En los comienzos arquetipales del mundo muchos dioses sufrieron una severa confusión. Dios les había dado la tierra como un jardín en donde jugar, pero aparecieron dudas insondables que les demostraron que la Tierra no era exactamente lo que se pueda decir "un buen hogar".



Pero había que hacerlo de todas maneras o, si no, nunca serían capaces de escapar de la gravedad y dejar el espacio a los mortales.



Entonces decidieron dejar el problema más certero en las manos del mismo Creador.



Éste se halló de pronto en una clarera, con la lista en la mano de los arquetipos que faltaban por "terminar". Eran dos: la Humildad y la Idiotez.



Dios sonrió, viendo a ambos sentados frente a él.



- Muy bien - dijo Dios - ¿cual de vosotros dos es la Idiotez?



La Humildad permaneció en silencio y bajó la cabeza.



- ¡Es ella! - gritó la Idiotez



- Soy yo - respondió la Humildad



- Puedes irte respondió Dios a la Humildad.



Ella siguió el sendero hacia el ocaso y a medio camino desapareció.



Dios quedó entonces a solas con la Idiotez



- Supongo yo entonces - dijo Dios a quién quedaba frente a él - que tú debes ser entonces la Humildad.



Y fue tan profunda la cara de idiota que puso la Idiotez que Dios parió a la Arrechera.