Lunes:

Me despierto entre océanos de lágrimas, y miro al otro lado de mi cama... Está frío.
Pero no estoy solo. Me acompaña el vacío de tu cuerpo en las sábanas.
Me levanto, y abrazo este Vacío, y él me envuelve...
Desayuno un tazón de envidia, y una galleta de hastío.
Hasta el día se vuelve oscuro y estrellado, y respirar se hace insoportable...

Martes:

Me despierto entre sollozos, y las agujas de tu engaño se clavan en mi pecho.
No he dormido apenas, recordándote con detalle... Tu sonrisa, tus dulces palabras...
¿Recuerdas? Decías que mis ojos eran del color de la miel.
Dijiste tantas cosas...
Y ninguna se hizo realidad.
Maldito desayuno. Me alimento de aire amargo y de soledad...
Y así, otro día, muchas razones para no pensar en ti...
Pero siempre llega la noche...

Miércoles:

Abro mis párpados, sellados por lágrimas resecas, y compadece ante mí, el Silencio.
Hoy... tampoco estas conmigo. Sólo hay carencia de ti...
Ni siquiera el aliento cabe dentro de mi pecho.
Recuerdo como desayunaba un trago de tu piel, como me eternizaba entre tus brazos... Pero hoy, sólo acude a mis labios una bebida de impotencia... y de rabia.

Jueves:

Vuelvo a desayunar un trozo de miseria. La enfermedad acude a mi mente... y golpeo hasta desangrarme los nudillos... hasta que la pared me derrota.
¿Acaso me has olvidado?. ¿Por qué no me has llamado?

Viernes:

Camino desolado por los acantilados de mi corazón y por los prados resecos de mi alma, y siento estallar los latidos en el fondo de mis entrañas... y en mis oídos.
Otra mañana acompañado de mentiras y promesas rotas, y otro día ausente...
De ti...

Sábado:

Me despierto y mi mundo sigue perenne. Son las 24 horas de la desilusión y las falsas promesas.
Hoy no voy a oír tu dulce respiración, y sólo puedo lamentarme... seguir viviendo en una maldita pesadilla.

Domingo:

¿No es hoy el día de la esperanza?. Hoy intentaré ser un costurero para crear un retal...
de nuestros recuerdos.
Pero no puedo alcanzarte... porque perdí el color:
He perdido el amarillo oro de tu cabello.
He perdido el azul amanecer de tus ojos.
He perdido el rojo de tus labios, y el marfil de tu boca, de los que me alimentaba.
¿Cómo podré tejer si no tengo más que retales grises?
Esta noche me siento en la playa, y allí me duermo; refugiado por la manta de la soledad, apoyado en la almohada de las lágrimas, y cubierto...
Cubierto por sábanas de arena blanca...