Para ti con amor, hijo del alma
que a mi cielo te vas por lo derecho,
estos versos de luz porque en la palma
de mi mano me creces hacia el pecho.
Necesito tu luz en mi nublado
y tu caricia tibia y reverente,
para nunca sentirme derrotado
y poder caminar siempre de frente.
Tu paisaje está virgen, quedan flores,
madurando arcangélicas semillas
y bandadas de ingenuos ruiseñores
revolando a la luz de tus mejillas.
Tu paisaje está virgen y encendido
con millones de estrellas en tu cielo;
un paisaje de amor recién nacido,
para un camino azul de terciopelo.
Nunca te olvides, hijo que en la vida
es más hombre el que pasa siempre amando,
quien reparte la luz agradecida
y discurre en silencio perdonando.
Acaricia el gorrión de tu verano
ponle alas al sueño del jilguero,
lleva un rostro de amor siempre en tu alma
y aprende desde niño a ser sincero.
No des caza a la alondra de tu albura,
que en bandadas de versos se levante,
que recorre distancias y gane altura,
y en el campo bendito se agigante.
La vida es un continuo y duro trago,
un agridulce y terco recorrido,
donde nunca se encuentra el justo pago,
el diario jornal apetecido.
Vivir, ya lo verás, es un sollozo
que a diario nos duele y se acrecienta,
un calvario sin fin, un hondo pozo,
una troncha penosa y polvorienta.
Proclama un mundo azul desde lo alto,
reparte el migajón de un pan bendito,
y en la mitad de la nube o del asfalto
pregona tu verdad a pleno grito.
Empuja a la paloma en su aletéo,
cuando crezca tu clara geografía
y derrama tus sueños al voleo,
para hallar una siembra de alegría.
La vida es un senda a lo inseguro,
ponle tú mucho amor en tu balanza
y lograrás trazar para el futuro,
un camino de paz y de esperanza.- |