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Inicio / Cuenteros Locales / lando / TODO COMENZÓ EN LA UNIVERSIDAD: La \historia secreta\ de esta ficción

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"Todo comenzó en la Universidad"
Orlando Mazeyra Guillén
Editorial LIBROS EN RED: Buenos Aires, 2005.
http://www.librosenred.com/libros/todocomenzoenlauniversidad.aspx
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“Desde que escribí mi primer cuento me han preguntado si lo que escribía ‘era verdad’. Aunque mis respuestas satisfacen a veces a los curiosos, a mí me queda rondando, cada vez que contesto a esa pregunta, no importa cuán sincero sea, la incómoda sensación de haber dicho algo que nunca da en el blanco.”

Mario Vargas Llosa, "La verdad de las mentiras".
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El título de mi primer relato indica certeramente que “Todo comenzó en la Universidad...”, pero, en realidad, todo comenzó en mi habitación.

Ya lo tenía muy claro. Sabía que quería contar una historia que girara en torno a un tema que siempre me ha asediado: el racismo; esto me iba a dar pie para, de paso, intentar abordar –someramente, si se quiere– discriminaciones de otras índoles.

Durante mis primeras tentativas ficcionales (quiero decir, cuando empecé a fantasear), se presentó ante mí un, hasta ese momento, inalterable recuerdo de la primaria. Para ser más exactos, se dibujó en mi mente la figura de mi tutor del cuarto grado de primaria. Era un hombre menudo de inconfundibles rasgos andinos, y, acerca de él, algunos de mis condiscípulos, hacían comentarios tan furtivos como racistas: “Es un cholazo”. “Es un queso”.
“Se parece a esos cargadores de La Parada... sí, esos que mascan coca todo el día”.

Fue, como ya dije, una evocación totalmente espontánea. Pero fue, también, la primera vez que, sin darme cuenta, convoqué a uno de los ‘demonios’ de mi infancia. El exorcismo se proyectó en el papel cuando empecé a escribir oraciones que sólo buscaban una cosa: liberarme de él (aunque, infelizmente, todo quedó en el intento; porque siento que cuando uno se vale de las palabras para elaborar conjuros contra los ‘espíritus malignos’ que nos acechan; éstos, en vez de alejarse para darnos algo de sosiego, hacen todo lo contrario: crecen, se expanden y envuelven toda la atmósfera creativa... cada quien juzgue, con total libertad, si ésto es positivo o negativo para el narrador).

¿Por qué quería liberarme de ese señor al que no veía (ni veo) hace una punta de años? Porque, honestamente, fue el profesor que más odié durante toda mi vida escolar. Nunca podré olvidar el día en que, por haber yo realizado sin éxito una adición delante del Director de Estudios del colegio –el Hermano Vicente–, me levantó en peso tomándome de las orejas para posteriormente –y con la ayuda de su grueso cinto de cuero– darme una ejemplar zurra ante la atónita mirada de todos mis compañeros. Mientras se alejaba algo satisfecho y me dejaba empapado en lágrimas (y con ambas orejas encendidas como un par de antorchas) en una esquina del aula, yo lo miraba con un odio indecible. Lo odié con la fibra más íntima de mi ser, le deseé todas las desventuras que el ser humano más pérfido del planeta le puede desear a su peor enemigo. Gracias a él pude darle vida a un personaje fundamental del relato. Y gracias a él también pude tomar la decisión de que el parto del caos en la narración debería tener como protagonistas a un profesor y a un alumno. Ya tenía entonces a dos personajes capitales, pero nada más: lo demás era esa maraña de dudas e indecisiones que casi siempre lo invitan a salir por la puerta falsa: abortar el proyecto. Por esos días, el relato no tenía ni siquiera un título. Todo se resumía a unos cuantos apuntes que, de cuando en cuando, eran distorsionados por las nuevas ideas que llegaban hasta mí, principalmente de dos lugares (que casi siempre se entremezclan y se confunden): mis lecturas y mis recuerdos.

La indecisión se evaporó para siempre cuando terminé de leer El Túnel. Me levanté de un brinco de mi cama y supe que mi historia estaría embadurnada de sangre (y cierta dosis de locura).

Encendí la computadora, pasé a limpio el borrador y, mientras echaba a volar mi imaginación, la sangre, el amor, las sodomizaciones, los temores, los amagos de locura y el largo etcétera que traté de inocularle a mi relato, se presentaron ante mí y se convirtieron en palabras. Al finalizar el relato sentí una calma interna irreproducible. ¡Por fin! ¡Ya me había deshecho de todos esos personajes que, durante todos los días, se apoderaban de mí! Si no escribía la historia, creo que hubiera llegado a la locura o a algo que se le asemeje bastante. Ya lo había terminado pero no quería que nadie, que no fuera yo, leyera mi relato. Lamentablemente, una amiga de mi clase de Inglés descubrió el manuscrito en las entrañas de mi mochila.

–¿Qué es? –me preguntó algo intrigada.
–Es una historia.
–¿De qué?
–Tendrías que leerla –le dije para evitar dar explicaciones al respecto.
–¿La escribiste tú?
–Sí –le dije de inmediato.
–¿Cómo puedes escribir tanto? –me preguntó luego de contar rápidamente el número de páginas.
–No lo sé. Simplemente lo escribo y ya.
–¿Me lo prestas hasta mañana?
Asentí con la cabeza y ella guardó mi relato dentro de un fólder rosado. Luego empezó a conversar en voz baja con su amiga. Al terminar la clase de Inglés ambas salieron y se sentaron en una banca del campus universitario y empezaron a leer mi relato.
Mi plan era observarlas a hurtadillas, analizar qué gestos hacían mientras leían. ¿Se aburrirían o no? ¿Terminarían de leer el relato? Lamentablemente no pude hacerlo:
–¿Oye, unas chelas en la Taberna de Pepe? –me dijo Lucho y nos fuimos raudamente a tomar unas cervezas heladas.

Al día siguiente, antes del inicio de la clase de inglés, mi amiga se me acercó algo temerosa con el manuscrito entre sus manos. Me miró nerviosamente y me preguntó:
–¿Eso que escribiste es de verdad?
–¿Cómo que de verdad? –le pregunté, escrutando su primera reacción.
–O sea –me dijo y se tomó unos segundos antes de proseguir–: ¿eso te ha pasado a ti?
–¿Tú qué crees?
Agachó la cabeza y se alejó lentamente. Pero su silencio me lo dijo todo.


Editorial LIBROS EN RED: Buenos Aires, 2005.
http://www.librosenred.com/libros/todocomenzoenlauniversidad.aspx


Texto agregado el 30-09-2005, y leído por 128 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
02-10-2005 Interesante a medias. O sea, el inicio de la trama crea suspenso y genera en el lector intriga, pero el final es algo inconcluso. Saludos. esteban_faulkner
 
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