Por las vias de esta tierra, nada se detiene, nadie ve, nadie parece escuchar. Hay gritos de dolor empujandome sutilmente las manos, hay miradas de injusticia espiandome los pasos.
Las personas pierden el valor de las cosas, no hay principios todos son fines; gente hambrienta de poder se come sus propios recuerdos, simplemente olvida permanecer. Descuidan las pequeñeces, sin advertir que detenerse ante ellas es gustar de la vida. Va como sostenida en una nube de mentiras y finge caminar sabiendo. Enroscan en su cuello la soga de sus voluntades pasadas y en la hipocresia de su inconciente dibujan el mapa de su triste momento. Pobres son ellos.
Habra un escondite, hayarlo sera el limite añorado, todo esta revuelto, agonizando, el cambio debera ser rotundo, bordeando el imposible, alli nos espera el mundo, el verdadero mundo, el que alguna vez resbalo de nuestras manos para caer en este salto eterno en el que nos encontramos vislumbrando aùn nuestro ansioso presente.

Agustina