. Durante el tiempo al que llamamos Maya (probablemente pre - maya para algunos eruditos) fue cuando más gozamos. Allí estábamos todos. Estaba Chingui Mingui, estaba Pocko - Pokco, estaba Kotipango, estaba la que ahora se hace pasar por "Moonday", estaba otra que parecía una ballena llena de brillantes en los amplios mares del Cielo de Aquí, estaba Cristo El Vampiro, estaba pues hasta Shazán junto a su hermano Shasán que nunca estaban juntos y que juntos era imposible verlos pero que siempre venían uno tras del otro después de la aparición del que le tocase o provocase o no sé qué ser el primero.
En esa época en bahías y marismas y junglas y clareas Guatemaltecas el Cielo estaba cerrado alrededor de la Tierra como una olla de presión imbuida de las formas ejem... "Arquetipales" debidas al efecto prisma de los seres de todas las cosas incluidas del Cielo sobre la Tierra. Todo era denso y todo estaba cerrado y es por eso que ninguna gota de energía ni de pensamiento se iba. Recuerdo pués que si yo, por ejemplo, quería llamar a Pocko - Pokco (Dios Maya de la Putrefacción), lo único que tenía que hacer era enrollarme en pensamiento con mis manos y darme-le la forma de un barquito o de un avioncito de papel y mandarlo-me por el aire o las aguas de los ríos y que no tardaría en llegar (repito: absolutamente nada se escapaba). Así que era una sumatoria de seres rarísimos quienes se encargaban de que las cosas viviesen, se transformasen, se reprodujesen y murieran finalmente, e, incluso, los seres que se encargan de la transformación de lo que se pudre en fertilizante para nueva vida (los seres del "ciclo de abajo") también estaban allí caminando como nos sobre la superficie del mundo o morando en oscuras cuevas y cavernas pero tenían cuerpo como nos.
La cosa había que hacerla rápidamente, hacer remolinos a partir de los ombligos, jugar al juego de que me muero para así encontrar debido a la acción de los seres del ciclo de abajo mayor poder, concentrarse en las nubes hasta vibrar cinco o veinte cuerpos hasta hallar el punto exacto de sincronía y darle un color al cielo y una entidad, navegar bajo las aguas hasta hallar un planeta certero del que se podía traer para aquí y enviar para allá, desintegrarse, rearmarse en otra parte o en el mismo lugar, pasar cinco ciclos por uno, hacerse chiquito y desaparecer en un átomo y volver a aparecer otra vez; al final todos pasamos por todos porque la Ley, si mal no recuerdo, era el devoramiento de todos, uno por uno, por todos... pero a veces ocurría al revés: todos eran devorado por uno solo. Ello ocurrió una vez, si mal no recuerdo: se trataba de Chingui Mingui (si mal no recuerdo) también apodado como "La Pesadilla Maya", a veces el tipo era solamente una bocota negra enorme maloliente y gusanera que tenía la capacidad de transformar en perfume su mal olor. Se la pasaba de un lado a otro sacudiendo su cabezota que a veces eran dos en una falta de pudor pero a la vez también de malicia que de un comienzo hacía a todos sonreír pero que acababa por encender el átomo que todos llevamos dentro entre el nacimiento del vello púbico y el ombligo, y una vez encendido ante la visión de Chingui Mingui, no paraba de vibrar y de consumir al cuerpo en el que el átomo vibraba, entonces una vez desaparecido el ente o cuerpo vibrador se le aparecía un nuevo atributo a Chingui Mingui que bien podía ser cinco pelos o una oreja de más. Luego se iba caminando sacudiendo su cuerpo entero y proyectándolo en hologramas gigantescos y multiplicadores hacia todo alrededor.
Tenía un enemigo sí, ese era Kotipango, Dios de las aberraciones y de los placeres sexuales de los muertos que habitaba en los bosques y que depositaba huesos de cadáveres junto a doncellas vírgenes en los fondos de cavernas a las cuales cuidadosamente construía unas escaleritas con trampas sucias en el tercer escalón; se montaba en los árboles y se cargaba de la energía del sol la cual era capaz de ahorrar para las noches con o sin lunas y botarla por la boca en forma de vientos que creaban extraños otoños en clima tropical, tenía el poder de hacer caer la nieve en donde no debería de estar y tenía un truco super macabro: Era capaz de tomar sectores no hechos del Universo y depositarlos en el fondo de las cuevas, en esa masa amorfa y putrefacta hacía colocar toda la concentración de sus víctimas hasta que éstas finalmente veían planetas y quedaban atrapadas en su gravedad, recuerdo a una que quedó atrapada en un planeta alquitrán, se vio a sí misma allá pegada y no se podía despegar, como la víctima no deseaba morir por tenerle miedo a la muerte, quedó atrapada aún más, se le vació de energía el cuerpo completo y entró en energía y conciencia dentro de la Txzuruma en donde guardaba la masa execrable Universal y finalmente Kotipango le cercenó la cabeza al cuerpo vacío que ya estaba muerto y la guindó por ahí. Luego, en las noches de Moonday, salía al aire libre con la Txzuruma y la destapaba en el medio del bosque y desde cualquier parte del mundo se podían oír los gritos de terror provenientes de las zonas más aterrorizantes de un pedazo inmundo de Galaxia.
En el Cielo caían estrellas como consecuencia de la víctima amordazada que se sacudía aún sin vida como un eco deseando escapar y tumbando estrellas al azar.
- A mí eso no me parece bien - le dijo Kualyakolco a Pocko - Pokco - que ese tipo esté jugando frente a nosotros y a nuestra costa a ser Dios.
Y lo cierto es que nadie sabía qué hacer, a los hombres les parecía incorrecto que uno de ellos jugase a ser Dios violentando a las energías del Universo mediante técnicas sucias y tramposas de magos sin poder. Pero lo extraño del caso es que a las mujeres eso no les parecía ni bien ni mal, parecían entender algo que los hombres no podían entender...
Luego vino Moonday impregnada de un traje - halo vibratorio y fantasmal, barriendo al bosque del falso otoño y atrayendo para sí a las nieves por doquier, vino acompañada de un hueco negro en el cielo que si mal no recuerdo poseía su propia voz. Miramos todos furiosos a los ojos de Kotipango: por su culpa el creador de todas las cosas había enviado a seres del más allá a barrer con nuestros juegos. Recuerdo bien que mi mamá lloró, recuerdo que supe que el mar se iría a secar, recuerdo que supe que todo iría a morir, recuerdo que vi. la muerte de los hombres, la transformación de lo que luego llamaron Adán en la Serpiente y a la Serpiente en Cucaracha, recuerdo que vi un mundo de insecto en grande ocupar al planeta entero en una época en la que se estaba comenzando a secar, recuerdo que vi a hombres y mujeres y poetas y profetas aplastados por la imposibilidad, recuerdo que vi guerras, que vi insectos gigantescos con zumbidos de insectos arrojar a sus huevos desde el aire destruyendo todo por doquier, recuerdo que vi al planeta como una bola de mierda devorada por insectos depositando y criando a sus larvas que tenían cuatro ruedas y hacían beep - beep, recuerdo que vi al mundo desintegrarse lentamente en una era del átomo que se hizo gigantesco, vi a los ojos al Dios Maya de la Putrefacción y supe que él sabía como la cosa iría a terminar, recuerdo que no fueron demasiados años, sólo un lapso de conciencia - tiempo al que el hombre llamaría evolución... luego el vestido fantasmal vibratorio de la chica Moonday me alcanzó a mí, vi la boca negra abierta en los cielos y sonreí y temí, luego supe que morí, y a partir de allí todo no fue más que un sueño que se vuelve a repetir, como el karma pesadillezco de una partícula a la que le toca, a su costa, revivir.
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