-Hace tanto tiempo que no escribo nada para mi.
¿Por qué? Es difícil de explicar. Tal vez tenga miedo. Miedo de no saber que será de mi acongojada vida. Miedo que comiencen a aclararse las ideas, las tantas ideas de mi interminable laberinto. Es tan extraña esta sensación de estar sentado frente a mí, sin hablar, en silencio y sin reconocerme. No. No es tan extraño, por-que siempre estoy solo, terriblemente solo.
Quisiera comunicarme con palabras azules y miradas amables, miradas lejanas, miradas ajenas, sonrisas crueles tratando de acercarse a mis prohibidas y cerradas puertas.
Quisiera escapar de la angustiante soledad. Romper por un momento esta locura y alejarme del abismo cruel y las noches pobladas de recuerdos grises.
Cuanto hace qué no escribo para mi? ¿Cuanto? No lo se. Quizás, algún día pueda escribir las traiciones que me rodean. Algún día.
Estoy desangrando lentamente, siento el sudor de mis entrañas, la silenciosa soledad de esta volcánica tormenta de recuerdos.
Ya no me puedo encontrar. A veces palpo las arrugas en mi piel, entre el espanto, la muerte, la vida, la melancólica y nostálgica ternura. Hace tanto, tanto tiempo que no escribo ni hago nada para mí, que los años ahuecaron los recuerdos y no puedo dar conmigo.
Se esta diluyendo una vida, se ha diluido el amor. Desesperación por perder lo que tanto me agobia. Recuerdo una suave brisa de caricias, destierro de algún amor descolorido. Es la sibilina del tiempo atrapando a un león con su red de mariposas. Es la primavera de eternos inviernos perfumada con una flor delusora y un paraíso de tormento. Qué mezcla de cosas, de serpientes disfrazadas de amor en un edén de ilusiones. Qué mezcla de borrascas y volcanes en la fría oscuridad del desencuentro. El alado carro del tiempo pasa raudamente ante mí, dejando mi pasado destruido llevándose la alegría y el dulce romance en el misterioso arcón de los sueños.
Quiero gritar, gritar. Lejanamente me oigo y no me puedo encontrar. Está roto mi pasado y no encuentro en el presente, un diccionario con la palabra anhelada. Quisiera despertar de mi deliquia y caminar con un collar plagado de sonrisas por el feliz mañana que aun...no está.
-A través del oráculo vi el falso encantamiento de Medea, burlándose despiadadamente de la bondad y la desdicha de los antiguos amores. Quisiera bañarme con lágrimas felices del pasado y no atormentarme con la hipócrita y engañosa amistad de algún protervo "amigo" del ayer que ha quebrantado la paz de mi existencia. Quiero disecar episodios de la monstruosa y cruel siniestra sonrisa de Circe mintiendo palabras de amor.
-Son azules los ojos rasgados del mal que acechan con su mirada perversa. Prefiero el cansancio de los años y no la velocidad de una irónica y loca carcajada de una vida sin igual.
-Que desfilen y caminen sobre mí, las memorias heridas de libros desenterrados en una biblioteca de estudiantes pálidos.
-No quiero llantos con sabor a sonrisas ni flores que se marchiten sobre mi tumba. -Del polvo vine y al polvo voy.
-Y hoy, quiero gritar por mis despojos en la fría y triste soledad, de un amanecer... sin nombre.
OMAR ORDOÑEZ
-Hace tanto tiempo que no escribo nada para mi.
¿Por qué? Es difícil de explicar. Tal vez tenga miedo. Miedo de no saber que será de mi acongojada vida. Miedo que comiencen a aclararse las ideas, las tantas ideas de mi interminable laberinto. Es tan extraña esta sensación de estar sentado frente a mí, sin hablar, en silencio y sin reconocerme. No. No es tan extraño, por-que siempre estoy solo, terriblemente solo.
Quisiera comunicarme con palabras azules y miradas amables, miradas lejanas, miradas ajenas, sonrisas crueles tratando de acercarse a mis prohibidas y cerradas puertas.
Quisiera escapar de la angustiante soledad. Romper por un momento esta locura y alejarme del abismo cruel y las noches pobladas de recuerdos grises.
Cuanto hace qué no escribo para mi? ¿Cuanto? No lo se. Quizás, algún día pueda escribir las traiciones que me rodean. Algún día.
Estoy desangrando lentamente, siento el sudor de mis entrañas, la silenciosa soledad de esta volcánica tormenta de recuerdos.
Ya no me puedo encontrar. A veces palpo las arrugas en mi piel, entre el espanto, la muerte, la vida, la melancólica y nostálgica ternura. Hace tanto, tanto tiempo que no escribo ni hago nada para mí, que los años ahuecaron los recuerdos y no puedo dar conmigo.
Se esta diluyendo una vida, se ha diluido el amor. Desesperación por perder lo que tanto me agobia. Recuerdo una suave brisa de caricias, destierro de algún amor descolorido. Es la sibilina del tiempo atrapando a un león con su red de mariposas. Es la primavera de eternos inviernos perfumada con una flor delusora y un paraíso de tormento. Qué mezcla de cosas, de serpientes disfrazadas de amor en un edén de ilusiones. Qué mezcla de borrascas y volcanes en la fría oscuridad del desencuentro. El alado carro del tiempo pasa raudamente ante mí, dejando mi pasado destruido llevándose la alegría y el dulce romance en el misterioso arcón de los sueños.
Quiero gritar, gritar. Lejanamente me oigo y no me puedo encontrar. Está roto mi pasado y no encuentro en el presente, un diccionario con la palabra anhelada. Quisiera despertar de mi deliquia y caminar con un collar plagado de sonrisas por el feliz mañana que aun...no está.
-A través del oráculo vi el falso encantamiento de Medea, burlándose despiadadamente de la bondad y la desdicha de los antiguos amores. Quisiera bañarme con lágrimas felices del pasado y no atormentarme con la hipócrita y engañosa amistad de algún protervo "amigo" del ayer que ha quebrantado la paz de mi existencia. Quiero disecar episodios de la monstruosa y cruel siniestra sonrisa de Circe mintiendo palabras de amor.
-Son azules los ojos rasgados del mal que acechan con su mirada perversa. Prefiero el cansancio de los años y no la velocidad de una irónica y loca carcajada de una vida sin igual.
-Que desfilen y caminen sobre mí, las memorias heridas de libros desenterrados en una biblioteca de estudiantes pálidos.
-No quiero llantos con sabor a sonrisas ni flores que se marchiten sobre mi tumba. -Del polvo vine y al polvo voy.
-Y hoy, quiero gritar por mis despojos en la fría y triste soledad, de un amanecer... sin nombre.
OMAR ORDOÑEZ
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