Te quiero, porque fuiste la mejor. Porque sacaste de mi lo que yo no conocía.
Te odio, porque ahora que te fuiste me siento ridículo.
Porque ahora soy precisamente lo que evito siempre en mi. Un capitán que se bate en retirada de esta batalla, o mejor y paradójicamente, un Coronel.
Te deseo, porque tu cuerpo se dibuja solo en mi mirada y corre el fuego frenético de mi locura a buscarte.

Te quiero, porque me examinas como una enfermera brillante. Y porque a cada momento siento que te vas a montar en tu paciente.
Te odio, porque me exiges lo que yo no doy de mí bajo ninguna circunstancia.
Te deseo, vez que llegas a mi lado jamás te imagino con ropa.

Te quiero, porque el mar que hay en tus ojos es aberrantemente hermoso.
Te odio, porque incentivas las venganzas que yo no disfruto si no es con el sufrimiento de mi oponente, mientras se desangra en el dolor de la derrota que yo le puedo dar.
Te deseo, porque eres un instrumento de mi locura. Justificas así las muertes que daré a los impostores del calor.


Te odio, porque definitivamente no sé cual de esos tres deseos es el verdadero. Y eso me hace odiarte.
Porque soy un animal que reacciona, y tal vez no perdone por orgullo esa partida.


*siento que no pude concluirlo, en fin, creo q no está mal...
atte.

El Coronel