Son ventanas? Se me asemejan a cuadros recien hechos, transparentes, que permiten ver tu cerebro
esponjoso. Dar paso a la luz y escapar la oscuridad. Veo tu sangre, la observo. Alguna vez
fue negra e incolora, ahora nace roja y tornasol de los pequeños orificios, de las astillas entre tu piel.
Casi bella.
Lo veo con claridad y no entiendo. No comprendo nada. Cómo una masa arrugada controla y asimila y
traduce los infinitos signos. Cómo lo pensado en acciones concretas se ha transformado.
Cómo lo externo es absorvido... ideas por doquier.
Tu mente trata de encontrar los vacios escondidos y llenarlos. De sangre irrigante.
LLenarlos todos de blanco bello saber.

Tu cerebro es tentador, ahora que lo puedo mirar.
Ostentosas sensaciones no alcanzan a definir un segundo.

Los vidrios parecen medios gruesos, como resguardandote.
No debe perderse ningun minúsculo desdoble de tus conocimientos. La verdad.
Medio morado y azul se esconden tus ideas detras de unas capas, disimulan. Ideas que germinan y
vestidas de blanco, listas para estallar en el mundo. Ideas del mundo interno, de un punto, del nucleo.
Ideas para el mundo de exteriores, de semejanzas, de contradicciones.

Los vidrios se empañan, parecieran sofocados.
Entre la nubosidad logro ver una cadena magullada, unos obalos unidos. Unidos uno al otro indefinidamente.
Perdiendose, en la eternidad de tu sangre casi deslumbrante.
Creo que baja. Es diferente. No ha enrollado tu cerebro, porque no quiere enrollarlo.
Tampoco lo conforma, menos que una salida, más bien se desprende de éste,
sirviendo como conector con otro organo, ese de allá abajo. Sutíl y ligero,
que no necesita luz para mantener su espléndido color de realeza, de inocencia, de lealtad.
La cadena jala tu mente hacia abajo. Hace un esfuerzo increible e inevitable para acercarlos.
Uno al otro, como si por error estos fueron separados, como si por error estos entristesidos y solitarios desolaron.
Tirante y gastado de forzar. Gastado y tirante por insistir en lo irremediable, la cadena mantiene su fortaleza.
La incansable esperanzadora.

Los cuadros envidriados esconden esta falla.
Qué indispensable hubiese sido su previa divulgación.
Ahora por las ventanas de tu mente logro comprender tus vacios, tus escalofríos.
He mimado tu entendimiento. He frustrado tu capacidad de desconsertación.
Observo con atención.
He encontrado una bisagra en una de tus ventanas.
Sorpresivo. La pequeña ventana intenta mimetizarse con tu mente.
Pero es tarde ya, para esconder las malditas forsozas escotillas, sin hablar de las forsozas heridas.
Desliso mi dedo por ese perfecto cuadrado de vidrio, realmente implora ímpetu. Constante y Resonante.
Mi dedo encuentra la bisagra, alcanzo el tornillo. Y lo levanto.
La ventana está entreabierta...
Tu cerebro comienza a palpitar levemente. Pero su ritmo acelera. Con desesperación.
Lleno de desesperanzas.
Tu cerebro se arruga y contrae su sangre oscura incolora. Un olor a ahogos de agua se escapa esparciendose.
Mi dedo toca tu sangre, y como un reflejo innato, toco tus descontroladas palpitaciones expancivas. Es inevitable.
Siento deceos de tomarlo, sobre mis manos observarlo, apretarlo y por mis dedos ver tu sangre correr.
Me resisto y tan sólo me llevo el dedo a la boca. Sabor a angustias.
Tus ideas y pensamientos se desvanecen. Tu cerebro dejo de palpitar.
Tu sangre desapareció y como una ceniza tu cerebro se quebró. Tu mente se seco.