Desde aquí, puedo verlo todo con claridad. La terrible amargura del presente, los momentos felices que no están. Alguien dijo; la felicidad no se encuentra, se busca simplemente. Quizá, yo nunca encontré el camino, porque no supe dónde buscar para poder llegar. Desde muy chico, oí decir que el dinero no hace la felicidad, después, yo mismo lo repetía.
El dinero no es todo. Basta con el amor, la comprensión y todas esas cosas que hacen hermosa la vida. El dinero no será todo, pero la felicidad, está compuesta por millones de partículas gigantescas de dinero.
Con el se compra... todo: gente, poder, lujo, placer, cosas, vidas, muertes, sonrisas, tristezas, ilusiones, la dulzura y la sonrisa de un niño y lo más importante; muchisimo más dinero. Pero... Algunas veces... nada mas que algunas veces, solamente con dinero, no se puede comprar al amor.
-¿Qué‚ es el amor?
Sublime, nostálgico, pacifico, hermoso, vol-cánico, inexplicable, despiadado, cruel, muerte, pasión, ternura, locura, intangible, efímero. Tan breve como la vida misma.
El amor es un simple fósforo que se enciende, sí; pero se apaga demasiado rápido. Es la estrella fugaz, que surca misteriosamente el espacio y nos deleita solamente un segundo. Estar enamorado quizá sea una de las cosas más hermosas que puede pasarle a un romántico, suele llegar hasta la cúspide del delirio. Es un alquimista perfecto. ¿Quién logra transformar las cosas tan fácilmente como un enamorado.? Para ‚él, todo es espléndido, hasta lo espantoso o vulgar, lo transforma en un exquisito elixir. Es tolerante, condescendiente, risueño, generoso, emprendedor. Tiene buenas ideas, sonríe siempre y por la macana se levanta irradiando optimismo. Qué‚ pasa cuando un delirante enamorado no es correspondido? También sería un alquimista? Sí. Pero de las cosas malas. Automáticamente destrozaría las ilusiones a quién se le arrime.
Transforma la belleza en algo desagradable, todo le parece monótono, se ve rodeado por gente estúpida, escucha frases insulsas, risas grotescas, le molesta la gente feliz, es insensible y brutalmente despiadado. Ver besándose a los enamorados, le produce una terrible angustia, desazón, no podría explicar que le ocurre en el medio del pecho. Es desgraciado, insoportable, intransigente, fatuo, neurótico, encontrándose totalmente arrastrado por el desa-liento. Un romántico enamorado que no es corres-pondido, abandona totalmente a su persona. No se lava, no se afeita, contesta mal, agrede a todo el mundo, es sedentario, está en contra de todos, aun de quiénes opinen como él. Le molestan los niños, la juventud, los pájaros que cantan y todo aquello que tenga que ver con la vida misma. Lastima gratuita-mente, sin importarle nada, es inclemente, rotunda-mente desalentador. La frustración logra atraparlo enteramente y quiere escapar del mundo ridículo para entrar en una irrealidad agobiante, conduciéndolo a veces, por el sendero martirizante de la paranoia.
Yo soy un romántico por excelencia. Estoy rodeado por todos los románticos y no románticos de todos los tiempos, de todas las vidas. Por todos los que amaron y fueron amados. Los buenos y malos. Los adinerados, los pobres, los sabios, los necios, los finos, los brutos, los pacíficos, los guerreros, los poderosos, los débiles, los nobles, los de alta y baja sociedad; y... Es curioso; También están los que pasaron para tener muchisimo dinero, nada más que eso, dinero.
Pero, hay algo mucho más curioso; al rico y al pobre, el tiempo logra emparejarlos, y ahora es lo mismo. Por eso, aquí todo es igual.
Aun recuerdo el día que me di cuenta de todo eso.
Ese mismo día me suicidé.
OMAR ORDÓÑEZ
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