiempo”?. Hacía 5 o 6 horas que la conocía... era algo medio desubicado.
La busco, la encuentro. Estaba con un flaco. Vuelta para allá, vuelta para acá. Terminamos en un ciber enfrente de FLIPPER, el flaco chamuyandosela y yo medio dormido, tomando más cerveza.
Me había acostado al lado de Natacha, que a cada rato me tiraba un chorrito de birra en la cara, me levante y me miro de una forma rara... no sé si fue una forma amable y chistosa de decirme que me vaya, que quería quedarse con ese chico; o tal vez me la dedico por lo simpático que llegue a estar con todos ese día, je. Tal vez jamás se dio cuenta que había hecho esa mirada. Pero yo no olvidé esa mirada y no me dejó dormir durante mucho tiempo.
El chabón le decía: “vos sabés que me gusta el escabio, que me gustan las pastillas. Pero ahora, te encuentro después de tanto tiempo...” y no sé que más dijo, me dio asco. No quería ver cuando la besara, no quería ver que se dejara besar por él. Chau, me fui. Se cortó la luz en esa parte de la ciudad y me puse a caminar hacía Cipolletti. En la hora y media de viaje a pata se me tendría que pasar el pedo.
En el puente me senté y me puse a escribir algunas cosas.
Llegué a casa a las 7 de la mañana.
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